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Ruby (foto) 

Me levanto con el sonido de las gallinas y con el sol que entra a raudales por la ventana que da al jardín. Para estar en Inglaterra me sorprende el sol que hace. 

Ante el buen tiempo decido sacar de mi maleta algo veraniego, porque no voy a pasearme por esta casa de desconocidos en pijama. Tomo una blusa blanca de media manga, que considero que no está arrugada, y unos skinny jeans, junto con mis All Start blancas. Rebusco en la maleta hasta encontrar mis chokers pero tras mucho probar, decido que este conjunto de ropa queda mejor sin eso al cuello. 

Molly me recibe junto con algunos de los demás integrantes de la familia y me sirve el desayuno. Ella se sorprende de verme levantada tan temprano, ya que la mayoría sigue durmiendo. 

Tiene la gran amabilidad de no preguntarme nada sobre lo que pasó ayer durante la cena. Hablar de ello tan solo me traería recuerdos de por qué lloré. Tal vez ella, con su gran y desarrollado instinto de madre, sabe lo que me pasó sin necesidad de preguntar. 

-¿Puedo... puedo salir al jardín? -pregunto después de desayunar la riquísima comida que ha hecho Molly. 

Me detengo unos segundos frente a las agujas de tejer que se mueven solas. 

-Por supuesto -responde Molly mientras va de un lado para otro y me da un suave apretón en el brazo cuando pasa por mi lado. 

Me alejo hasta la puerta principal y salgo al soleado jardín. El cielo brilla con un turquesa muy vivo y el sol hace que mi cuerpo se caliente bajo sus rayos. Ni siquiera me he molestado en maquillarme esta vez. Y mis pecas se marcan un poco, porque sí, aunque parezca mentira tengo pecas muy claritas. 

Camino hacia el sonido de las gallinas, pero encuentro en el camino arbustos con flores que brillan por sus colores. Aparte, escucho los muchos gnomos que me siguen. 

-¡Dejad de seguidme, joder! -grito girándome de repente y encarando a la gran cantidad de gnomos que me acechan. Muchos de ellos se encuentran más cerca de lo que pensaba. Nunca me han gustado esos bichos como decoración de jardín. Son tremendamente siniestros. 

A los gnomos les falta tiempo para comenzar a huir. Todos ellos se dispersan después de mi grito, aunque se quedan observándome desde detrás de las ramas de los arbustos. Suspiro mientras comienzo a observar las flores. 

-¡Buenos días! -saluda la voz de ¿George? ¿Fred? 

No saber quién es quién está comenzando a molestarme un poco. 

-¡Hola! -saludo desde el otro lado del arbusto cubierto de flores blancas. 

-¿Qué le pasa a los gnomos? -pregunta mientras los señala. 

Me inclino hacia un lado para lanzarles una mirada de advertencia. Si siguen levantando sospechas sobre mí, voy a buscar un martillo y a aplastarlos hasta convertirlos en escombros. 

-No tengo ni idea -digo inocentemente. 

-Parece que piensen que eres su reina o algo -bromea desde el otro lado del arbusto. 

-¿Insinuas que parezco un gnomo? -pregunto fingiendo molestia. 

-¡Oh, no! -niega... ¿George o Fred? Entre risas. 

Creo que George. Espero que George. 

-No es un insulto... 

-¿Me lo tengo que tomar como un cumplido? -pregunto, aguantando la risa. 

-Yo... no estoy seguro de cómo quiero que te lo tomes -dice de repente nervioso. 

-Era una broma -declaro-. No me lo estaba tomando en serio -aclaro-. Sabía que estabas bromeando. Además, en todo caso debería de ser tu madre la reina. Son vuestros gnomos. 

MI RUBY [George Weasley] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora