Capitulo 9

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-¿Deberías quedarte?-, propuso el líder de la familia, a la bruja que estaba a unos segundos de salir.
-No es necesario, además ¿dónde me quedaría?-, comentó sin darse la vuelta.
-Podrías quedarte conmigo-, fue diciendo la tortuga mientras se acercaba a ella. Y cuando se acercó a una distancia, en que la chica sentía la respiración del joven mutante en su cuello el de bandana azul, hablo en susurro.
-¿Y me pregunto lo que tiene de tan importante ese libro, que robamos?-, la chica río, y algo rendida, se giró, para darle la cara al líder y susurrarle devuelta.
-Solo me quedaré si harás magia conmigo-
-No estará mal, descubrir ese poder en que insistes tanto que tengo-, le susurró de vuelta.
-Te veo en tu habitación-, y de allí, la chica se separó y rozando sus fríos dedos en la piel suave y verde del joven mutante, se fue dirigiendo a la habitación. Entonces en ese momento, el de bandana naranja apareció detrás del líder y empezó a cantar:
🎶~Leo y Onotagui, sentados en un árbol y se
B-E-S-A-N~🎶
-Shhhh-, le silencio, mientras también le tapo la boca.
-Eso no es nada cierto, solo somos amigos, de además es mi "sirvienta"-
-No le as tratado como una-, comentó el genio que estaba detrás suya.
-Porque no quiero ser cruel-
-Entonces, trátala como tal, o sino creerme que dejaré que Mickey cante esa canción todos los días, delante de los dos-, le amenazo el de rojo que estaba a su lado izquierdo.
-No os atreverías-, les reto.
-Nos estás retando. Oh as caído muy bajo hermano-, y con esas palabras dichas por él de bandana roja, el de azul le quitaron la mano de la poca de Mickey, y Raph y Donnie, le tenían sujeto de los brazos.
-Venga Mickey, canta sin parar-
-Ni se te ocurra Mickey-, le amenazo. Pero el pequeño solo fue saltando a la puerta de la habitación del de azul, que intentaba safarse del agarre de sus hermanos y gritaba:
-Mickey, no lo hagas, por favor-, pero no le hizo caso. Seguía algo débil, para quitarse del agarre de sus hermanos, y con un Mickey a unos poquísimos metros de su habitación se rindió.
-De acuerdo. Le trataré como tal que es-, dijo y luego suspiro. Sus hermanos le soltaron y se rieron a lo bajo, mientras que el Mickey, se metió en su habitación, para no ser pegado por su hermano en azul. No sabía porque pero resoplaba de manera fuerte y angustiada, sentía como sus venas le ardían; y tenía ganas de pegar a cualquiera o gritar a los cuatro vientos. Pero solo cerró los ojos, hizo su movimiento de muñeca, y se tranquilizó; vio que todo el mundo había entrado a su habitación y como siempre, apago las luces y se dirigió a su habitación. Abrió y cerró la puerta bruscamente, haciendo sonar un portazo, que con el una bruja que estaba sentada en la cama se cayo, por el susto.
-Lo siento Onotagui, no quise asustarte-, le dijo mientras la ayudaba a ponerse de pie.
-No pasa nada. Si te digo la verdad, para haber estado durmiendo casi todo el día, sigo con sueño. Será consecuencias de estar siglos sin dormir-, comentó mientras recogía el libro y lo abrazaba.
-¿Cómo pudiste aguantar tanto?-, le pregunto preocupado.
-Siendo una sombra, allí no puedes hacer mucho, mínimo hablar entre nosotros y viajar por el mundo. No podemos tocar objetos, ni comer, ni dormir, ni mucho más-, le explico la chica mientras apretaba todo vía más el libro morado entre sus brazos.
-Pues ahora podrás descansar, y si quieres puedes venir a vernos entrenar mañana-, le propuso.
-Encantada-, le respondió con una sonrisa.
-Y después nos escabullimos y me enseñas lo que hay en ese libro-, le comentó, mientras tocaba el filo del libro, dejando tocar también piel del brazo de la chica.
-Sin problemas. Entonces yo dormiré en el suelo...-
-No voy a dejar que te duermas allí, tú te mereces la cama, tú no as dormido en toda tu vida-, le interrumpió.
-Pero no te puedo dejar dormir en el suelo. Tengo una idea, durmamos juntos-, propuso la de ojos violeta.
-¿En la cama?-, pregunto el mutante algo tímido.
-Claro, ¿dónde creías, tonto?-, le dijo, mientras le tocó de nuevo la nariz, haciendo ruborizar al mutante.
-No, na-nada-
-Pero antes de dormir, arreglemos lo que hizo esa sombra en ti-, comentó la chica señalando los arañazos de todas partes, y con un movimiento de mano, el cuarto se fue arreglando solo.
-¡Me tienes que enseñar ha hacer eso! Me sirviera de mucho en esta familia-, le pidió mientras miraba como los arañazos desaparecían y las cosas rotas se arreglaban.
-Es muy sencillo, tan sencillo como el de hacer que cosas aparezcan y desaparezcan. Además de poderte cambiar de ropa al instante-, comentó, para luego chasquear los dedos y de repente su ropa se transformó en unos pijamas, unos shorts y una camiseta de tirantes que decía "Bad is the new good", eran negros y morados. Mientras la habitación se arreglaba, la bruja fue poniendo su pelo largo en una coleta alta, una palmera. Una vez todo arreglado, la chica comida y la tortuga sin equipamiento, y sin bandana; se sentaron en la cama, en silencio. Un silencio algo incómodo, pero ninguno se le venía con algo para hablar.
-¿Nos vamos a dormir?-, pregunto la chica.
-Claro-, le respondió la tortuga, y con eso la chica se tumbó dándole la cara a la pared y luego el joven mutante se puso detrás suya, mirando la espalda de la chica. Y como algún reflejo, puso su brazo al rededor de la cintura de la chica, que al notar el tacto sonrió, y entrelazo su pierna con la del mutante. A unos pocos momentos de poder cerrar los ojos, el joven mutante comentó:
-Te voy a tener que tratar como ni sirvienta. Espero que no te importe, pero es que mis hermanos me an amenazado-
-No me importa, por algo lo seré. Pero no deberías caer en las amenazas de tus hermanos, ¿no eras tú el mayor?-
-Sí-
-Pues comporte como tal. Castígalos, enójate con ellos, mándalos fuera de donde estás cuando no quieras verlos, ignora sus amenazas. Y no te preocupes, si te hacen algo, ya les castigo yo-, le dijo la bruja, haciendo que el que tenía su brazos en su cintura riera a lo bajo.
-Tienes bastante razón. No debería ser tan bueno con ellos, me deben hacer caso a mi y no yo a ellos-
-No dejes que crean que eres fácil de amenazar, fácil de hacer burla-
-Lo haré. Desde mañana voy a cambiar, y trátalos como los hermanos menores que son. Muchas gracias, Onotagui, eres la mejor amiga que podría tener-
-Eres mi único amigo, pero me alegra que seas tú-, y con esas palabras se fueron a dormir.

El lado que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora