Capítulo uno.

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"Esa era la última" pensé cerrando la última caja.

Llevé mi mano a la frente, que estaba llena de sudor debido al calor y al esfuerzo que había hecho durante varias horas guardando todas mis cosas en cajas. Cogí unos pañuelos y me limpié las gotas de sudor que corrían por mi cara.

Miré por la ventana de mi habitación y suspiré. Recordé todos los buenos momentos que había pasado en aquella pequeña ciudad, todos los amigos que había hecho, y también todas las amistades que habían desaparecido de mi vida en aquel sitio.

Siete años atrás, llegaba con mis padres a una pequeña y desconocida ciudad. Por aquel entonces, tenía casi diez años, en mi antiguo lugar de residencia solo dejaba a un par de amigas con las que había pasado buenos ratos jugando con muñecas o disfrazándonos de princesas, no era demasiado importante. Sin embargo, dolía dejar un sitio en el que has pasado siete años fantásticos y has conocido a personas maravillosas. Tal vez no hubiera vivido ninguna experiencia del tipo tener novio, pero no me importaba, ya que yo nunca había estado realmente enamorada.

Desde que nací me he mudado cuatro veces de ciudad, así que la gente da por hecho que estoy acostumbrada, pero no es así. Odio las despedidas, odio ese momento incómodo en el que te gustaría decir de todo, pero las palabras no salen de la boca; odio el tener que decir "adiós", sabiendo que no habrá ningún "hola".

-¡Ana, baja a poner la mesa! ¡Es hora de cenar! -gritó mi madre desde la cocina.

-¡No voy a cenar mamá! -grité yo, mientras me tiraba de espaldas en la cama.

Segundos después alguien llamó a la puerta: mi madre.

-¿Puedo pasar? -dijo asomando la cabeza a mi habitación.

-Sí -contesté sin apenas mirarle.

-Hija, sé que es difícil para ti dejar... todo esto, pero sino, no podríamos vivir, necesitamos dinero para alimentarnos, pagar la casa... Puedes seguir en contacto con tus amigos desde nuestro nuevo hogar, de vez en cuando vendremos aquí a visitar a la abuela, y podrás quedar con ellos también.

-No será lo mismo -respondí.

-Hija, baja a cenar, esta va a ser nuestra última cena en esta casa y quiero cenar en familia.

Miré fugazmente a mi madre. No debería haberlo hecho. Cuando miro a mi madre a los ojos me resulta imposible decir "no".

Suspiré.

Resignada, me levanté de la cama y salí de mi habitación para bajar a la cocina a cenar.

***

Media hora después terminamos de comer. Subí junto mi hermano Marcos a su habitación como todas las noches para contarle un cuento. Cuando se quedó dormido me fui a mi dormitorio y encendí el ordenador. Mientras se iniciaba sesión miré a mi alrededor. Todo estaba muy soso con las paredes vacías, sin ningún libro en las estanterías... prácticamente, sin nada. Lo único bueno de la mudanza sería que tendría la habitación más grande de toda la casa sólo para mi. Mis padres me habían dejado quedarme con la buhardilla para mi sola después de estar toda una semana suplicándoselo.

Nada más encenderse el ordenador recibí una petición para una videollamada. Era mi mejor amiga: Sandra. Acepté.

Me esperaba ver a Sandra en su casa, tumbada en la cama de su habitación, como siempre, pero no, para mi sorpresa, estaba no estaba en su dormitorio, ni siquiera en su casa, estaba en la calle, con mucha gente a su alrededor. Salté de la silla, emocionada. Sandra había preparado una fiesta en mi honor, y ahora estaba esperándome en la puerta de mi casa junto con muchas más personas que también querían despedirse de mí.

Me vestí como un rayo, me puse unos shorts amarillos fluorescentes con una blusa negra remetida por dentro y unas sandalias negras, y me dejé el pelo suelto, no tenía demasiado tiempo, así que tampoco me molesté en coger la plancha para alisarlo. Finalmente, arreglé mi cara con maquillaje en los ojos y brillo en los labios.

Cuando bajé las escaleras, me encontré con mi madre y Sandra en el recibidor. Me alegré de que estuviera Sandra, porque era señal de que mi madre ya se había enterado de todo y no tenía que perder más tiempo dándole explicaciones.

***

Nos pasamos toda la noche fuera, llegué a las 4 y media de la madrugada a mi casa. Intenté hacer el menor ruido posible para no despertar a mi familia y finalmente conseguí acostarme sin molestar a nadie. Al día siguiente, no me levanté hasta las una, ya que estaba demasiado cansada. Mis padres no me preguntaron nada de la noche anterior, cosa que me alegró bastante: no quería hablar de mi hora de llegada y dar explicaciones. Me lo pasé genial, la mejor noche en años, pero mis padres eran muy pesados y no me apetecía responder a un interrogatorio.

La idea era comer e irnos de la ciudad. Me esperaban unas 4 horas de viaje que aprovecharía para dormir todo lo que me faltaba.

Antes de comer, me pasé por la casa de todos mis amigos -que no eran demasiados, yo nunca fui la típica chica popular que iba rodeada de gente a todas partes- para despedirme de ellos por solitario. Otra vez ese nudo en la garganta, otra vez las lágrimas, otra vez las palabras que no salieron nunca de mi boca, otra vez esa amargura, otra vez ese adiós, otra vez.

A las cuatro partimos de la cuidad. Intenté mantener los ojos abiertos hasta que saliésemos de allí, pues quería contemplarla una vez más, pero no pude, tenía demasiado sueño. Lo último que vi de mi antigua ciudad fueron dos árboles altos, muy altos que tenían dos ramas muy cerca entre sí. Parecían darse la mano. Era una bonita última imagen para recordar.

Después, cerré los ojos y me quedé profundamente dormida.

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Aquí os dejo el primer capítulo, espero que os guste.

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Gracias por leer.

"Shhh" [One Direction fanfiction] | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora