Sollozos en silencio

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Cicatrices, las odiaba con todo su ser pues representaban lo débil que podría llegar a ser. Heridas no tan graves pero que siempre quedaban grabadas en su piel y serían muy difíciles de eliminar.

Solamente se había cortado un par de veces debido a su osadía, el precio resulto ser caro. A partir de esos momentos optó por usar una chaqueta que cubriera a la perfección inclusive las muñecas, era incomodo para dibujar y escribir pero no existía opción.

Simplemente debía ocultar todas esas cicatrices.

–Tikki- habló con voz neutral intentando que la pequeña kwami despertase, hablar con su compañera era más vergonzoso que antes pues todas las noche meditaba el profundo daño que le causaba a la pequeña-Tikki–, despierta.- comenzó a tambalear a la criatura levemente hasta que esta mostró signos de despertar.

–Buenos días, Marinette – dijo con voz adormilada al mismo tiempo en que usaba sus pequeñas manos para frotar sus ojos –Veo que hoy te haz levantado bastante temprano–indicó con una pequeña sonrisa en su rostro  –Tampoco te vez tan pálida como días anteriores–

Marinette curveó una gran sonrisa en respuesta. Era cierto, hoy se sentía más animada que días anteriores.

–Supongo que hoy los estragos no son tan fuertes o tal vez realmente me esté aliviando–contestó con cierta alegría en su voz.

Pero Tikki sabía que las cosas no estaban bien de todas formas.
En primera, la azabache presentaba comportamientos bastante extraños, incluso aterradores. La pequeña criatura quería pensar que sólo había ocurrido por una emoción fuerte producto de su "pequeña" depresión debido a la enfermedad y el rápido rechazo por parte de Adrien. Quería decirle a alguien, pero debía mantenerse oculta y la única persona en quien confiar sería Chat Noir.
Eso significaría revelar la identidad de Marinette, sin embargo estaba tan preocupada por ella que cualquier riesgo era ya cosa pequeña.

Tikki también era consciente de la identidad del felino héroe pero por razones de anonimato había dejado que las cosas fluyeran con normalidad.

Aunque todo se saliese de control.
La pequeña carmesí tomó una gran bocanada de aire y en silencio ingresó al bolsillo de la azabache en cuanto era hora de salir.

Le preocupaba, bastante por no exagerar.

Cuando ambas se habían conocido tomaron su tiempo en ser realmente cercanas, Tikki estaba decidida a conocer a su nueva portadora y protegerle de las consecuencias.
Dentro del bolsillo se abrazó a sí misma buscando una forma de consuelo.

-Haría lo que fuera por ti-susurró para si misma pues sabía que en esos momentos Marinette estaba muy ocupada corriendo para no llegar tarde al instituto.

Estableció un plan durante el corto trayecto y esperó a que el receso llegase para efectuarlo.

–Tikki, es hora de salir–indicó la joven de colectas quien abría con precaución su bolsillo para que nadie viese a su pequeña amiga.

–Marinette –respondió la criatura moteada con un tono más agudo del normal –Tengo mucho sueño, quiero dormir–sus ojos temblaban pues Tikki no podía mantener una mentira sin ser demasiado obvia en el proceso.
La azabache levantó las cejas en forma de sospecha.

–¿Enserio? –preguntó con una voz extremadamente rara, su rostro era blanquecino y sus labios se encontraban resecos, bajo sus ojos terribles bolsas colgaban como signo de problemas.

El diminuto ser tragó en seco al paso en que asintió con tal de afirmar su respuesta aunque ella misma dudase de la veracidad.

–No pude dormir durante tus clases porque había mucho ruido–mintió, las primeras horas habían sido tan pacíficas que en realidad era todo lo contrario y de no ser por la alarma de de salida ella hubiese seguido inmersa en su siesta.

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