Cuarenta y Seis

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    Seguir un camino sin sentido alguno, es lo mejor que nos podría pasar.

    ¿ Has pensado alguna vez en perderte? ¿Crees en la libertad? Porque yo si. Creo que estar perdido es ser libre. Perderse entre lo inusual, entre lo menospreciado y lo sencillo es libertad.

   ¿Has disfrutado un día entero descubriendo ese bosque tan cercano a tu hogar? Creo que es algo necesario. Somos más que simple tecnología y encierro.

   ¿Quién eres? ¿Quiénes somos? La libertad nos da esa y muchas otras respuestas.

    Vive algo hermoso y sencillo.Es momento de disfrutar de Komorebi.

   Vaya, aún puedo recordar ciertas palabras que mi abuelo me ayudaba a pronunciar cuando era pequeño. De seguro era un dolor de muelas tener que enseñarle a alguien como yo.

   "—Bueno, si quieres aprender todo esto debes quererlo, no verte obligado—Su frente siempre se arruga  cuando esboza un sonrisa y levanta levemente las cejas.

    —Claro que quiero, hay mucho que quiero aprender.—La voz suena como si estuviese eufórico

   —Eso suena bien ¿Conoces lo que es Wabi-Sabi?

   —Pues no, jamás he escuchado sobre eso— Vaya, todos tenemos mucho que aprender.

   —Todos tenemos mucho que aprender. Te enseñaré lo que es, vamos a casa—Es como si hubiese leído mi mente"

   Me levanto con mucho cuidado, la cabeza podría explotarme si hago algún mal movimiento. Me acerco a la ventana y me doy cuenta de que apenas está amaneciendo ¿Cuánto he dormido? Mejor ni preguntar.

   La nieve, escarchadamente bella, no deja de darle un tono especial a las calles. Los faroles comienzan a ser unos inútiles cuando una leve luz solar se asoma. La gente camina alegre por los interminables senderos demarcados por marcas bastante extrañas.

—Mira nada más, un día más...—Una leve corriente de viento me refresca la nuca. Lo extraño es que no hay ninguna ventana abierta.

   Al girarme hacia atrás, observo que todo está tan normal como siempre. La cama sigue desordenada, mis cosas igual de interesadas por mi atención y....  hay un vinilo que está en el suelo. Me acerco lentamente hasta el y me agacho para observarlo.

—100 días de una soledad esperanzadora...música  para tu reencuentro con la paz—El disco se me hace algo desconocido, no recuerdo haberlo comprado antes.

   Ante tal desconcierto decido levantarme y buscar información sobre lo que tengo ante mis manos. Cuando la lectura se me comienza a hacer fácil  ( el dolor de cabeza no desaparecerá pronto, lamentablemente) la puerta se abre bruscamente.

—Hey, ya estás despierto—Amanda no deja sus manía de no tocar antes de pasar.

—Pues sí, eso creo—Dejo el vinilo encima del escritorio y me dispongo a cerrarle la puerta en la cara.—no quiero ver tu rostro por ahora.

—Ehhh, vamos, no seas así con tu hermanita—Se aferra a mi y me da un extraño abrazo.

—¿Que te ha picado, traga-todo?—Trato de zafarme. Nada se me había hecho más difícil que esto en  la vida.

—¿No puedo abrazar a mi estúpido hermano?—se restriega contra mi como si fuera un gato. Quedaré con su perfume de niña de por vida, eso seguro.

—Miren nada más, una gata se hace amiga de un perro con dolor de cabeza—Dice mamá al aparecerse de la nada.

—No es nada—Me suelto y lanzo a mi hermanita a la cama—Entretente ahí.

—Estás vivo, eso es bueno—Su sonrisa nunca pasa de moda.

—Supongo— me rasco la cabeza y noto algo extraño en Amanda—Hey ¿De dónde has sacado ese sándwich? Me dejaras todo sucio.

—Ni yo lo sé, son mis buenos amigos—se ríe mientras el atún y las migas salen disparadas a todas partes.

—Antes de que peleen, bajen  a desayunar

—No iba a tocarla—Que me han pillao'

—Muy buena esa—Mamá desaparece tan rápido como apareció.

—Mehh, suerte para la otra hermanito.—Me saca la lengua y me golpea en la cabeza antes de salir volando escaleras abajo.

   Vaya, otro día como cualquiera. Bienvenidos a América



Deberíamos disfrutar Komorebi.






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