Capitulo 15

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Los adolescentes, que no fueron permitidos salir, se habían acostado. Esa noche se daban la cara, tenían sus piernas reliadas entre ellas, el de ojos azules tenía su brazo alrededor de la cintura de la chica, y la bruja apoyaba su frente en el pecho del mutante. Alguien fue abriendo la puerta lentamente, viendo al mutante sin ninguno de sus equipamiento puesto y la bandana colocada delicadamente en la mesita de noche. Luego miro a la chica, vestida con una camiseta de tirantes morado que en negro decía "No existe el bien ni el mal, solo son escasas para tus decisiones", unos shorts sueltos morados, y su cabello largo sujeta en una coleta alta; las posturas les habría parecido tierna, si no hubiera pasado nada de ese día. Cerró de nuevo la puerta y se dirigió a meditar en el dojo; sin saber que había dejado entrar en la habitación, al espíritu que iba a torturar a una cierta chica.

Todo era en blanco, algo que asustaba a la chica que se encontraba en medio del lugar.
Sentía como algo bastante malo iba a ocurrir.

No había cambiado de ropa,
algo que también significa algo de lo más
peligroso.

Entonces oyó esa voz, la voz que tubo miedo a desde los cinco años, desde que cayeron al mundo de los espíritus.

-¡¿CÓMO PUDISTEIS!? Le tenias allí, a tan solo tenías que cogerlo y ¡SOLO LE SEGUISTEIS EL BESO!
¡¿CÓMO PUEDO CREER QUE ERES
MI HIJA?!

La joven no dijo palabra.
Sabía que había desobedecido a su madre.
Solo por seguir, lo que su corazón quería y no su mente.

-¡Vas a tener un buen castigo!
Y con esas palabras, empezaron a aparecer objetos afilados.

Los primeros los pudo esquivar, pero al rato tuvo que empezar a usar encantamientos de protección.
No era suficiente.

Un objeto se hincó en su brazo izquierdo, dando la adelantera para que otros se fueran uniendo a su cuerpo.
No podía soportar gritar, sentir como las lágrimas caían y no podía hacer nada más que sentir como le traspasaban la piel.

Ya, con suficiente sangre perdida, sé quedo inconsciente.

Fue abriendo poco a poco los ojos, solo para notar que estaba de vuelta en el dojo. Y podía oír cómo alguien lloraba, un llanto que significaba dolor y desesperacion.
Fue intentando levantarse, pero le dolía todo, noto que estaba llena de vendas y luego miro que el que lloraba, era el mismo chico con que se quedo dormido.
-¿Leo?-, fue lo suficiente que tuvo que decir, para hacer que la tortuga parase de llorar, y le mirase. Este se abalanzó a ella y le abrazo, como si fuera el fin del mundo; le dolió un poco, pero solo le abrazo de vuelta. Pero pudo notar como una persona en especifico la miraba; ella miró hacia delante, sin decir nada, solo para ver al maestro rata, mirándole con una pequeña sonrisa. Pero no era una sonrisa de felicidad, estaba enseñando un "Gracias", le estaba agradeciendo a la bruja; por algo que ella no entendía. Una vez que termino el abrazo, el líder en azul, la miro con ojos cristalinos; y pudo notar que el suelo del dojo, estaba manchado de sangre.
-No me asustes así otra vez, por favor-
-Pero, ¿qué pasó?-, pregunto algo confundida la bruja, pero antes de que el de azul pudiera decir algo, el maestro le interrumpió.
-¿Leonardo, puedo hablar con ella a solas, por favor?-, le pidió, la rata maestra.
-Claro Sensei-, le respondió tristemente el ninja, para luego salir del dojo, sin antes mirar a Onotagui y darle una sonrisa, que ella con cariño respondió. Una vez fuera, el Sensei se puso de rodillas delante de la bruja, para llegar a su altura, ella algo confusa, solo se posicionó en en forma de la flor de loto.
-Debería discúlpame. Me dejé llevar por el Aura que traías, y no me fijé con quien habías vivido y donde-, se disculpó el Sensei. Pero ella le miro con los ceños fruncidos y sólo respondió con un:
-Vaaaaaleeeee-
-También debo decirte gracias. Por proteger a mi hijo así, desobedecer a una madre como la tuya es muy peligroso. Pero ¿por qué?-, le pregunto el maestro, porque no entendía, si no hace mucho le amenazo con matar a su hijo, y ahora lo está protegiendo. No era algo, que digamos, normal.
-Me deje por lo que me decía el corazón, y no la mente. Pero ¿cómo sabe usted de esto?-, le explico en un tipo de susurro algo audible para que los oídos de la rata los notarán. Y supo al instante, que la chica, intentando enamorar a su hijo de ella, había caído en su propio hechizo de amor.
-Cada vez que Leonardo te trae aquí, puedo ver lo que te está haciendo tu madre en tus sueños. Lo que no sabe es que, al estar aquí, esas heridas pueden hasta matarte; si no fuera por Leonardo, que reacción al instante, estarías en coma, ahora mismo-, le explico. Mientras tocaba el hombro de la chica, lo que ella no sabía, era que el maestro, estaba leyendo su aura, que enseñaba una poca parte llena de luz y amor, que fue siendo alimentada, por cada beso que le dio el mutante de ojos azules.
-Le diré mis gracias, ahora cuando salga. Pero, si no le importa, Splinter ¿me harías un gran favor?-, le pidió, de una manera suplicante. No quería volver a tener que pasar por el mismo trance otra vez; cada día los castigos se hacían peor, y no quería saber cuál iba a ser el siguiente.
-Cualquier cosa-, le respondió el maestro. Haría cualquier cosa, por devolverle el favor de proteger a su hijo, y sacrificarse por el cada noche que pasaba.
-¿No tendrás algo que me pueda ayudar con estos sueños?-, le pregunto, mientras jugaba con sus dedos nerviosamente. Y miraba el suelo, algo avergonzada, por pedirle algo, a la persona que no hace mucho amenazo.
-Podría, espera un segundo aquí, por favor-, le pidió el Sensei, antes de entrar en su habitación.

El lado que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora