Capítulo diez.

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Hacía una tarde perfecta: no había ni una sola nube en el cielo, no hacía ni frío ni calor, no había demasiada gente en la calle...

Caminamos junto al paseo marítimo un buen rato. Se escuchaba romper las olas en la orilla, lo que daba un aire tranquilizador.

Casi no hablábamos. Puede ser que estuviésemos incómodos, puede ser que estuviésemos demasiado a gusto juntos, puede que no tuviésemos nada de lo que hablar, o puede que fuese precisamente que hay tantas cosas que contar, que las palabras no querían salir. No lo sé, el caso es que no hablábamos.

Le miré. El sol comenzaba a ponerse, y sus ojos brillaban más que nunca. Me quedé embobada, perdí la noción del tiempo en esos preciosos ojos verdes.

Él pareció darse cuenta de que le miraba, porque dejó de caminar y me miró, muy serio, para poco a poco dejarme ver una sonrisa perfecta: sus dientes, blancos y perfectamente colocados, sus hoyuelos y su risa, nada escandalosa, pero algo ruidosa, casi hicieron que se me cayese la baba. "Qué vergüenza" pensé.

Finalmente, esa risa me contagió y empecé a reírme también. Parecíamos tontos, tontos que tontamente se han enamorado.

Él se acercó lentamente a mí. Acercó su mano a mi oreja, y poco a poco empezó a acariciarme.

-Eres preciosa -dijo.

"Eres perfecto" pensé.

Y, de repente, casi sin darme cuenta, antes de que pudiera reaccionar o devolverle el cumplido, me besó.

***

-Tardan mucho -se quejó Louis.

-Tranquilo, vendrán dentro de poco -le contestó Niall.

-¡Eso dijiste hace diez minutos! Deberían estar aquí desde hace un cuarto de hora -se volvió a quejar.

-Déjales, recuerda que Ana es una chica, y las chicas podemos tardar siglos arreglándonos -dijo María.

-Sí, pero aún así... Quince minutos me parece mucho, no viven tan lejos de esta cafetería.

Habíamos quedado en una cafetería junto al paseo marítimo para tomar algo. Después, daríamos una vuelta por la playa y acabaríamos yendo a cenar por ahí.

-Bueno, Louis, tampoco te pongas así... -dijo Marta.

-Yo sé porqué está así -dijo Niall sonriendo pícaramente.

-¿Ah, sí? A ver, ¿por qué? -preguntó Louis mirando hacia otro lado.

-Porque te gusta Ana, y estás nervioso por si no ha querido venir o está pasándoselo bien con Harry... a solas -contestó recalcando especialmente esas dos últimas palabras.

Louis se quedó en silencio.

-¡Se ha puesto rojo! -dijo Laura con una gran carcajada.

-¡No! -contestó Louis mirándoles a cada uno con cara de enfado.

Todos comenzaron a reír, pues Louis estaba tan rojo como un tomate.

-Buah, aquí nadie me entiende... -siguió diciendo mientras cogía un batido de la mesa y comenzaba a tomárselo.

-Mira Louis, por ahí vienen Harry y Ana -dijo Marta-. Haced como si no hubiese pasado nada.

-Hey -dijo Harry quitándose sus gafas de sol.

-Buenas -les saludé yo.

-Hola -contestaron todos, menos Louis, a la vez.

-¿Qué os pasa? Estáis rojos -dije.

-Ehh... -ninguna sabía qué decir.

-¡Media hora tarde! ¡Ya os vale! -gritó Louis dejando su batido en la mesa.

Volvieron las carcajadas.

Harry y yo nos miramos, no sabíamos qué decir.

-Esto... -comencé a decir.

-Perdón, tío -acabó la frase Harry.

-Lo siento de verdad, Louis, pero la ropa que me había puesto se manchó de rimel y he estadoo buscando qué ponerme... -mentí.

-¿Ves? Louis, te dije que era por algo de eso -dijo María.

Louis miró hacia otro lado, enfadado.

-Bueno... Pedios algo, anda.

-Vale, no volverá a pasar -continué diciendo.

Louis me miró y sonrió por primera vez en la tarde.

Pasamos aproximadamente una hora en aquella cafetría hablando y riendo. El único que parecía estar incómodo era Louis, y eso ya era raro.

Cuando decidimos irnos a dar una vuelta, me acerqué a hablar con él: no me gustaba verle así.

-Louis -le llamé, pero pareció no oírme.

-Louis -repetí.

-¡Louis! -dije pegándole (si se podía decir así) en el hombro.

-¡Ay! -exclamó, aunque sé que realmente no e hice daño.

-¿Qué te pasa? ¡Estás rarísimo!

-¿Yo?

-Sí.

-No estoy raro, ¿por qué lo dices?

-Porque no estás haciendo tonterías, casi no te ríes, no nos haces ni puto caso, vaya.

-No es cierto.

-Ah, ¿no? Pues eso es lo que se te nota.

-Pues no es cierto.

Silencio. Suspiré y, resignada, me alejé de él.

-Vamos, están mucho más adelante de nosotros -le dije sin mirarle.

No le escuché andar, así que me giré.

Estaba sentado en un bordillo del paseo marítimo, mirando la puesta de sol.

-Louis, ¿qué haces? Están muy lejos ya y...

-Tú has tardado media hora, ¿no? No les importará, vete tú si quieres -me interrumpió.

-Pero yo estaba...

-¿Cambiándote? Tranquila, ya se nos ocurrirá otra mentira para que no les moleste.

-Louis yo...

-No, tú nada, déjame en paz. Os lo habéis pasado muy ben sin mí antes, no os importaría en absoluto.

-A mí sí.

-No, Ana, no intentes arreglarlo ahora, no estoy para perdonar.

Sentí cómo una lágrima resbalaba por mi mejilla. Harry me había prometido una tarde perfecta, no esta mierda. Y sí, la tarde comenzó muy bien, quizás demasiado.

-Diles que no me encontraba bien -dijo Louis bajándose del bordillo.

-¿Adónde vas?

No respondió.

-Louis -le llamé.

-Louis... -repetí.

-Louis... -susurré, se había ido.

Las lágrimas se transformaron en un llanto.

"Shhh" [One Direction fanfiction] | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora