El ruido del motor cada vez era más estruendoso, y las luces, que apuntaban ahora directamente a mi cara, me cegaban por completo. Presa del pánico, quise echar a correr, pero mis piernas no respondían; estaba paralizada.
-Por favor, no me haga daño, yo solo... -comencé a decir atropelladamente.
-No te voy a hacer nada -dijo una voz ronca, mientras se paraba el motor y se apagaban las luces que hacía un momento me habían deslumbrado.
Todo se volvió oscuro entonces, y, por culpa de los faros de la moto, veía menos todavía. Sin embargo, pude sentir como una mano pasaba por mi hombro, lenta y suavemente, como si tuviera miedo de hacerme daño. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, y por un instante sentí miedo, pero algo me decía que lo que menos debía sentir en aquel momento era temor.
La mano se apartó de mi hombro, y empecé a sentir presión en mi frente. En medio de la total oscuridad, pude diferenciar el brillo de sus ojos, sus inconfundibles ojos marrones, consiguiendo reconocerle.
Tenía apoyada su frente contra la mía y, al ser mucho más alto que yo, debía encorvar su espalda. Ahora sus manos acariciaban mis mejillas, delicadamente, como antes.
-No deberías estar sola -susurró muy cerca de mis labios.
Al volver a escuchar su voz ronca, y sentir su aliento mentolado contra mi cara, mi piel se ruborizó.
-Yo... -no pude decir nada más, mis piernas seguían temblando y mi mente aún estaba asimilando lo que estaba ocurriendo.
-Tranquila, te llevaré a tu casa y, si quieres, hablamos por el camino -dijo mientras se alejaba de mí para volver a subirse en su moto. Los faros volvieron a iluminarme-.Vamos -hizo un gesto con la mano, invitándome a subir con él.
-No -contesté sin moverme del sitio-, Zayn, no quiero que me lleves a mi casa.
-Vaya -sonrió, con aire de superioridad-, es la primera vez que dices mi nombre...
Zayn bajó de la moto otra vez, para volver a acercarse a mí.
-Me gusta como tu voz pronuncia mi nombre -susurró de forma sensual contra mi oído.
Todo mi cuerpo tembló al escuchar su voz, y solo pude retroceder un paso para alejarme de él.
-No te voy a hacer daño, te lo prometo.
Agaché la cabeza. Aquel chico me llamaba la atención, tenía un aire misterioso, una voz, y un físico que me encantaban, pero yo no era una persona fácil de tratar.
-No -retrocedí otro paso-, sé llegar sola a mi casa.
Finalmente, me dí la vuelta, dispuesta a marcharme, pero algo me lo impidió: su voz otra vez.
-Lo sé, y también sé que es peligroso para una chica tan bonita como tú andar sola por la calle cuando oscurece, solo quería protegerte -esta vez, parecía algo molesto y enfadado.
Miré el reloj y suspiré. era tarde y ya había anochecido.
-Está bien -me resigné-, pero solo esta vez, y llévame a mi casa, ni se te ocurra hacer ninguna locura porque soy capaz a saltar de la moto.
Zayn simplemente sonrió, satisfecho; había conseguido lo que quería.
Antes de que montara en la moto, Zayn me tendió un casco. Después, me senté detrás suya y agarré fuertemente al sillín.
-Esa no es una muy buena idea, te aconsejo que te agarres a mi cintura -me guiñó un ojo.
-Estoy bien así, gracias -contesté indiferente.
-Tú misma, pero acabarás haciéndome caso.
Rodé los ojos. Zayn colocó sus manos sobre el manillar, y comenzó a conducir velozmente. Llevaba una velocidad muy alta, y estaba segura que caería al suelo de un momento a otro.
-¿Sigues sin querer agarrarte a mí? -gritó, estábamos cerca, pero a causa de la velocidad debíamos hablar con un tono elevado.
-¡No! -le grité. Él solo intentaba controlarme, quería que hiciera lo que él dijera, y odiaba seguir órdenes. A mi cabeza vinieron los recuerdos de todas esas veces que me había ayudado, pero durante nuestra pequeña conversación de hacía un rato, Zayn había perdido muchos puntos.
Aceleró aún más, tanto que hasta unos chillidos se escaparon de mi boca. Ahora sí estaba segura de que caería. Sin pensarlo, me abalancé sobre su espalda y le agarré fuertemente. Escuché su risa. Se estaba riendo de mí, eso no se lo iba a perdonar. Ahora, tras haberle obedecido tantas veces, Zayn sabría que hacer para que le hiciera caso, y eso me enervaba.
Clavé mis uñas en su espalda de la rabia y le lancé una mirada asesina.
-Hey, me haces daño, anda, suéltame, preciosa.
-No me llames así -respondí de la manera más desagradable que pude.
-No te mosquees, preciosa.
-Que no me llames así.
-Bueno, preciosa -dijo guiñándome un ojo, cosa que me enfureció más aún-, creo que te alegrará saber que ya hemos llegado a tu calle.
Era verdad, habíamos ido a mucha velocidad y con el enfado en mente, se me había pasado más rápido aún. Pero detrás de todo aquello había algo extraño, algo que me inquietó.
-Ya me puedes soltar -dijo sonriéndome.
Me aparté rápidamente, avergonzada. Le tendí el casco, que cogió y volvió a guardar.
-Uhm, Zayn... Antes de que te vayas...
-¿Si? -se cruzó de brazos sin borrar su sonrisa.
-Esto... Uhm... ¿Cómo sabías dónde vivo? -pregunté muy nerviosa.
Zayn miró al cielo, y su sonrisa se hizo aún mayor.
-Buenas noches, Ana -alzó su mano derecha, y luego se volvió a subir en su moto. Me miró una última vez y se marchó, a una velocidad demasiado alta, obviamente.
Posiblemente, debería estar pensando en por qué y cómo sabía dónde vivía, o cómo me había encontrado antes, pero en aquel momento, solo podía pensar en que Zayn todavía recordaba mi nombre.
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PERDONPERDONPERDONPERDONPERDONPERDON, he tardado muchísimo en subir, lo sé, y lo siento mucho, de verdad, pero es que estoy de exámenes y me cuesta mucho encontrar un hueco. Sin embargo, os lo recompensaré, os lo prometo.
Os quería comentar que estoy editando todos los capítulos, en un principio no afecta en nada al resto del fanfic, pero quizás cambie algunos pequeños detalles, nada de qué preocuparse. Perdonad las molestias.
Por último, daros la bienvenida a los nuevos lectoras y agradeceros a todos, en general, vuestras visitas y votos.
Intentaré subir mañana uno o dos capítulos más.
Muchas gracias y recordad: votad y comentad si os gusta.
Un beso bbys :)
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"Shhh" [One Direction fanfiction] | CANCELADA
FanfictionNo digas quién eres. Nunca confíes tus secretos. Debes aprender que nadie es quien realmente dice ser, porque, en realidad, nunca llegamos a conocernos ni a nosotros mismos.