Capitulo 20

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La pareja se dirigía, a su pequeña guarida, o clase. Sin saber que otros tres ser, les seguían, entre sigilos y sombras.

La sombra en rojo, le daba rabia ver cómo la pareja actuaba como, pues una pareja. Según lo que había oído decir, infantilmente, el mayor, su maestro había aceptado el "amor" de los dos; algo que hacía que quisiera pegar a alguien o gritar a los cuatro vientos.

Al inocente, en otra mano, le gustaba ver tan feliz a su hermano mayor. En la manera en que sonreía, hablaba, reía y abrazaba a la bruja; pero no notaba los gestos negativos de sus hermanos mayores, no notaba que era malo enamorarse de alguien como esa chica.
Poderosa y malvada

El genio, no le importaba, si fuera malvada o que fuese buena. Lo que le afectaba más, era en la manera en que su hermano en azul se comportaba, nunca creyó que fuese capaz de hacer esos gestos de ''Chico malo''; que toquetease la piel de la chica, que le besase el cuello, o cuando miraba fijamente partes de la chica.

Leonardo no le importaba la opinión de sus hermanos. Se divertía haciendo eso, sino pudo tener una infancia feliz, tendrá una adolescencia divertida y rebelde; y especialmente al descubrir estos dones que tenía, poder acostarse con su "maestra", y el poder hacer sus pequeñas venganzas hacia sus hermanitos.

Onotagui, sabía que esta relación era peligrosa, ella guardaba varios secretos, y algunos eran demasiados peligrosos para que lo conocieran un día simple. Haber traicionado a su madre, era todavía más peligroso, pero ahora era seguro que no podrían crear un mundo de caos y destrucción. Su comportamiento no se lo esperaba ni ella misma, ella era la oscuridad en sí, le maldad en persona; y era la persona más amable y alegre, alrededor de su mutante en azul.

Cada uno en sus pensamientos, no notaron que habían llegado al lugar. Pero en un tipo de reacción, en que la bruja casi se tropieza por uno de los objetos que no recogieron la última vez, hizo reaccionar cada uno de los presentes.
-Llegamos-, comentó la chica; mientras rodeaba los objetos tirados.
-Deberíamos haber recogido la última vez-, comentó la tortuga en azul, en la entrada apoyado en una de las paredes.
-Todos dicen lo mismo, y nunca lo recogen-, fue diciendo la chica, al mismo tiempo que levantaba la mesa del otro día.
-Cierto-, termino el mutante, sin mover un músculo, ya que sentía como alguien les vigilaba. Hubo un silencio de unos pocos minutos, en que el de ojos azules, pude descifrar quién eran los que vigilaban; sonrío de lado, ya que iba a castigar a sus hermanos por haberle seguido. Les iba a castigar con un espectáculo.

Se separó de la pared, y se fue dirigiendo a la chica, que de nuevo miraba el libro de telas moradas, que hizo aparecer con su chasqueo de dedos. Puso su mano de tres dedos, encima de la fría y suave piel de la chica, que al instante de sentirlo, un escalofrío apareció, haciéndola sonreír; el mutante puso su otra mano encima del brazo de la chica, y se acercó a su oído, para susurrar.
-Los chicos nos han seguido, y quiero castigarlos con un pequeño espectáculo-, la chica al oír, abrió los ojos bien abierto y miro hacia el líder, para susúrrale de vuelta:
-¿Y lo de...?-
-Ya lo saben-, le interrumpió el líder.
-¿Cómo?-, pregunto la bruja.
-Son unos cotillos y meten sus narices donde no deben. Por eso, por habernos seguido, ganaran sus consecuencias-, le explico.

Las tortugas que se escondían entre las sombras, no podían oír la conversación que habían tenido, pero el genio tenía sus posibilidades. Estaba seguro que algo le había llamado la atención el de azul, y no había sido la chica; creía que iba a pasar algo horrendo para ojos de su hermano menor. Él no quería que su hermanito, perdiera todavía esa inocencia que tenía, ya que una vez sin ella, podía ha empezar a ver cosas de cómo eran de verdad. Miro a su hermano en rojo, y le hizo una señal de mano, dando la señal que se iba a llevar a Mickey de vuelta a la guarida; el de rojo no entendió el porque, pero le dejó ir. El genio antes de ir a coger a su hermano menor, dejó una pequeña nota para que el de rojo leyese después; una vez terminado, rápidamente se llevó al menor, diciendo:
-Venga Mickey, volvamos a la guarida y pidamos pizza-, no tuvo que decir nada más, para ver a su hermano en naranja salir como un rayo hacia la guarida.

El de rojo, miraba atentamente a la pareja, pero se había arrepentido de haberlos seguido:

Leonardo había empezado a besar el cuello de la chica, mientras ella gemía, al cada tacto, beso, chupon o mordida, que le diese el mutante en azul. El que controlaba la situación, había apoyado delicadamente a la chica en la mesa; mientras cogía con una mano las muñecas de la bruja. Empezó a lamer y besar la piel que no estaba cubierta.

Y de allí, la tortuga en rojo desapareció, no podía soportar ver algo más. Pero pudo leer la nota de su hermano genio primero:

He llevado de nuevo a Mickey a la guarida, porque sé que van a hacer algo que dalle su inocencia. Y no quiero que eso pase todavía. Espero que lo puedas soportar. Te esperamos en la guarida, lógicamente con pizzas.

Con eso se fundió con las sombras, y volvió a la guarida.
Al instante que la tortuga desapareció, el de azul lo noto, y se separó de la chica; le sonrió de manera picara y comentó:
-Mejor actuación en la vida-
-Eres tú quien hizo lo mejor-, le respondió la chica, mientras se ponía recta, sentada en la mesa.
-Tu hicisteis los gemidos, falsos-
-No eran para nada falsos, eran 100% verdaderos-, le respondió la de ojos violetas.

Hubo un gran silencio entre ellos dos, para nada incomodo; el de azul empezó a pasear por la sala, hasta un punto en que paro en seco, y sus ojos se volvieron negros por unos segundos. Ese negro desapareció, y el mutante sonrío, se dio la vuelta y miro a la bruja.
-Onotagui, ¿recuerdas ese collar con un ojo que tenias?-
-¿El ojo? Claro-, le respondió.
-¿Podría verlo?-, pregunto mientras se acercaba a ella.
-¿Por qué no? Sígueme-, le respondió. Cuando la bruja se bajó de la mesa y empezó a andar, el mutante sonrío y en su mente comentó:

Es mi turno.
Para controlar y terminar contigo
Leonardo

El lado que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora