Capítulo veintidós.

67 5 0
                                    

Cuando por fin llegué a mi casa, estaba completamente empapada y calada hasta los huesos. Por suerte, mi madre no salió al pasillo a recibirme ni me preguntó nada del libro que supuestamente había ido a buscar, porque sino me habría caído un sermón. Mis padres se limitaron a saludarme desde la cocina, ya que estaban preparando la comida.

Lo primero que hice nada más entrar fue ponerme unas zapatillas limpias que había en el recibidor, luego, con mucho cuidado de no mojar nada, subí rápidamente a mi habitación, me quité la ropa y me puse un albornoz: estaba helada, y me apetecía muchísimo darme un baño largo y caliente.

Mientras llenaba la bañera con agua caliente, cogí mi iPod y puse música relajante. Estaba muy feliz: todo se había arreglado con Louis y, encima, esa misma tarde volvería a ver a Liam, ¿qué más podía pedir? Sin embargo, no había hablado con Harry todavía, y eso me hacía sentir mal, ni siquiera había dado señales de vida a las chicas en todo el fin de semana. Envié un mensaje a cada uno. A María, Marta y Laura les dije lo mismo que le había dicho a Harry: que estuve paseando por la playa. No podía decirles nada de Liam, porque sino, seguro que se enfadarían. Era una pequeña mentira, que no podía hacer daño a nadie, ¿o tal vez sí?

A continuación, llamé a Harry. No respondió al primer toque, y tampoco al segundo. "Qué raro" pensé. Decidí mandarle un mensaje. No quería que fuera aburrido, pero tampoco quería parecer desesperada por verle, así que lo único que escribí fue un simple "Te quiero". A él esas dos palabras le funcionaban de maravilla conmigo y esperaba que causaran el mismo efecto en él.

Una vez la bañera estuvo lista, dejé el móvil en mi habitación y volví al baño, me quité en albornoz y metí mi cuerpo en el agua. Deshice mi coleta, dejando que mi pelo se mojara, y me acomodé. Estaba muy relajada.

Comencé a pensar en el día que me esperaba, ¿sería todo tan perfecto como la última vez que vi a Liam?

***

Eran las cuatro y media. Llevaba una camiseta ancha y blanca, cuyas mangas negras, estaban remangadas por la parte de los codos; tenía puestos unos shorts anchos negros, con los que mis piernas parecían más finas, y unas vans negras. El pelo lo había dejado suelto, con sus ondas naturales. Finalmente, me maquillé, pero no excesivamente, ya que no me gustaba llevar tres kilos de maquillaje en la cara. Cuando terminé, me miré en el espejo de cuerpo del recibidor y sonreí satisfecha: iba informal, pero bastante mona a la vez.

Cuando acabé de ducharme, vi en mi móvil una llamada perdida de Sandra, y decidí llamarle yo. Estuvimos hablando un buen rato, hasta que tuve que bajar a comer. En ese tiempo, ella me estuvo dando consejos para mi "cita" con Liam. "Primero -me dijo-, tienes que asegurarte de que llevas la ropa indicada. Vas a su casa, a ver una película, así que ni se te ocurra vestirte como una repipi, pero tampoco vayas a ir con chándal o demasiado informal". E ahí el por qué me había vestido así. En un principio, yo me habría puesto algo más... "repipi", como ella había dicho, pero me alegraba de haberle hecho caso.

Nada más llegar las cinco, recibí un mensaje en mi móvil.

"Estoy en frente de tu casa, preciosa".

El mensaje era de Liam. Corriendo, me asomé a la ventana del salón y le busqué con la mirada: estaba apoyado en un Wolksvagen blanco, muy limpio y grande.

-Mamá -dije mientras daba un beso a mi madre en la mejilla-, el... hermano de mi amiga ha venido a recogerme en su coche, ella también ha venido.

-Vale hija, no subas a despedirte de tu padre, que está durmiendo la siesta y si se despierta se pondrá de mal humor, ya sabes como es -conestó, guiñándome un ojo.

-Está bien -sonreí-. Te quiero, mamá.

-Llevad cuidado.

-Sí, no te preocupes -apenas había terminado la frase, cerré la puerta y sonreí de oreja a oreja: al fin había llegado el momento tan esperado.

Me giré y me encontré con los ojos de Liam, observándome desde la otra acera. No iba a correr hacia él, pero sí comencé a andar a paso ligero. Cuando estuvimos a un metro de distancia, él abrió sus brazos para recibirme con un tierno abrazo. Me elevó ligeramente del suelo, pero a mi me pareció llegar hasta las nubes con aquel abrazo.

-Te he echado de menos, preciosa -todo mi cuerpo se estremeció al escuchar su voz otra vez, sin un teléfono de por medio.

-Y yo a tí -evité mencionar que había esperado a su llamada muy impacientemente, ya que no quería estropear el momento.

-Bueno, sube -dijo abriendo la puerta del copiloto.

Ambos subimos al coche. Estábamos muy cerca, y el olor de su perfume inundaba todo el coche. Yo no podía para de mirarle de reojo: estaba guapísimo. Llevaba una camisa blanca remangada, unos pantalones verdes y unas zapatillas Converse del mismo color que la camisa. Sandra había acertado al elegir mi ropa para aquella tarde.

Ninguno habló en todo el camino, pero aquel silencio no era para nada incómodo: me sentía muy bien cuando estaba con él.

Al llegar a su casa, me ofreció un café, al que yo no me negué. Estuvimos charlando un rato en su salón y, al terminar el café, Liam se fue a la cocina a preparar palomitas. Según él, había elegido una película que nunca había visto, pero que tenía muy buenas críticas. A mí no me importaba la película, solo había ido a aquella casa para pasar más rato junto a él.

Una vez las palomitas estuvieron hechas, volvió al salón para poner el DVD. Después, se sentó junto a mí, muy cerca, y nos arropó con una manta. Pasó su brazo por mis hombros, y yo me recosté en su pecho. Aquello era el paraíso. Siempre que estaba con Liam me parecía estar en un sueño, y adoraba aquella sensación.

Levanté un poco mi cabeza, y mis ojos se toparon con sus labios. Pensé que esos labios, carnosos y rosados, se habían juntado con los míos, y no pudo evitar sonreír.

Liam debió verme, porque me juntó más hacia él. Ahora nuestras bocas volvían a estar a milímetros. Poco a poco, sentí como esa distancia disminuía, ahora podía escuchar su respiración nerviosa. Entrecerré mis ojos, cosa que desearía no haber hecho jamás. Cuando los cerré por completo, en mi mente aparecieron los ojos azules y alegres de Louis, y la sonrisa pícara y perfecta de Harry. Recordé aquella mañana en el descampado, y me acordé de mi pulsera de oro.

Arrugué la nariz, y volví a agachar la cabeza. Los labios de Liam se estamparon con mi frente. ¿Qué había hecho? Era tonta, tontísima. Enrojecí, y escuché la risa de Liam. Sé que reía para no parecer ofendido, pero esa carcajada reflejaba lo molesto que estaba. Yo sonreí fugazmente, y mis ojos volvieron a la película.

-Voy a hacer más palomitas, ¿vale? -susurró Liam contra mi oído.

-De acuerdo -le contesté en el mismo tono de voz, y me senté en el sofá para dejarle salir a la cocina.

Excepto por el casi beso, todo estaba saliendo de maravilla hasta el momento. Tenía que sacar a Louis y a Harry de mi cabeza, no había pensado en ellos en toda la tarde, ¿por qué ahora sí?

No quería que hubiera más incidentes.

Pero, por desgracia, no todo lo que queremos es posible en esta vida.

----------------------------------------------------------------------------------

Aquí tenéis el siguiente capítulo de "Shhh". Perdonad la demora, pero últimamente el instituto me quita muchísimo tiempo y no tengo tiempo para escribir. También perdonad que este capítulo sea más soso, pero no tenía mucha inspiración, sin embargo, hoy tenía que subi sí o sí.

Bienvenidas a los nuevos lectores y muchísimas gracias a todos en general por leerme.

No olvidéis votar y comentar.

xx

"Shhh" [One Direction fanfiction] | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora