Capitulo 10

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Una mañana nueva en las alcantarillas, y una bruja durmiendo al lado del mutante de ojos azules, que rodeaba la cintura de la chica con su brazo. Entonces una alarma despertó de golpe al mutante, que cayó al suelo llevándose con si a la bruja; la bruja había caído debajo de la tortuga y estaban rozándose los labios, literalmente, y sin saberlo se sonrojaron en un rojo muy notable. Algo que sorprendió una sombra, que había estado vigilándolos toda la noche, y se había metido en el sueño de su hija; pero los dejo solos, tenía que pasar cualquier cosa para que ella pueda salir de aquí. Después de unos segundos, que parecían minutos, y minutos que parecieron horas; la tortuga reaccionó y se puso de pie, luego estrechó su mano para ayudar a la bruja a ponerse de pie, y sin ninguna palabra en el medio lo cogió y se puso de pie.
-Eee. Bue-buenos días-, dijo la tortuga mientras se rascaba la parte de atrás del cuello.
-Buenos días-, le respondió, con una sonrisa y con un poco de sonrojo, que todavía no se había desaparecido.
-Bue-bueno, ¿de-deberíamos vestirnos?-
-Cla-claro-, y con eso, la chica chasque sus dedos y su vestimenta, se convirtió en un traje ajustado de color negro, de escote corazón; unos tacones a juego y el pelo suelto y sobresaltando el morado.
-Hecho-, comentó la de ojos violetas.
-Tu tienes suerte, yo no sé hacer eso-, le dijo con los brazos cruzados.
-Solo piensa en lo que te quieres ponerte y chasque tus dedos-, le explico.
-No puede ser tan fácil-, comentó el mutante.
-Si no piensas bien, puede aparecer cualquier cosa, y cualquiera es cualquiera-, le advertido la bruja.
-Déjame intentarlo-, el mutante pensó en su equipamiento, puesto en el y luego chasque los dedos, y en menos de un segundo ya estaba vestido, menos la bandana.
-Felicidades, aprendes rápido-, le felicito la chica.
-Gracias-, fue lo último que dijo el mutante, antes que los dos salieran de la habitación.
-Hora de despertar a los menores-, comentó y luego se fue acercando a la puerta del de rojo.
-Espera, hay una manera más gracioso-, comentó la bruja, haciendo parar a la tortuga.
-Te escucho-, le dijo mientras se giraba.
-Con un simple hechizo, puedo hacer que los despertadores suene, y luego les caiga agua, mientras nosotros estamos a salvo de gritos y puñetazos en la cocina, riéndonos sin parar-, le explico con una gran sonrisa traviesa.
-Pues no esperes, tengo ganas de hacer mi venganza por lo de anoche-, le dijo mientras frotaba sus manos.
-Empecemos-, y se dirigieron a la cocina. Se sentaron en sillas al lado de cada uno y se miraron con sonrisas traviesas.
-Entonces como lo vas ha hacer-
-No lo voy ha hacer yo, lo vas ha hacer tu-, le explico, el mutante trago seco, la última vez que uso su poder, la chica al lado suya quedo inconsciente.
-No te preocupes, solo tendrás que decir estas palabras-, le tranquilizó la chica, mientras le tocaba el hombro. La chica puso su libro morado encima de la mesa, el joven mutantes, ni noto que lo tenía; la bruja abrió el libro, dejando ver páginas amarillentas y delicadas, y en tinta negra, en una escritura bien cuidada, señaló uno de los textos.
-Léelo, en alto-, le ordenó la de ojos violetas.
-Yo con este hechizo, hago la venganza que ellos se merecen. Despertarlos de manera en que se arrepentirán de haberme amenazado y nosotros nos podamos reír-, una vez que dijo eso el libro empezó a brilla, y una niebla verde salía de el, dirigiéndose a las habitaciones de los hermanos que estaban dormidos. Entonces se pudieron oír cómo tres alarmas sonaban, y después como tres mutantes gritaban:
-¡LEO!-
Desde la cocina, la bruja y el mutante se reían a carcajadas, no podían parar, y empezaron a no poder respirar de tanto reír, cuando vieron a tres mutantes llenos de una viscosidad verde, y con caras que echaba humo. Entonces la situación se puso aún más gracioso, cuando oyeron como alguien entraba a la guarida, y al ver a los tres mutantes menores, se unió a las risas.
-¿Qué os a pasado chicos?-, pregunto una pelirroja de ojos celestes.
-Que Leo nos ha echado esta cosa verde-, le explico el de bandana roja
-Yo he estado aquí toooooodo el tiempo-, se defendió el de ojos azul.
-Bastante cierto-, fue diciendo la bruja mientras cerraba su libro de telas moradas y lo hacía desaparecer mágicamente.

Con los menores haciendo cola para ir a ducharse, y con las dos chicas y el de ojos azules, tranquilizándose. April miro atentamente a la chica bruja, y sus poderes le decían que no era de fiar, y la maldad la rodeaba.
-Onotagui, esta es April. April está es Onotagui-, les presento la tortuga, las nombradas se dieron la mano, una bruja con sonrisa y una chica insegura.
-Encantada-, dijeron a la vez. Leo notaba la inseguridad en April, algo, que no sabe porque, le enfado un poco; ya presentadas la chica pelirroja se fue con el genio, yo los dos traviesos se quedaron en la cocina.
-¿Qué quieres para comer?-, pregunto la chica.
-No tienes que cocinar, ya tenemos un encargado-, le respondió.
-Me da igual, ya eligió yo-, y con esas palabras chasque los dedos, y un majar de comida aprecio. Montañas de tostadas, todo tipo de cereales, mermeladas de cualquier sabor, boles llenos de frutas y muchiiiiiiiisimo más.
-Madre mía-
-Todo para ti y para mí. Para nadie más-
-Estoy bien con eso-, y dicho, empezaron a comer, se notaba como la energía subía y sentía bastante mejor que el otro día. En salud y sentimientos. En medio de terminar el banquete, aparecieron los otros, y relamiéndose los labios se fueron acercando; pero algo los retenía, era un tipo de barrera invisible.
-Lo siento mucho, solo para nosotros dos-, les dijo la bruja.
-¿Qué es? ¿Una cita? ¿O qué?-, ese comentario de parte del de rojo, hizo que los dos que estaban comiendo se sonrojasen y luego dejando lo que comían, se miraron.
-Me perdonas un momento, Leo-, le dijo la bruja, para luego levantarse y dirigirse al mutante de bandana roja, que tenía sonrisa pícara y los brazos cruzados. La bruja se puso justo delante de la tortuga, y luego miro al mutante que tenía detrás suya y con cara suplicante, pregunto:
-¿Puedo?-
-Adelante-, y con el permiso que le dio su "amo", vuelvo a mirar al que se cruzaba de brazos, tenía tanto odio en su mueca que los de alrededor, menos el de azul, dieron dos pasos hacia detrás.
-¿Qué me vas ha hacer? ¿Me vas a pegar?-, le pregunto burlón el de rojo. El de azul se rió por abajo, y tenía esa cara que decía »Estas en un buen lío«. Y con eso, la bruja empezó a hacer un conjuro entre sus manos, y ya terminado, sonrío de lado de manera amenazante y luego le dio un puñetazo que hizo que la tortuga volase a la otra punta de la sala. Todos, menos el líder y la bruja, fueron a ver si estaba bien; mientras los sobrantes se fueron andando al dojo, mientras reían. Algo que no era normal del líder, de que el al ver a uno de sus hermanos heridos fuera corriendo y decirle si estaba bien.

Algo muy malo le está pasando
a su hermano.

El lado que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora