Treinta y Siete

8 0 0
                                    

  

    Bueno...Es difícil saber encontrar un punto exacto hacia dónde ir cuando, en verdad, el mundo se escapa. Si. El mundo está en constante movimiento. Nosotros también. Somos una confusión.

   Okay. Supongo que esto no es tan malo después de todo. Un gran abrigo, unos guantes y una gran compañía no se puede considerar así. Además, un generoso árbol cubierto por algo de nieve nos protege del mundo exterior !Ojalá no fuese solo algo tan literal!

—Vaya, creo que lo de anoche fue una gran liberación—Dice Celeste tratando de no quemar algún trasto para capear el frío.

—¿De qué?—Mi mente no responde a nada, así que es normal que pregunte.

—De lo que somos en verdad.—Hace una mueca de satisfacción mientras se concentra en mirar a un par de ardillas corriendo de un lado para otro.—!QUE GUAPAS!

—Eso no es lo que somos—Me quejo sin apenas flexionar algún gesto de desacuerdo—¿Crees que que somos simple locura?

—Si estamos focalizados en ser quienes realmente somos, pues sí.—Su voz se va apagando acorde el viento le cala hasta los huesos. Las ardillas pierden importancia.

   Pues, en verdad, no somos solo eso.  Somos razón. Somos consciencia.  Somos algo  más que eso.

—No es un  buen momento para discutir esto—Me levanto con un esfuerzo que fácilmente podría matarme. Trato de pasar desapercibido ante las miradas expectantes de los transeúntes ¿Nunca han visto acaso a un joven con borrachera,en pantaloncillos y un gran abrigo tratando de no perecer ? Vaya que poca experiencia tienen.

—Quizá nos pasamos tan solo un poco—Celeste cubre su falda mientras despega algo de dudosa procedencia bajo ella. Luego se levanta y observa lo que yo.— ¿Que miráis? 

—Vayan a casa, paletos—Grita una voz algo áspera. Es de una de las tantas caras bobaliconas que nos observan con gran detención. 

—!A tomar por culo!

   No digo nada; mejor guardar las palabras para un mejor momento.

   Y mirad. Otro momento más. Si nunca la vida nos había dado un día como este, hoy lo tenemos. El cielo, claro y resplandeciente, indica que no hace mucho ha nevado; además, aún queda algo de nieve por allí. El ambiente irradia algo que no tiene descripción alguna !Si hasta los mirones me parecen simpáticos!

—¿Estás bien?—Sus ojos me observan como nunca, aunque en verdad me han mirado solo una noche nada más.

   ¿Y si miento? 

—Bien.

   Algo viene.

—Con  esas respuestas no convences ni a un crío—Su escepticismo florece con un toque de angustia.

   Vamos ¿Qué tan malo puede ser esto? No tengo nada de qué preocuparme, solo pasé una noche de calidad con mis amigos y ya.

   Pero ¿Y si los vecinos llaman a la policía y luego vienen a por mi? NO. ESO ES ESTÚPIDO. NO ME CONOCEN.

—Todo b...—Nos acostamos ¿La habré dejado embarazada?

—Ostras, que guay—Rie ella. Es como si nunca lo hubiese hecho antes—Disculpa, no te oí ¿Qué decias?

—Dije que todo está...—No, no lo está ¿Y si perdí un diente en alguna riña que no recuerde? 

—No has perdido ninguno—Dice ella mientras me sonrie.

—¿Qué?

—Al parecer estabas pensando en voz alta. Deberías  dejar de preocuparte, mira allí—Me indica un lugar que no logro identificar,  su risa es lo que continúa al segundo después.

   No. No tengo heridas físicas ni nada , pero...¿Debería sentirme mal por lo de anoche?

—!Que ha caido redondo al charco!—Grita Celeste corriendo hacia el árbol más próximo a la persona que trata de levantarse a duras penas.

—Oh, pero si es un borracho—Sonrio mientras me acerco.

—¿Que miras, so tonta?—Exclama el hombre tirado en el piso  que trata de levantarse a como dé lugar.—¿Quieres que te patee hasta que llames a tu papi?

—Vete al infierno—Su rostro cambia de risa a sulfuración  de manera tan súbita que asusta.

   ¿Por qué se ha caído este buen hombre? Ha de estar  con muchas copas encima (como nosotros). De seguro.

—Mejor vámon...

—Hey ¿Que onda?

    No capto su duda. Callo.

—Estás temblando.—Su rostro irradia una preocupación bastante peculiar. Es como si hubiese una pequeña risilla de por medio. No recuerdo haber visto algo similar antes.

—¿Ah si?

—Debes ser muy tonto para no notarlo—Y adivinen que  ! La risa ha vuelto!

—Debo ser muy tonto para no aprender a relajarme.

—Quizá—Su buena vibra ignora nuestra desagradable situación. Poca ropa, sin direccción, cabello quemado y lleno de cosas asquerosas.Ojalá estuviese  así de relajado.

    Si. Debería enterrar la mala onda en lo más profundo y construir muñecos de alegría y nieve.





  

AnsiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora