Fernando Alonso P.O.V.
- ¡Qué malo eres Chili!
- ¿Malo yo? Lo que eres un tramposo, cabrón.
- ¡Anda ya! Si te he metido ya cinco goles.
Noche de sábado en Singapur. Mientras algunos salían a cenar o a tomar una copa, yo me encontraba en mi habitación jugando a la consola con Carlitos. No tenía mejor plan. Alberto quería descansar y ver una serie a la que estaba enganchado. Fabio había quedado con Silvia y otros miembros del equipo para cenar en un restaurante que habían reservado con antelación. Y Diana había rechazado mi propuesta, que era lo que más me apetecía en el mundo. Así que cuando Carlitos me llamó y me propuso quedar para echar una partida al FIFA y así huir de su padre que lo tenía frito con la carrera de mañana, me pareció la mejor opción. Al menos estaría distraído y me quitaría a la "rubi" de la cabeza por un rato.
- ¡Que te den tío! Ahora en la siguiente partida yo juego con el Madrid y tu eliges otro equipo.
- De eso nada. El Madrid es mucho equipo para ti. - respondí mirando a la pantalla sin dejar de pulsar los botones del mando.
- Elijo yo, que la Play es mía, mamón. - Carlos se despistó, hizo una mala jugada y...
- ¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL! - grité dando un salto y poniéndome de pie de repente.
- ¡Anda y que te den! - dijo Carlos tirando el mando al suelo malhumorado. No podía parar de reír al ver su cara. ¡Qué mal perder tenía! - ¡Cállate! Me parece que han llamado a la puerta.
- ¿Qué? - dejé de reír.
- ¡Qué han llamado a la puerta! ¿Estás sordo? - miré extrañado a Carlos. ¿Quién sería a estas horas?
Con el mando de la play en la mano me dispuse a abrir la puerta de mi habitación.
- Va, va... - dije cuando volvieron a llamar ésta vez con más insistencia. Abrí un poco, lo justo para asomarme, no me fiaba que vinieran a mi habitación y menos a esas horas. Y cuando la vi me quedé de piedra.
- Hola - dijo tímidamente mientras jugueteaba entre sus manos con el móvil y la tarjeta de su habitación
- Hola. - suspiré.
- ¿Te pillo mal? - dijo señalando al mando de la Play que sostenía en mi mano.
- Eh... No, no. Que va. Para nada. - Diana con su pijama de esa gata japonesa famosa, las zapatillas a juego y sin maquillaje, el pelo suelto, completamente al natural, como ella misma, aparentaba menos edad de la que tenía. La vi vulnerable, débil, tierna... Sentí deseos de abrazarla, protegerla... y meterme un puñetazo a mi mismo en toda la cara por todo el daño que le había hecho.
- ¿Puedo...? - y señaló hacia mi habitación con vergüenza.
- ¿Pasar te refieres? - respondí sintiéndome un poco gilipollas. ¡Claro que a pasar! ¿A qué se va a referir? - Esto... sí, sí. Claro que sí. Pasa. - abrí la puerta y me aparté de ella para cederle el paso. Metiéndose el pelo tras la oreja y sonriendo con timidez, Diana entró dudosa en mi habitación, pero se paró en seco al ver a Carlitos, sentado en el suelo jugando a la consola.
- Hola - y sonó decepcionada.
- ¡Hola Diana! ¿Qué pasa? ¿Te apuntas a una partidita?
- No, gracias. No se me dan bien esos juegos.
- ¡Pero si es fácil! Ven - y Carlos dio dos toquecitos con la mano en el suelo para que Diana se sentara a su lado. - Yo te explico.
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El Corazón en Boxes II
Fiksi PenggemarTras un año trabajando como becaria en Ferrari, la F1 no tiene secretos para Diana. Ya no es aquel deporte desconocido que le aterraba al principio. Lo domina en todos los aspectos: circuitos, idiomas... y pilotos. En concreto dos de ellos: Fernand...