Capítulo cuatro.

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Harry y yo anduvimos durante unos 10 minutos hasta llegar al restaurante del que me habló.

-Espero que no te hayas traído dinero, pago yo -dijo él.

-Pues sí, me he traído dinero, no quiero que te gastes dinero en mí...

-Venga ya, sino será nada, además aquí todo está bien de precio, me lo puedo permitir, así que come todo lo que quieras que no pasa nada.

Le miré un poco disgustada, no me gusta que la gente me diga que coma mucho ni que coma poco, mi peso es algo que me lleva estorbando desde que soy niña, y a pesar de que todo el mundo me dice que estoy bien, a mi no me lo parece.

-Perdón, se me había olvidado que a las chicas les molesta que les digan cosas de ese estilo... Pero quiero que sepas que tú estás bien.

Había pillado la indirecta que le había lanzado con la mirada. Pero había vuelto a repetirme lo mismo que tantas otras personas... "estoy bien". La gente me dice eso sólo para no ofenderme, es la conclusión a la que he llegado.

-Bueno, ¿entramos? -dijo sacándome de mis pensamientos.

-Sí, venga, vamos.

El restaurante se llamaba "Cerezas". Harry me había explicado que habían escogido ese nombre porque al dueño le encantaba comer, y sobre todo le gustaban las cerezas. Muy lógico todo, normalmente se suele escoger un nombre propio, pero no, se llamaba "Cerezas".

El restaurante era muy bonito. Estaba construido para familias y adolescentes. No era el típico restaurante pijo en el que había que ir vestido de etiqueta. Tampoco era el típico bar al que ibas a emborracharte o al que sólo iban viejos a beber cervezas y hablar de fútbol o algo del estilo. El restaurante era muy amplio y había dos pisos: en el primero, había una barra de piedra con la encimera del mismo color del suelo y muchas sillas de distintos colores alrededor. Cerca de la barra había una chimenea (apagada, ya que estábamos aún en verano) con un sofá blanco enorme y varias butacas con pinta de ser muy cómodas reodeándola. Las paredes estaban pintadas en distintos tonos, pero todos ellos muy pálidos; haciendo juego con las butacas y sillas y una gran alfombra que había en mitad del primer piso. La parte de arriba era más familiar. Había mesas de madera para comer, incluso había una piscina de bolas y mesas alargadas de colores para celebrar cumpleaños.

El local transmitía mucha hospitalidad y parecía muy acogedor.

Harry se acercó a una pared que era distinta a todas las demás, ya que tenía garabatos sobre ella.

-Me encanta esta parte del restaurante -dijo.

-¿Qué son? -pregunté.

-Firmas.

-¿Firmas? ¿De famosos?

-Sí, hay pocas firmas, pero son los famosos que han pisado este local.

-Pues son famosos muy internacionales.

-Sí, pero no hay muchas firmas...

-No, si ya...

-De todos modos, no todas son de famosos.

-Ah, ¿no?

-No. A ver, fíjate, ¿no hay ninguna que te llame la atención?

Observé muy detenidamente una por una cada firma. Y sí, Harry tenía razón, había una que era distinta a todas las demás.

-Esta es diferente al resto.

-¿Cuál?

-La de abajo del todo.

"Shhh" [One Direction fanfiction] | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora