Capitulo 19

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Desde la primera vez que vio a esa bruja, nunca confió en ella, y ahora lo hacía menos; su hermano mayor estaba cambiando, de actitud, de ser. Nunca había oído a su padre y el mayor discutir en la vida, vino la bruja y comenzaron; nunca había visto como el mayor no le importase si le hacían daño.
Ese no era su hermano

-Raph, tierra llamando a Raph-, decía el menor mientras movía su mano de tres dedos delante del rostro de su hermano.
Los tres menores habían estado toda la tarde en el laboratorio, y cuando solo salían para coger algo de beber o comer, solo podían oír las tontas risas de la pareja; que no habían salido del dojo, o eso creían. El de bandana roja, no respondía, algo que preocupaba el menor, y sin pensar las consecuencias, pego a su hermano; que al instante respondió.
-¡MICKEY!-, grito el de ojos verdes. El de ojos celestes, corrió detrás del genio, que venía con unos cristales en mano, preparando el plan, para comprender lo que pasaba cada vez que se iban de patrullaje.
-Cuidado, son los únicos que tengo. ¿Raph, me ayudas?-, le regañó el genio, intentando que no se resbalasen los espejos.
-Claro-, y con eso, se levanto de la silla en que se sentó, y cogió uno que otro cristal. De allí, silenciosamente se fueron tras el Shellraser, y fueron colocando los cristales en la pared, y sin hacer sonido alguno, los atornillaron.

Mientras, en el dojo, dos adolescentes estaban llenando el dojo de diferentes nieblas, uno totalmente negro y el otro dorado; estaban divirtiéndose tanto en haciendo hechizos, que no notaron que esas nieblas se metían en la habitación del Sensei. Que en su trance de meditación, pudo sentir, la magia, una magia demasiado poderoso; al instante abrió los dos ojos, para ver los dos destinos nieblas, que se acariciaban en cariño. Entonces recordó otra parte se la historia, que le contaron, cuando solo tenía edad de un crío:
"Con solo un beso, el bien y el mal se podrán unir, sin saber que detrás de la oscuridad, una sombra creará una venganza, uniéndose con un ser que debemos esconder"

Sabía bien, que su hijo era el bien, pero no sabía quién era el mal; sabía que el ser que debe esconder, era el lado de ira que oculta su hijo mayor, pero no sabía quién era la sombra. Los personajes que le faltaban, estaban más cerca de lo creía, y presentía esa energía, cuando tocaba la niebla negra; pero la manera en que se trataban las nieblas, no era lo que, en lo lógico, debería pasar. Se trataban con cariño y amor, y no odio y desagrado; se deshizo de su postura de loto, y se acercó a la salida de su habitación, pero paro al oír las palabras, de parte de su hijo:
-Te quiero-
-Yo también te quiero-, le respondió una voz femenina, silenciosamente, habría la puerta, solo para ver cómo los jóvenes se besaban. Pero de repente, la niebla se fue transformando en un color blanco, un color de paz y amor, dando a entender que el bien y el mal, se sincronizaban, con solo ese beso.

Ellos disfrutaban del beso, sin percatarse de la mirada del maestro, que aunque mirase confuso, podía sentir felicidad a su hijo por descubrir un sentimiento, llamado:
Amor
Se fueron separando, y al separar el tacto de labios, sintieron de nuevo lo que tenían alrededor, añadiendo la mirada del mutante peludo. La tortuga miro con algo de miedo a su padre, sabiendo que su maestro podría separarlos, o castigarlo por habérselo ocultado; pero solo vio una sonrisa en el rostro de su padre, poniendo algo confuso al mutante de piel verde. La bruja le acarició la mejilla, para tranquilizar ese pánico que se producía por su mente y cuerpo; que para ser verdad funcionó, y le respondió con una sonrisa, que fue devuelta.
-Sensei, me gustaría decirle que somos pareja-, con esas palabras, el maestro se fue acercando a su hijo, y cuando estaba delante, y veía el pánico en su hijo, puso su mano en el hombro de la tortuga y con una sonrisa paternal, le comentó:
-Estoy orgulloso de ti, mi hijo. Pero debo decir, que esto es otra razón, por que tendrás que empezar a controlarte. Además de que todavía no quiero nietos-
-No se preocupe, señor Hamato, no puedo estar embarazada hasta los 21-, le comentó la chica, pero al ver la mirada de confusión del mutante peludo, añadió:
-Cosas de brujas-, y con eso el maestro sonrío.
-En mi opinión, y calculo, ya es hora de que vayas a tus clases-, les explicó el Sensei. Leonardo todavía no había dicho palabra, no las encontraba; pero afirmó con la cabeza, y salió del dojo con la bruja. Ya fuera las emociones salieron a la luz y no pudo evitar gritar:
-Nos acepto, ¡nos acepto! ¡NOS ACEPTO!-, y hacia un pequeño baile, sin saber que el maestro lo estaba viendo y le había oído, se fue dirigiendo a su habitación, riéndose en bajo, por la repentina actitud infantil del más maduro.

Los menores volvían de sus planes, y pudieron ver cómo la pareja salían de la guarida, como hicieron el otro día.
-¿Le seguimos?-, pregunto el de bandana morada.
-Sigámosles, pero en silencio-, le respondió el de rojo, dirigiéndose principalmente al de naranja, que solo le miro de manera inocente. Con eso dicho, activaron sus técnicas ninja y fueron siguiendo, a la bruja y al ninja en azul; sin saber en el lío que se iban a meter.

El Sensei, en otra mano, buscaba en el mundo de los espíritus, los personajes que le faltaban; a la vez buscando la verdadera identidad de la chica, que su hijo se enamora de. Sumiéndose en su meditación de todas las tardes, pero más profundo, al usar algún poder de los restos de niebla.
Sus hijos no lo sabían, pero era un recolector de objetos encantados y mágicos, una de las razones en cómo encontró la verdadera identidad de su hijo.

Y la rozan que su hijo, nunca
dejara su poder salir

El lado que escondemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora