Capitulo 13

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Los dos adolescentes, se encontraban riendo por los túneles abandonados; reían de una manera que algunos dijeran que son pareja, y si lo decías en la cara, primero se colorarían y luego te pegarían.

Habían encontrado, otra estación abandonada, y la bruja había hecho su trocó de dedos, para que la estación se fuera arreglando sola. Habían colocado una mesa en el centro, y allí reposaba el famoso libro, de telas moradas, hojas delicadas y letra bien cuidada. Una vez que la estación estaba listo, la chica se colocó delante del libro y espero, a que el mutante apareciera; entonces alguien le abrazo por detrás, y apoyo su barbilla en el hombre de la bruja.
-¿Estas preparado?-, le pregunto la de ojos violetas con una sonrisa, y una mano en la portada del libro.
-Creo que sí-, le respondió el joven de ojos azules, que se separó de la de pelo de dos colores y se puso el lado de ella.
-Y dime ¿qué es este libro tan importante?-, pregunto curioso, el joven mutante.
-Era mi diario. Aquí está, todo lo que vi, todo lo que hice, todo lo que aprendí; y ahora me gustaría enseñárselo a alguien, alguien que sea un buen portador, que aprenda rápido y que sepa después usarlo bien. Y tú fuiste el candidato perfecto-, le explico, mientras acariciaba el libro.
-Pues me encantará aprender, y te prometo que no te defraudare-, le prometió, mientras le miraba a los ojos.
-Entonces, comencemos, pon tu mano en el libro y repite conmigo-, le ordenó la nueva maestra del líder, y obedientemente puso su mano en el libro. Pudo sentir todo el poder que conservaba ese libro, y le fueron pasando imágenes de lo que podría hacer con el, pero él no sabía que el libro le estaba llenado de oscuridad, alimentando al ser que debe esconder; y como un acto reflejo, no pudo evitar sonreír de lado, una sonrisa de malicia. La bruja al notarlo, también sonrío, y con eso empezó la clase.
-"Yo prometo aprender cada uno de estos encantamientos, y tras saber cada uno, de estos hechizos, dejaré que cualquier tipo de magia me pose. Con lo aprendido, lo usaré para lo que el libro me pida"-, y sin saberlo, la boca de Leonardo hablo por sí solo.
-Yo prometo aprender cada uno de estos encantamientos, y tras saber cada uno, de estos hechizos, dejaré que cualquier tipo de magia me pose. Con lo aprendido, lo usaré para lo que el libro me pida-, entonces el libro fue cociéndose solo en la portada, y en tela negra apareció los nombres de los dos jóvenes. Luego el mutante sintió un quemazón en su mano y lo quito del tiro; la bruja solo cogió la mano verde, que antes estaba en la portada. Se pudo ver un dibujo en su mano, no sabía lo que significaba, pero daba la sensación de una buena cantidad de energía; era negro y tenía un tipo de orden:

 Se pudo ver un dibujo en su mano, no sabía lo que significaba, pero daba la sensación de una buena cantidad de energía; era negro y tenía un tipo de orden:

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No sabía lo que era, pero parecía fascinar a la chica de ojos violeta.
-Ya sé que enseñarte primero-, le explico la chica. Entonces chasqueo los dedos y varios objetos aparecieron delante suyas; luego abrió el libro, y miro un párrafo escrito en tinta negra y luego miro de nuevo al mutante.
-Vas a levitar esos objetos-, le explico la "Maestra"
-¡¿QUÉ!?-, grito sorprendido el mutante.
-No grites. Me acabas de romper los tímpanos, y no te digo como duele-, comentó frotándose la oreja.
-Lo siento-, se disculpó mientras se tocaba los dedos.
-No es complicado, mira solo tienes que dejar que la magia salga, ella sabrá lo que hacer-, con eso explicado, el mutante trago seco y mientras se tocaba nerviosamente los dedos se puso delante de los objetos. No sabía qué hacer, ni cómo dejar la magia hacer su trabajo; solo miro hacia atrás y vio como la ojivioleta le miraba con una sonrisa. El la respondió con una sonrisa nerviosa, volvió a mirar los objetos; cerró los ojos y respiro hondo, junto sus dos manos y se relajo. Abrió los ojos de golpe, solo para enseñar día ojos totalmente dorados, y todo empezó a levitar; al principio todo parecía controlado, hasta un punto, en que la chica empezó a sentir como empezaba a flotar. Y cuando vio que todo estaba flotando, a excepción del mutante empezó a llamarlo.
-Leo, ¿Leo? ¡Leo! ¡LEONARDO!-, y al último grito, la tortuga reaccionó, y todo empezó a caer, el joven mutante vio cómo la chica flotaba y luego como todo poco a poco caía, y al último segundo noto lo que iba a pasar. En un instante la bruja empezó a caer.
-¡Ahhhhh!-, pero entonces no sintió como se estrellaba contra el suelo, sino dos brazos. Miro a la derecha, solo para ver unos ojos azules y una sonrisa; no sabía dónde estaba, ni cuando, tampoco le importaba. Solo quería quedarse la eternidad mirando esos preciosos ojos azules; y sin notarlo se fueron acercando, acercando a una distancia de beso.

Mientras estos se acercaban, una sombra sonreía con malicia, si solo su hija y ese mutante unieran sus labios, la ojimorada, podría quitarle todo ese poder que el conservaba. Y con eso, y el poder de su hija, podría salir de ese mundo encerado; lo que no había avisado a su hija, era que alguien debería derramar sangre, seguramente la sangre de alguno de esos dos.

Pero esos planes suyos dieron un giro, al ver cómo los adolescentes se besaban y su hija se dejaba llevar. No hacía más que besar a la tortuga, no se movía, no hacía ningún hechizo, no le quitaba nada del poder del otro; eso enfado bastante a la sombra, que desapareció para decidir qué castigo mortal iba a darle a la ojimorada.

No se creía que su hija se hubiese
enamorado del enemigo.

El lado que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora