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Casi un mes y medio después de mi primer sueño este se repitió un par de veces, bueno, más de un par. Después de volver a dormirme con la imagen del cachorro en mi cabeza ella volvió a aparecer en mi subconsciente.

Esta vez terminó diferente. El mismo escenario. La orilla del río Han, vi a Yesung pasar a mi lado, me miró con sus ojos sin fondo y continuó. Entonces corrí, debía lograr alcanzarlo si deseaba evitar que se la llevara otra vez. Como muchas noches antes de esa. Gritaba y gritaba, ella no me miraba.

'¡Yesung, no te atrevas!' dije esta vez. '¡Quien seas, no te la llevarás!' otra frase diferente.

Me dejé caer sobre su espalda para detenerlo pero desapareció. Se esfumó en medio de una oscura niebla.

El cielo se aclaró. Temí que hubiera desaparecido también y me giré. Seguía ahí, justo donde siempre. Pero no me confié. Corrí y me detuve cuando la pude sentir cerca.

Tomé un lugar a su lado. Su cabello largo alborotado por el viento que venía desde atrás de nosotros no me dejaba ver su rostro. Vi su mano derecha apoyada en el suelo húmedo. Era delgada, muy delgada y pálida. Sus deditos temblaban. Parecía tener frío. O estar helada. Me quedé atónito.

Luego de tantos intentos fallidos al fin lo había logrado. Llegué a ella y solo me quedé así como bobo mirando a quién sabe quién. Su cabello. Era delgado, parecía que si lo tocaba se desmoronaría junto con ella. Traté de acercar mi mano a la suya pero algo me detenía. Ese temor por provocar que se desvaneciera en el viento. De mis sueños.

Se recostó, como Yesung aquella noche. Como llevo sus manos a su nuca no pude verla tampoco. Me recosté casi al mismo tiempo, como si fuera ella quien diera o me quitara voluntad. Todavía la miraba. Logré ver su perfil. Pero me daba algo de miedo.

Al principio, cuando su cabello se deslizó por el suelo para formar un halo alrededor de su cabeza estaba radiante. No tan pálida como su mano. Ojos grandes, cerrados.

Iba a hablarle, iba a decirle algo pero me detuvo.

- ¿Me amas? –parecía una voz en eco. Como si viniera de otro lado y terminara ahí, apenas audible. Recordé la conversación con Yesung.

- ... ya me amas tú.

- ¿Es suficiente?

- No lo sé.

- ¿Quieres amarme?

- Tal vez...

- No existe el 'tal vez' para nosotros. Debe ser, o no ser. Pronto.

- ¿Por qué?

- Lo sabes...

- ¿Qué cosa...?

- El motivo.

- No lo sé...

- Donghae...

- ¿Cuál es el motivo?

- Aún no.

- Sin embargo respondes.

- ¿No debería?

- Dices cosas que ya sé.

- Donghae... entonces lo sabes.

- No te vayas... no me digas que vas a irte.

- Donghae... -ella miró atrás curvando su cuello. Me hizo girar.

637 cartas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora