Capitulo 12

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Todo era oscuro,
podía sentir como algo le cogía
de muñecas y piernas.

Entonces una risa le hizo mirar al frente.
-Por fin despiertas
La voz venía de una sombra, con ojos negros.
-¿Quién eres tú?
-Tu-
Y empezó a reírse de nuevo, el que estaba de encadenado, solo podía sentir miedo al oír la risa.
-Y-Yo no tengo un ahora tan oscuro
-¿De veras? Pues pregúntale a tu maestro
En ese momento empezó a intentar safarse de las cadenas, empezando a gritar:
-¡¿QUÉ LE HAS HECHO!?
-En verdad será, ¿qué has hecho tú?
Y volvió a reír, se fue acercando al que estaba encadenado;
el que intentaba huir de sí mismo.
-Vas a estar muy alegre, al saber que muy pronto,
tus hermanos te obedecerán.
¡POR EL MIEDO!
Se hinchaba de risas, mientras el otro le enviaba miradas de odio.
-Ni se te ocurra acercarte a ellos
Pero fue callado, ya que la sombra le cogió de las mejillas y los apretó juntos, haciendo que se callase.
-Ya lo hice

El líder en azul despierto con los ojos bien abiertos, para ver qué estaba tumbado en el dojo, y su cabeza estaba encima de las piernas de alguien.
-Tranquilo, no debes despertarte así, has comenzado a tener un poco de fiebre-, al instante reconoció la voz, y supo que su cabeza estaba en las piernas de la bruja. Se habría colorado, si no fuera que esa pesadilla se repitiese una y otra vez; algo que noto un mutante que se estaba vendando el brazo, para que el dolor pudiera bajar, mínimo un poco. Entonces oyó a su hijo decir su nombre varias veces, y preguntando dónde estaba; y antes de poder parpadear su hijo mayor estaba delante suya, le miraba culpable, con miedo y muy preocupado.
-Se-Sensei, lo lamento tanto, yo no quise. Pero no pude retenerlo, era demasiado poderoso-, se disculpaba, mientras se frotaba una de sus muñecas, el padre noto, como había marcas negras en las dos muñecas, y en las piernas; algo malo había pasado mientras se había desmayado.
-No te disculpes, ese no eras tú, pero lo único que podrás hacer para que no te conquiste más veces; aunque me arrepentiré después de decir esto, pero debes aprender a ser un mago o brujo, y despertar ese poder que tienes-
-Estas diciendo, que podré practicar magia, con Onotagui-
-Sí hijo mío, y empezando ahora, os doy mi permiso para salir de la guarida-, no podía dejar que sus otros hijos sepan de esto, o sino empeorarían la situación, por empezar a tener miedo a su hermano y alimentar al sé que intenta esconder. Su hijo no decía nada, sólo miraba el brazo vendado de su padre, y sin decir palabra lo toco; entonces una luz rodeó el brazo y al instante el dolor desapareció. El Sensei sonrió, al ver cómo al menos había algo sabía hacer a la perfección, y que siempre hay esa parte dorada en el. Luego pudo fijarse en la gran sonrisa de su hijo, y como le miraba a los ojos, algo le recordaba cuando era bastante pequeño y le había vendado por primera vez, el mismo brazo al Sensei; uno de sus mejores recuerdos, uno que no se dejó en una esquina. De allí observo, como su hijo mayor, se iba lentamente al exterior de su habitación; mientras la bruja había estado fuera esperando pacientemente y pidiendo oír y sentir lo que hacían, estaba alegre de que el Sensei le dejara aprender la magia, pero sabía perfectamente que siempre habrá un brillo de bien en ese chico, y le iba a costar quitárselo. Una vez que vio cómo el mutante de bandana azul, se acercaba a ella, se puso de pie y le miro con una sonrisa.
-¿Te gustaría ir, no se, fuera para que me enseñes lo que hay en ese libro tuyo?-, la bruja río y sin decir palabra, cogió de la mano al joven mutante y salieron corriendo fuera del dojo, llamando la atención de los otros, que solo pudieron oír risitas entre esos dos, y luego ver cómo en la mano de la bruja, aparecía el libro que no hace mucho dijeron que había sido robado. Y cuando vieron como salían de la guarida, cogidos de la mano, decidieron ir y seguirlos, pero antes de poder salir de la guarida, un ser detrás suya les paro.
-¿A dónde crees que vais?-
-Sensei, Leo y la bruja han salido-
-Yo le he dado el permiso, vuestro hermano no ha estado bien estos días. Y necesita su espacio-
-¿Y qué hace la bruja con el?-
-Ella puede ayudarlo-
-¿Cómo?-
-Eso ya no os interesa-
-Sensei, ¿qué pasó allí dentro? ¿Por qué nos echo y dejó a Leo y ella con usted?-
-Si no lo hubiera hecho, uno de vosotros estaría de lo más herido. Leonardo iba a hacer, algo que después se iba a arrepentir; por eso os saque, por vuestra seguridad y el de él-, con eso el Maestro rata, volvió dentro del dojo, para entrar en su trance de meditación. Ninguno de los otros presentes no entendían nada, Leonardo nunca haría daño a alguien, y especialmente uno de sus hermanos. Pero desde que esa bruja apareció, Leo había pasado por varias situaciones, primero caí en una enfermedad que fue causado por una tal sombra de vida; luego apareció contestando a la chula del de rojo, y luego entre los brazos de la bruja y una sonrisa en el rostro del líder, al oír cómo robaron el libro. Después está cuando, le amenazaron, se había portado de manera distinta, pero creyeron que solo fue, porque todavía no tenía suficiente fuerzas; también está cuando le hizo al broma a la mañana, y después no les dejara comer con él en el desayuno. Y por lo último, dejó que la bruja pegase al portador de los sais, y ni se preocupó de el; y al final del todo, cuando el Sensei los echo del dojo.

Algo raro le pasaba a su hermano, y no era porque se sintiese enfermo.

El lado que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora