Capitulo 8

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Volvía ha estar en esa habitación,
Pero esta vez no estaba encadenado.
Pero se sentía demasiado débil.

De lejos pudo oír a alguien reír,
Y con las únicas fuerzas que tenía
Consiguió ponerse de pie.

Fue dando pasos lentos, sin saber de dónde venid esa risa. Pero cuando creyó que solo fue una ilusión, vio unos charcos de sangre y curioso y lleno de medio los siguió.

Por cada charco que pasaba podía oír cómo alguien gritaba y lloraba.
También se oía como algún objeto de tela bajaba y subía el aire.

Entonces lo vio, allí estaba la chica de cabellos negros y morados, y de unos ojos morados, que perdían color.
Pero tras esa chica había una mujer, parecida ella pero más mayor.

La bruja que él conocía, allí parecía años menor, como de 12 años.
Pero lloraba de dolor y gritaba cada vez que la mujer tras suya le daba con el objeto.

-¡MADRE POR FAVOR, PARA!-,
gritaba la joven chica. Entonces la mujer la cogió del pelo y le miro con desprecio y odio.
-Eres una deshorna para tu apellido
-Lo siento
-Perdonar te hace débil, aprende por una vez

Y de allí la mujer se fue dejando a la chica sola llorando a mares.
Él quería ayudarla, pero algo le retenía.
Una barrera invisible, solo dejándole ver dolorosamente como la chica lloraba.

Fue abriendo los ojos, solo para ver qué estaba tumbado en el dojo; luego abriendo un poco más los ojos, pudo notar que estaba encima de alguien, y que alguien tenía su mano en su frente. Al mirar a un lado, se sonrojó, se había quedado dormido encima del pecho de su amiga bruja; al instante se quitó de encima suya; despertando a la chica por el camino. La de ojos violetas, bostezo, mientras se ponía recta, y con algo de sueño se puso de pie; se fue estirando, y miro al mutante con una sonrisa y luego dijo:
-Gracias-
-¿Por qué?-, pregunto confundido el mutante.
-Por haberme curado, tonto-, le dijo tocando su nariz, haciendo sonrojar todavía más; algo que alegro a la chica.
-¿Qué hora es?-, pregunto el mutante, cambiando de tema. Entonces la chica chasqueo los dedos, y un reloj de viaje, uno de los que tenían los mayordomos, apareció en su mano.
-Las Díez y cuarenta y nueve. ¿Por qué preguntas?-
-¡El patrullaje!-
-No te preocupes, tus hermanos ya fueron-, comentó una voz por detrás de la tortuga.
-Y vosotros dos os quedarais aquí, no estáis de salud para salir-
-Pero Sensei, pueden estar en peligro-
-Y puedan que no-
-¿Y si me necesitan?-
-Leonardo estarán bien-
-No. No lo estarán, necesitan a su mandón líder-
-¿Acabas de admitir que eres mandón?-, pregunto la chica, detrás del de ojos azules.
-Puede-, le respondió después de recordar sus palabras.
-Leonardo, tú y Onotagui se quedaran aquí, sin ninguna discusión más-, termino el Padre.
-Hai Sensei-, respondió algo deprimido, mientras salía del dojo, con la bruja tras suya. Una vez fuera de esa sala, la bruja se puso delante del chico y le hizo parar en seco, antes de chocar. Aunque parando a una distancia de beso; algo que hizo sonrojar a la tortuga.
-Leo escapemos-, propuso la traviesa.
-El Sensei, dio órdenes...-, pero fue interrumpido
-Pero no dijo nada de que no puedas salir para ayudarme-, comentó la bruja.
-Cierto, ¿pero de veras necesitas mi ayuda?-, le pregunto.
-Claro que lo necesito, ¿me ayudarás?-, le dijo mientras cogía la mano del chico.
-Agg, da acuerdo-, y de allí la bruja le tiro de la mano, sacándole de la guarida.

Los dos que se habían escapado de la guarida, se encontraban a dos edificios del museo de New York.
-¿Para qué quieres entrar allí?-
-He estado encerrada entre las sombras desde la Edad Media. Me gustaría saber lo que an descubierto-, mintió la ojivioleta. Y de allí, saltaron al tejado del museo, los dos tenían los ojos en blanco; la chica extendió los brazos, haciendo aparecer una capa y con ella, una niebla negra.
-Desloquea dotiene-, y con eso las cámaras pararon de reproducir, los de afuera y dentro, solo se podía ver la última imagen que habían dado. Luego el portador de Katanas, creo un agujero suficiente grande para que él y la chica cambiaran; saltaron por el y cayeron en un silencio, como la pluma misma. Sus ojos volvieron a la normalidad, y la chica se convertido, como un crío en una tienda de chucherías, y el mutante como el padre.
-Onotagui, no toques nada-
-Ya ya-, y de allí la chica se fue corriendo por los pasillos, a una velocidad, que ningún humano en años de práctica pudiera ir. Pasaron por la era de los samurais, luego por la estación de la reina Victoria, de Inglaterra y poco a poco vio todo; pero la chica paro en una zona especial:
La Edad Media
-Si no quieres entrar, no necesitas hacerlo-
-No, no. No estará mal ver los viejos tiempos, en que estaba feliz y mi madre no me odiase tanto-, con esas palabras entro a la sala, dejando a una tortuga que sentía pena por su nueva amiga. Cuando el joven mutante entro, noto como la chica tocaba delicadamente una vitrina de cristal, con un libro dentro, era de tela morada y parecía bastante viejo.
-Sabias, esto era mío-, le comentó la chica, bastante triste, pero intentando ocultarlo con una sonrisa. Esa sonrisa no era suficiente para engañar al mutante, y quería ayudar a su amiga a sentirse mejor, y decidió hacer lo peor posible para su reputación.
-Si es tuyo, cogelo, no tienen derecho de quitarte algo importante-. La chica le miro, y con los ojos cristalinos, le abrazo.
-Eres un gran amigo-, dijo la chica entre el abrazo, el de ojos azules se coloro, pero dijo:
-¿Y cómo lo cogemos?-
-Pues podría...-, fue diciendo para después poner sus manos en el cristal y decir:
-Abrismo sin lorma-, las manos empezaron a brillar, pero se apagaron del tirón.
-Por la magia del libro. No puedo, el libro está encantado por mi madre, porque me dijo que era una pérdida de tiempo, y lo encanto. Porque tengo que tener esta mala suerte. No pasa nada podré coger otro, y esta vez terminarlo. Venga Leo, vámonos-,  fue diciendo mientras se iba, con una triste mirada, Leo se sentía destrozado y no lo dejo ahí. La chica ya estaba por la puerta cuando se oyó una alarma, luego miro hacia atrás y vio cómo Leonardo venía corriendo con el libro en su mano y la vitrina rota.
-¡CORRE, TENEMOS DIEZ MINUTOS ANTES QUE LA POLICIA VENGA!-, comentó gritando, mientras cogio en modo "princesa" a la chica y salía corriendo por el museo. La bruja reía, era divertido, era sorprendente y gracioso, lo que hizo su "amo", había dañado su reputación solo para coger un simple libro, que hace tiempo le iba a pertenecer a ella. Cuando estuvieron debajo del agujero, la tortuga le dio el libro a la chica, que lo cogió con una mano y la otra lo puso alrededor del cuello de la tortuga; este sacó su gancho y lo hizo engancharse al tejado y con un segundo pulso en el gatillo, salieron por el agujero en el cristal. Y de allí fueron corriendo, en sus propias patas hasta la alcantarillas, y en todo el silencio que podían entraron en la guarida y se dirigieron a la cocina. Ya allí y sentados en sillas diferentes, soltaron las risas que tuvieron que aguantar.
-Deberías haber visto tu cara-
-Y la tuya al ver que tenía tu libro-
-Fue para partirse-, dijeron a la vez. Estuvieron riendo un rato más, hasta que oyeron como tres mutantes entraban a la guarida, y se dirigieron a la cocina.
-Mira quién tenemos aquí, si es el que se perdió el mejor patrullaje del mundo. Uno sin ti-, dijo el de rojo, para terminar con una risa.
-Muy gracioso, yo he tenido un buen tiempo aquí, sin vosotros-, le respondió el líder, mientras se levantaba de la silla y salía, seguido por la bruja, que antes de salir les miro con una cara de odio, que estremeció a cada uno de ellos. Y ya seguros que la bruja se había salido, empezaron a hablar.
-¿Qué tiene la bruja con nosotros?-
-Que nos burlamos de Leo-
-¿Qué tiene con Leo?-
-A lo mejor le gusta-, comentó el menor haciendo un corazón, con sus manos, y dirigiéndose lo a los dos adolescentes que se encontraban sentados delante de la televisión.
-Me estás tomando el pelo, ¿verdad?-, le dijo el propietario de los sais.
-Podría ser verdad, están algo muy juntos por solo haberse conocido hace un día y medio-, apuntó el genio. Pero antes de continuar, fueron interrumpidos por un grito:
-¡Noooooooooooo!-, y luego de eso hubo una risa.
-¡¿Qué pasa!?-, gritaron los tres hermanos juntos.
-Las noticias an interrumpido héroes espaciales-, dijo triste el de bandana azul. Los tres hermanos menores rodaron los ojos, pero las noticias les llamó la atención:

Acaban de robar en el museo de Nueva York
Fue un libro muy antiguo y caro.
Encontrado en la Edad Media.
Era de telas moradas y de ojos rotas, si sabéis algo de él, por favor informad a la policía o el museo.

Entonces notaron como los que estaban delante de la televisión sonreían de manera extraña, de una manera de felicidad o orgullo, algo que sorprendió que viene era del líder. Entonces notaron el libro entre los brazos de la chica.
Era exacto al que describieron, ¿qué habían hecho mientras que ellos estaban de patrullaje?

¿Qué estaba haciendo la bruja, al
Leonardo que conocían?

El lado que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora