EPÍLOGO

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Me encuentro sentado frente a un escritorio ajeno y tan familiar al mismo tiempo, escribiendo en un cuaderno heredado una historia que todavía no tiene final.

La mía. Combinada con otra que ya pasó; la de ella. Therese. Therese, en Alberta, Canadá donde hay una comunidad francesa muy amplia. Su madre es española por lo que me jugaba bromas en su idioma.

Volé a otro lugar del mundo para estar con ella.

Sí, estar con ella. ¿No es lo que los fans hacen a veces por sus ídolos? Eso hice.

No tuve fuerzas al principio, me acobardé.

Cuando entré en su habitación me desvanecí, su hermano me sostuvo y llegué a la cama, no pude siquiera sentarme, no podía estar aquí respirando los restos de su aire.

Finalmente me dejó solo en esta habitación de 6x8, de pie sintiendo como si me hubieran echado a un calabozo. No sé si pasó mucho tiempo pero su madre había traído chocolate y galletas, 'sus favoritas' dijo. Yo seguía de pie en medio de la pieza. Ni siquiera recuerdo si le agradecí. De pronto estaba oscuro, Katharina entró a encender la luz del escritorio y salió. Miré su librero, quise tomar impulso y buscarla, la 637, pero todavía siento miedo.

*****

Katharina me llevó de Seúl a Canadá, estaba nerviosa, llamaba cada media hora a la madre de Therese para saber cómo estaba. Solo por si acaso. Me puso nervioso, demasiado.

Me soltó todo un día antes después de saber que aceptaba el reto de encontrar la carta 637: casi la golpeé de no ser porque caí sobre un sillón en la casa de huéspedes donde la vi.

- Está mal. Lo lamento, me hizo jurarlo, me hizo jurar con sangre y decir que me iría al infierno si te lo decía, no quiero ir al infierno, ni siquiera sabemos si va a lograrlo, pero quería que tomaras esta decisión por ti mismo, sin intervenir. Si lo hacías sería su milagro. Sino, entonces se terminó y todo lo que pasó se quedó en un sueño. Tardaste demasiado pero hay tiempo. Me iré mañana, contigo o sin ti, pero contigo sería la vida. Si vas conmigo sería la vida para ella. –Y lo hice.

Su familia se extrañó cuando me vieron en el hospital, no tenían idea de quien era ni lo que estaba haciendo aquí. K les explicó el motivo y me dieron la bienvenida. Todos son muy agradables. He conocido a Dare, es muy leal y está soportando todo muy bien aunque ahora no se aleja de la puerta de su habitación. Tal vez cree que me la he llevado y espera a que la devuelva.

*****

Hace tres días estaba en una cama de hospital conectada a mil sondas adormecida por el medicamento. Cuando la vi y me miró no pude soportarlo, me tragué el nudo en la garganta y me acerqué un poco empujado por su amiga, lo admito, tomar su mano y verla llorar porque odiaba que estuviera viéndola así fue la cosa más terrible que me pasó después de lo de mi padre. Pero al menos lo logramos.

Me reconoció enseguida, entre sus lágrimas todavía sonrió, me sonrió.

Estuve ahí todo el tiempo que pude.

*****

En su último día estaba de buen humor. Siempre lo recordaré.

Había estado de ánimos después de mi llegada y me alegró un poco en medio de la tristeza. Me contó cosas, motivos. Con trabajo. Sueños y fechas no memorables mientras sonreía como si se olvidara de su enfermedad. Estaba débil pero llena de ánimos. Apenas se movía. Su tratamiento era meramente paliativo. La vi doblarse de dolor pero no aceptó más sedantes porque estaba ahí con ella y no quiso perder tiempo dormida. ¿Qué podía hacer sino tomar su mano y aguantar que casi la rompiera hasta que el dolor medio pasara?

La obligué a tomarlos, solo unas horas. Prometí. Solo nos separaríamos unas horas.

No creí que llegaría a vivir algo así, tan dramático y a la vez tan satisfactorio.

Se levantó esa mañana y desayunó fruta tibia con agua. Me cedió sus panqueques con miel. Reímos. Tuvo ganas de caminar un poco. Y me arrepentí porque se me cayó de las manos, el 'apuesto doctor' la levantó y regresó a su cama, me regañó por no pedir permiso pero su madre no estaba en ese momento y ella quería caminar. Jadeaba. Sudaba. Él me ordenó salir de la habitación y mi corazón se detuvo. Tuve miedo. Como nunca antes.

- No vuelvas a hacer eso. –le dijo.

- ¿O qué? –respondió ella. -¿Me pondré mal? ¿moriré?

Sus padres estaban en el pasillo, ella solo pidió hablar con K un momento, le dijo cosas al oído y su amiga se cubrió los labios, apretó su puño enseguida y contuvo el llanto. Salió asintiendo, después de colocar un beso en su frente que tardó milenios, entró su hermano quien un minuto después de hablar con ella la dejó mientras él miraba por la ventana hacía la ciudad, negando, solo negando con la cabeza. Después se volvió y le dio un beso más, ella levantó su mano hacía el pálido rostro de Luca le sonrió. Sus padres entraron luego. La escena es indescriptible para mí. Cuando salieron, su madre lloraba y se resistía. K me miró e hizo un ademan indicándome entrar.

Mi corazón se quedó quieto. Todo el mundo se paralizó. K entró detrás y presionó un botón para luego abandonar la habitación nuevamente. Una dulce melodía comenzó a sonar, se escuchaba tenue, solo de fondo. Se incorporó con las últimas fuerzas que le quedaban y me invitó a bailar. Pude derrumbarme pero si ella resistió, yo lo haría.

La tome en mis brazos y la ayudé a sostenerse sobre el frío piso de la sala: un, dos, tres... eternidad.

- Gracias, para siempre... gracias. –Musité.

- Gracias, eternamente. –Me miró. –Gracias. –Tomó una bocanada de aire tan profunda. –Sarang... -su mirada se endulzó. –hae...- No dejé que se fuera para siempre sin un último beso, no quería, no me lo habría personado si su recuerdo más reciente de unos labios fuera algo amargo. Solo uno más, pero ese se fue con ella para siempre antes de que sus ojos se sellaran.

*****

Su momento llegó a las seis de la tarde con dieciocho minutos de un jueves justo entre mis brazos después de un te amo, un beso y una eternidad.

Esa noche me quedé profundamente dormido en su cama, fría y caliente al mismo tiempo después de aceptar sentarme en esta, tal vez varias horas más mirando a la pared donde está un cuadro precioso: ella está mirando al cielo, su cabello se sacudió con la brisa y un ligero mechón se interpuso entre su rostro y la cámara, está feliz, estúpidamente feliz y sonríe como todos deberíamos hacerlo al menos una vez en la vida. Katharina dijo que se tomó esa fotografía después de ver la publicación que puse en la cuenta de Dongwha, apenas había iniciado el tratamiento y su cabello era perfecto. Por eso estaba feliz.

*****

Volví a Seúl un par de días luego de empacar los libros y enviarlos a mi nuevo departamento, junto con su escritorio, su silla y su cama, con toda la ropa que esta tenía la última vez que durmió en ella y por supuesto me dejaron tomar el cuadro. Ahora están aquí, en mi habitación, sustituyendo los muebles que había comprado. Dijo que podía tomar lo que quisiera, tomé estos porque fueron lugares donde soñó, donde suspiró, lloró y se sentó a escribirme cartas. Así que eran míos de todos modos.

No sé si lograré encontrar esa carta pero lo intentaré hasta el final. Sin embargo, después de lo mucho que nos dijimos o poco, ha sido suficiente para mí. Tendré estas 636 cartas y el diario que escribí estos dos días sentado en su silla apoyado sobre su escritorio, recordando cada instante de los dos años que estuvimos juntos, porque lo estuvimos.

No sé si sepa lo que dejó dicho entre las líneas ya escritas de esos libros, pero al menos sé que aún por un instante capturado en una bella imagen colgada ahora en esta, mi habitación, la hice feliz.

Al menos sabe que romántica, fraternal, absurda o imaginaria, pero aun irrefutablemente... sí, la amé.

Eternamente.

FIN.


A: Meli Contreras, Nadya rojas, Majo, always you, Andy, y a todas esas personas que le dedicaron un minuto a esta historia.

Gracias, eternamente. 


637 cartas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora