Alargó su brazo, agarrando mi mano en un movimiento brusco mientras intentaba regular su respiración.
Me acerqué a él de nuevo rápidamente, sacando mis dedos de su agarre para mantenerle tumbado sujetando su cabeza entre mis manos.
"Jon, tranquilo. Todo está bien. Escúchame, tienes que tranquilizarte" dije nerviosa, pensando que aquello no era real. Que todo era producto de mi imaginación porque me había desmayado al entrar en la habitación y Edd no había sido capaz de frenar mi caída.
Las bocanadas de aire cada vez eran más desesperadas. Miré hacia atrás, buscando a Ser Davos, que aún permanecía quieto en su sitio, probablemente pensando lo mismo que yo.
"Trae mantas, agua y algo caliente" le ordené.
El hombre me miró, pero como si no hubiera escuchado mis palabras, le devolvió la atención a Jon, que ya respiraba normal.
"Ser Davos, ahora" insistí, esta vez con voz grave intentando ser imponente. Y funcionó.
Al salir por la puerta la cerró detrás de él, dejando que las chispas de la hoguera fueran el único sonido.
Barrí la habitación con mis ojos, buscando dónde habían dejado su ropa. Pero estaba llena de sangre y agujereada en un rincón, así que habría que esperar a Ser Davos y las mantas.
El torso desnudo de Jon y sus heridas se taparon cuando posó sus manos encima de él, notando lo que ahora eran cicatrices.
"Jon..." advertí en un susurro, sintiendo que las veces que había dicho su nombre no eran suficientes, intentando ser fuerte ante el pensamiento de que tal vez no recordaba nada y tenía que contarle que la gente por la que luchaba se había puesto en su contra de aquella manera.
"Dyanna" me respondió con voz ahogada.
Besé su frente, en un acto impulsivo. Su cuerpo se relajó ante mi gesto y agradecí que no intentara levantarse, porque parecía que si lo hubiera hecho yo no habría sido capaz de frenar su caída.
Me dolía verle así porque era alguien a quien admirar. Me negaba a sentir lástima por Jon Nieve.
Entonces la puerta se abrió, y creyendo que era Ser Davos, me giré en su dirección, esperando recibir al menos las mantas para cubrir su magullado cuerpo desnudo. Pero detrás de él aparecieron todos los que habían velado su muerte, y detrás de ellos la mujer roja. Su semblante era tan frío que la muesca de sorpresa era algo que parecía ajeno a ella, como si aquel acontecimiento la hubiera cambiado.
Sam se ocupó de tapar con las mantas al que era su mejor amigo mientras este se incorporaba lentamente, Edd dejó en una mesa un cuenco de madera que contenía el típico caldo humeante del Muro, y Ser Davos le ofreció un vaso con agua mientras yo me apartaba del círculo de gente que se encargaba de él.
Antes de que pudiera irme más lejos la mano fría y débil de Jon detuvo mis pasos, chocando mis ojos con los suyos furiosos, indicándome que recordaba todo lo que había pasado.
"Estás al mando" me dijo, pillándome desprevenida mientras los demás miraban la escena.
"¿Estás seguro...?"
"Puedes hacerlo" aseguró, dandole un suave apretón a mi mano. "Sólo hasta que esté listo y pueda salir de aquí."
Solté su agarre con lentitud, asintiendo firmemente. Y tan pronto como me separé de él comencé mi camino a la salida, decidida, mientras Edd se unía a mi paso.
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Lady Invierno | Juego de Tronos
Fanfiction¿Qué habría pasado si las cosas no hubieran sido de aquel modo? Si el maestre Aemon no hubiera querido cuidar de ella, habría muerto congelada o devorada por las horribles criaturas que se encontraban al otro lado del Muro. Algunos lo llaman 'suerte...