capítulo 6

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Otra noche más sin dormir porque me sentía vigilada, otra noche más que esos ojos azules parecían seguirme a todos lados y otra noche más que olí aquel aroma tan desconocido como conocido para mí; por eso, nada más el sol salió, me dirigí hacia la...

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Otra noche más sin dormir porque me sentía vigilada, otra noche más que esos ojos azules parecían seguirme a todos lados y otra noche más que olí aquel aroma tan desconocido como conocido para mí; por eso, nada más el sol salió, me dirigí hacia la casa de Adelaide dispuesta a subirle el ánimo y a distraerme.

Le había preguntado a Cole sobre algún lugar al que ir a pasar el rato y él me recomendó 'el pueblo'. Al principio no entendí mucho, pero investigué un poco sobre el tema como buena rastreadora y descubrí lo que era: un montón de edificios y zonas naturales que en conjunto se llamaban pueblo. No era muy grande y por lo visto los humanos iban ahí cuando se aburrían o querían distraerse.  

Tardé bastante en convencer a mi nueva amiga de ir, pero al rato aceptó ante mi pesadez y aceptó. Todo el camino se quejó de que podía haberle avisado de lo lejos que estaba; no me había parado a pensar en ello y mucho menos pensé en la idea de aparecer como lobas... así que tocaba caminar.

Adelaide me miró con la boca abierta y me sonrió.

— ¡Gía, esto es genial! —exclamó. 

— ¡Y tú no querías venir! —vacilé riendo. Ella me miró apenada por un segundo pero luego me golpeó con suavidad el brazo, musitando un insulto.

Cuando le dije a Cole que iría allí con Adelaide, Cole me entregó algo de 'dinero' para que disfrutáramos. Me costó bastante entender el concepto y lo que era, se me hacía muy extraño que no dependieran de terrenos y piedras preciosas como nosotros. El vampiro estaba demostrando ser un amigo de lo mejorcito y no podía estarle más agradecida. Le prometí devolvérselo en algún momento, pero sinceramente ni yo sabía cuándo sería eso.

—Gía, enserio, esto es como el cielo. ¿Cómo supiste que existía? —preguntó mi amiga mientras entrábamos a un gran edificio en el que ponía ''Centro Comercial'' en grande. No sabía que era, pero no podía esperar a descubrirlo.

—Tengo mis contactos —reí en respuesta.

Tras investigar por un rato llegamos a la conclusión de que ese lugar era el lugar perfecto para gastar el dinero que Cole me había prestado; al parecer era como el mercado, pero con otra moneda y cosas mucho más... ¿modernas?

—Mira Addy, si quieres te compro esto —dije aguantando la risa, pero al ver su cara cuando observó el juguete para perros exploté y comencé a reír como loca atrayendo varias miradas.

Para finalizar nuestra visita entramos a una tienda en la que había un montón de animales falsos y blanditos. Nunca había visto algo así en mi vida, pero eran muy bonitos y graciosos. Adelaide y yo decidimos que yo le compraría uno a ella y ella uno a mí y luego nos los daríamos como 'sorpresa'.

Pasé mi mirada por las estanterías y no me hizo falta mirar mucho. Cogí el peluche de un lobo blanco sentado y me sorprendí al notar su suavidad; el lobo de Adelaide era blanco así que no pude evitar pensar que había dado en el clavo. Tras pagar me encontré con mi amiga fuera de la tienda, que había terminado más rápido que yo y me esperaba con una bolsa en la mano.

—A la de tres —sonreí—Una, dos... ¡Y tres!

Ella sacó un peluche igual al que le compré yo pero en negro y al observar ambos reímos fuertemente. Tomé el peluche negro y le acaricié para después guardarlo en una de las tres bolsas que llevaba. ¡Podíamos haber sido un poco más originales!

Finalmente decidimos explorar un poco más el lugar y caminamos bastante hasta llegar a una especie de zona con bancos y hierba. Había  un círculo gigante con agua en el centro y mi amiga y yo nos dirigimos a ella con velocidad, ensimismadas en su belleza. Sin embargo, no me duró demasiado el ensimismamiento ya que enseguida fue reemplazado por una sensación de ser observada. Me tensé inmediatamente y me volteé, causando así que Adelaide me mirara con confusión.

—Gía, ¿te encuentras bien? —preguntó tocándome el hombro.

—Sí, tranquila, solo creí haber visto algo. ¿Volvemos a casa ya? Es tarde —Puse mi mejor sonrisa y mi amiga asintió, no muy convencida. En realidad sentía que, si nos quedábamos un poco más allí, todo lo que había estado tratando de evitar ocurriría.

El ambiente en la manada era diferente a cómo era antes de irnos: se notaba a las personas más calmadas y tranquilas. Despedí a Adelaide en la puerta de su casa y me limité a ir a la mía, aún algo paranoica. Quería evitar estar sola lo más que pudiera, pero tampoco quería poner a mi amiga en peligro. 

Tras un rato dando vueltas por el salón y mirando a todos lados decidí irme a dormir. Me tumbé y abracé el peluche que Addy me había dado; mi cuerpo se relajó y mis ojos se cerraron. Estaba segura de que por primera vez en la semana podría descansar, pero cuando estaba a punto de caer en un profundo sueño, grité.

nota de autora: ¿quién creéis que está vigilando a Gía?

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