Confiar en él

739 63 9
                                    

Subiendo las escaleras del hospitality hasta la habitación de Fer, repetía mentalmente una y otra vez lo que le iba a decir. Lo tenía todo planeado. Era muy sencillo: en cuanto lo viera le daría dos besos y le felicitaría por su matrimonio, dejándolo a cuadros. Luego lo felicitaría de nuevo por los cojones que tuvo para pedírselo a Lara y por último le soltaría lo de mi anillo. ¡Qué ganas tenía de ver la cara que se le quedaba!

Entré muy decidida a la habitación pero se me cayó el alma al suelo cuando lo vi. Estaba de pie, sin camiseta, con los brazos estirados apoyando los puños en la mesa del ordenador. Tenía la mirada perdida sobre unos pañuelos manchados de sangre que reposaban en la mesa. Estaba sudado, con el pelo revuelto y muy mal aspecto.

- ¿Qué ha pasado? - pregunté alarmada. Cerré la puerta y me acerqué rápidamente a donde se encontraba.

- Déjame Diana, por favor. - Y puso la palma de su mano entre él y yo para mantener las distancias. Recogió todos los pañuelos que había sobre la mesa y los tiró a la papelera. Enseguida, cogí de la estantería una toalla y una camiseta limpia y se las ofrecí. Tomó la toalla de mi mano, sin apenas mirarme, y se secó la cara y el cuello. Luego cogió la camiseta y se la puso.

- Fer, ¿qué ha pasado? - le insistí en un tono más suave.

- Pregúntale a tu amigo. - se apoyó en la camilla y cruzó los brazos bajo el pecho, no sin antes hacer un gesto de dolor encogiendo la nariz y cerrando los ojos.

- ¡¿Jorge?! - ¿Jorge el culpable de su aspecto? No podía ser... Dijo que lo mataba y casi lo hace.

- Sí, Jorge. Tu queridísimo amigo Jorge. - replicó.

- Pero, ¿por qué? - susurré, apenas me salían las palabras. No me podía creer que mi amigo fuera el culpable de su estado.

- Eso es lo que quiero saber, ¿por qué? Dímelo tu, parece ser que eres la única persona que podrá sacarme de dudas. - Su tono era enfurecido y rabioso. Además debería estar muy dolorido, sus gestos lo delataban.

- Si tu estás así, ¿cómo estará él? ¿Qué le has hecho? - Reconozco que me asusté. ¡Pobre Jorge! Seguro que por defenderme se ha llevado la peor parte. Me sentía fatal. No sabía si salir corriendo en su busca o quedarme allí a escuchar su explicación.

- Tranquila, que está bien o incluso mejor que yo. Cuando quiere que bien saca el hombre que lleva dentro. - Cerré los ojos un instante y suspiré lentamente. Esto se nos estaba yendo de las manos a todos.

- Déjame que te vea esa mejilla - desde mi posición la veía muy roja pero no veía ninguna herida abierta, seguía sin saber de donde venía la sangre.

- No hace falta, me he puesto hielo y parece que está mejor.

- Fer, por favor. - resopló con fuerza y alzó un poco la barbilla para que pudiera verla. Me acerqué con cuidado y le acaricié algo temerosa la zona que tenía enrojecida. Él se tensó aún más con mi contacto - Te ha dado un buen golpe.

- No hace falta que lo jures.

- Pero no tienes herida. Entonces, esos papeles manchados de sangre que habían en la mesa de donde...

- De mi diente. - me interrumpió - Pero no ha sido Jorge, ha sido Silvia.

- ¿Silvia? - cada vez me parecía todo más descabellado.

- Sí, me dio con la grabadora durante la entrevista. Y no fue sin querer, precisamente. - cerró los ojos con resignación - Ha sido genial el comienzo de la segunda parte de la temporada. - dijo con sarcasmo - Tu me ves y, sin motivo aparente, huyes, literalmente. Fabio no me habla, Silvia me agrede y Jorge me da una paliza. Y ahora, seguramente, te entrará un ataque de los tuyos y me tirarás la grapadora a la cabeza. - me alejé de él dando dos pasos hacia atrás. No me gustaba su actitud. Yo no sabía nada de lo que había ocurrido y él me señalaba como la principal culpable.

El Corazón en Boxes IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora