Seis

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   Podría comer toda la tarde, pero el problema es lo que viene después de eso. Me disgusta la idea de vomitar cada cierto tiempo, pero lamentablemente me obligo a hacerlo.

-Amanda, deja ya los chocolates, tienen que quedar para cuando tengamos que volver-Dice mamá mientras aparca.

-Tan solo uno más-Ruego colocando mi cara más penosa.

-Está bien, pero bájate ya que Diego nos espera-Dice mientras desata su cinturón de seguridad.

   Quizá no sea el mejor momento para comer, pero así soy yo, rara, hambrienta y con una bulimia que me jode sin cesar.

   Cruzamos la calle sin antes mirar a ambos lados y entramos en el edificio de la Av. Hudson. Subimos hasta el tercer piso y tocamos el timbre 308.

-Tan solo espero que digas todo lo que pueda servir-Dice Mamá mientras se mira codiciosamente en un espejo pequeño.

-Yo solo digo lo que siento y lo que recuerdo desde el momento en que comenzó todo esto. No tendría por qué omitir ciertas partes.

-Ojalá que digas la verdad.

-Hola ¿Qué tal? Pasen-Diego saluda anímicamente al momento en que abre la puerta

-Hola, todo bien ¿Cómo estás tú?-Responde ella con un tono más bien coqueto.

-Yo estoy genial ¿Y cómo está la señorita?- Me revuelve el pelo y le hago una mueca de desagrado.

-Como siempre-Dejo caer mis brazos como si me pesaran y luego entro al departamento.

-Bueno, hoy trabajaremos en ello. Recuéstate sobre el diván.

-Si...-Digo mientras me recuesto vagamente.

   En estos momentos así me dan ganas de mandar todo al carajo. Estas estúpidas sesiones me aburren un infierno. Creo que algún día se lo diré.

-Comenzaremos con algo sencillo ¿Crees que te sientes mejor o te sientes igual?

-En realidad me siento como que quiero desaparecer.

-Ok, y dime ¿Has estado trabajando en ello?-Dice Diego mientras acomoda sus lentes, acaricia su barbilla y anota algo en su bloc.

-En realidad, nunca trabajo en ello. Mi autoestima no es la mejor.

-¿Y crees que tú misma eres la culpable de la bulimia que sientes?

-Diablos no me presiones-Me enojo un poco al notar la forma en la que lo pronuncia.

-¡Amanda!

-No, déjela, necesita expresarse para poder colaborar en mi trabajo.

-Ufff.

-Bien niña ¿Qué dices?

-¿Acaso usted cree que uno se quiere hacer sufrir psicológicamente tan solo por gusto o por algún tipo de entretención bizarra?

-Emmm, no, pues uno nunca jugaría con ello, a menos de que realmente te falte un tornillo.-Ríe mientras mira de reojo a Mamá.

-Entonces no pregunte.

-Creo que no me entendiste, me refiero a que tal vez tú te sentiste incómoda con tu cuerpo o no te gustaba como estaba distribuida tu masa corporal y quisiste hacer algo para mejorar o reducir tus molestias.

-En realidad no me acuerdo bien de aquello, pero si tengo que responderle a su pregunta puedo decir que vivir en un mundo tan crítico es realmente agotador, y parecerle bien a alguien es algo no muy fácil.

-He allí el punto, la sociedad es muy crítica ¿Cierto? Molestan a los gordos por ser gordos, a los bajos, a los altos, a los delgados, etc. Quizá tu problema está en concentrarte en lo que piensan los demás de ti.

-No lo creo. Digo que tan solo quiero parecer alguien que les caiga bien a todos, pero si a alguien no le agrado, pues allá con ellos-Río mientras miro las yemas de mis dedos alzados en el aire.

   Al parecer esto va a tardar un poco al ver lo inyectado que está Diego. Hoy amaneció con toda su vocación bien puesta.

-Mejor déjame plantearte lo siguiente ¿Y si son tus amigas la que te infunden la idea de "La chica perfecta"?

-Quiero que sepa que no soy ese tipo que deja llevar por todo lo que dicen mis amigos. Si veo que lo que quieren que haga es algo que me hará mal, pues lo pienso dos veces.

-Y fíjate que eso está muy bien, eres una persona no muy fácil de doblegar-Dice mientras se levanta y corre las cortinas de la gran ventana que está en el living y luego la abre.

-Ohhh, el sol está muy radiante. Ni pareciese que ayer nevó-Digo mientras me cubro la cara con la mano izquierda

-Ven, levántate y acércate aquí.

Me levanto sin antes atar los cordones de mis zapatillas.

-Ok, quiero que me digas que es lo que ves en el horizonte.

-Hey, no creo que esto resul...

-Calla-Me coloca el dedo anular en los labios mientras trata de sentir el viento correr-Tan solo inténtalo.

-Está bien-Levanto los brazos en señal de resignación-Pero no creo que esto funcione.

   En mi cabeza trato de concentrarme lo más que puedo, respiro un poco y luego observo.

-Pues, veo millones de nubes que corren al ritmo del viento, veo variados edificios, calles y un gran parque a lo lejos.

-Muy bien.

-¿Qué es lo que tramas?-Pregunta Mamá algo intrigada por lo que intenta él.

-Ya lo verás-Se da media vuelta para coger su lápiz y luego se vuelve-Bien, dime otra cosa ¿Puedes ver algo más que eso?

-Emmm, pues no, no hay nada más que ver.-Coloco una cara de extrañeza total.

-Fíjate que yo veo diez perros bailando al ritmo de Oye como va de Santana. También puedo divisar dos pericos que revuelan alrededor de ellos con la única intención de quitarles las galletas que tienen en sus hocicos.

   Y yo que pensaba que él ya era medio raro.

-¿Y a qué quieres llegar?

-Lo que quiero decir, es que todo esto me lo imagino yo mismo en mi cabeza. La mente humana crea una distorsión perceptiva respecto a ti misma. No siempre tenemos el control de nuestra mente ¿Estas segura que todo esto no te lo estás inventando tú solita?

   Diablos como te odio Diego, ya llegaste al momento en que pongo en duda todo lo que creía con certeza. Todo aquello que me obliga a pensar más allá de lo que me creo capaz al cerrar mis ojos y besar el cielo. Si claro.

-No lo sé, quizá.

-Y si tú no lo sabes querida Amanda ¿Quién lo sabe?


AnsiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora