capítulo 12

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Era mi segundo día en la manada y teníamos que ir a cazar ya que, al parecer, en esta manada solo se comían animales que se cazaran. Nada de comida ''humana'', había dicho el alfa. Averigüé que se llamaba Heff y su beta Alec; la omega era Paulette y la Luna -mate del alfa- se llamaba Olive.

Me encontraba recorriendo el bosque en busca de algún animal que cazar; lo malo de aquél bosque era que lo más probable era encontrarse un ciervo. No es que habitaran muchos animales más a decir verdad. Cacé dos ciervos y se los llevé al alfa, quién me atestó un arañazo en la mejilla porque eran ''demasiado pequeños''. Ya comenzaba a entender por qué Paulette dijo que era horriblemente cruel. 

Regresé a la que era ahora mi casa y subí a la bohardilla aún desnuda; me vestí con unos jeans claros, una camiseta de manga corta blanca metida por dentro del jean dando un aspecto ''descuidado'' -o eso me había explicado Addy- y me calcé en aquellas Vans. Me recogí el cabello en una coleta alta y cogí el dinero que me quedaba de los 200 de Cole.

Bajé al baño y me observé al espejo. Tenía dos arañazos en la mejilla derecha y unos moretones en el brazo junto a algunos raspones de cuando peleé contra el alfa. Observé mis ojos grises y se me vino a la cabeza aquellos ojos azules de mi hermano... Aún se me hacía raro pensar en él como mi hermano ya que me había asustado bastantes veces pero algo dentro de mí me decía que no era una simple coincidencia.

Le pregunté a Paulette si venía conmigo y me dijo que no, ya que no quería problemas con el alfa al ser una omega. Le dije que el alfa no se enteraría pero aún así el temor la pudo y se quedó. Era por la tarde, más o menos las cinco, y yo me escabullí aprovechando que la puerta aún estaba abierta debido a los que seguían cazando. Corrí por el bosque hasta que llegué a aquella parte que tan bien conocía. Agudizando el oído podía oír a mi anterior manada; el alfa estaba mandando ir en busca de Addy y la preocupación en su voz hizo que yo me preocupara. 

— ¡Addy se escapó de madrugada, tenéis que encontrarla o de lo contrario habrá graves consecuencias! —bramó mi mate.

Corrí hasta que llegué a la carretera que crucé y caminé por el pueblo. Si Addy se había ido y no la habían encontrado aún era porque había ocultado su olor. El primer sitio en el que miré fue en el centro comercial. Estuve allí una hora y no había rastro de ella; me recorrí el pueblo preguntando a la gente por ella, pero nadie sabía nada. Otra hora perdida. Y otra más fue lo que tardé en llegar al parque. 

— ¡Addy! —grité. Me abracé a mí misma ya que estaba anocheciendo y se notaba el frío— ¡Addy, Adelaide! —grité nuevamente. Sin respuesta.

— ¿Gi...? —preguntó una vocecita. Gi; solo Addy me llamaba así. Corrí hacia un banco donde su pequeño cuerpo descansaba congelado. La toqué el hombro.

—Addy —dije. Se levantó rápidamente y me abrazó rompiendo en llanto.

—Gi, te extrañé tanto —sollozó. Se separó y me miró— ¿¡Cómo es eso de que te fuiste!? —gruñó ahora enojada.

— ¿Eso dijo tu hermano? —pregunté atónita. Ella asintió confusa—Sí, me fui yo. Pero él me tenía amenazada, Addy, y yo no podía vivir así. Lo lamento enserio por ti, pero no soportaba más esa presión —dije triste.

—Comprendo. Mi hermano es un imbécil —gruñó.

—Pero ese hermano tuyo está como loco buscándote, Addy. Debes volver —dije.

—No —murmuró.

—Addy por favor. No me hagas llevarte yo —gruñí levemente.

—Está bien —aceptó triste. Me miró a la cara— ¿Qué te pasó en la mejilla? —preguntó frunciendo el ceño. Después dirigió su mirada a mi brazo y me miró expectante.

—Tuve que pelear con el alfa para entrar a mi nueva manada —dije, y no mentí del todo. Addy asintió poco convencida y comencé a correr con ella hacia la manada Luna de Cristal. Cuando llegamos a aquellas casas todos se voltearon. Lucas corrió y abrazó a su hermana fuertemente ignorando mi presencia; sentí como si me arrancaran un trozo de corazón.

— ¡Addy, me tenías super preocupado! —dijo.

—No quiero verte, Lucas. Sabes que la cagaste pero bien —gruñó Addy separándose. Se volteó y me abrazó fuertemente—Gracias Gi. ¿Volveremos a vernos? ¿Puedo ir a tu nueva manada a verte? —preguntó algo esperanzada pero a la vez triste.

—Claro que volveremos a vernos, Addy. Pero no en mi nueva manada, ¿sí? Anda, ve dentro —sonreí apartándome. Ella asintió con ojos llorosos y se alejó; noté como Lucas me inspeccionaba de la cabeza a los pies deteniéndose en mis heridas y yo le miré dura—De nada por encontrar a Addy, ''alfa'' —escupí la palabra alfa con asco por más que me doliera y me di la vuelta para comenzar a correr hacia mi nueva manada.

Y cuando llegué la puerta estaba cerrada.

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