Capítulo 19.

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ADELAIDE.

Observé cómo mi hermano le plantaba cara a aquel alfa para defender a su mate. Para defender a Gia. Fue entonces cuando me di cuenta de que Gia tenía un olor. Me coloqué junto a mi hermano y, juntos, peleamos contra aquel alfa con uñas y dientes, haciendo que finalmente se retirase junto a su manada. 

Después mi hermano se transformó a su forma humana y tomó el cuerpo de Gia con delicadeza, apretándola contra sí mismo con fuerza. Era una escena bonita, hasta que mi hermano me miró con lágrimas en los ojos.

—Hay que llevarla con Clark, cada vez tiene menos pulso, ¡Clark! ¡Adelaide llama a Clark! —gritaba histérico.

Corrí en mi forma lobuna y cuando encontré a Clark casi le muerdo para que corriera hacia mi casa donde se encontraba mi hermano con Gia.

Me transformé a humana en mi cuarto y me cambié de ropa a unos simples vaqueros y una camiseta ancha. Después bajé corriendo y le tendí ropa a mi hermano, que se vistió allí mismo.

—Necesito llevármela al sanatorio ya. Ayudarme, ¡vamos! —gritó Clark alarmado. Mi hermano la tomó en brazos y corrió junto a Clark hacia el sanatorio, donde el ya mayor hombre nos obligó a abandonar a nuestra amiga.

Yo abracé fuertemente a mi hermano.

—Ella lo sabía —murmuró en mi hombro—Ella sabía que yo era su mate y por eso ocultaba su olor —dijo mirando al suelo.

—Eh, no. No pienses que lo hizo porque no te quería como mate, que te conozco. Probablemente tenía otra razón, ¿sí? Ahora lo importante es que se ponga bien.

Lucas asintió algo dolido y se sentó en un tronco a esperar. Otros sanadores -que llamamos- llegaron a la manada y comenzaron a curar a los miembros de ésta, por lo que se oían gritos por todas partes.

— ¡Se está muriendo! —gritó Clark— ¡Necesito ayuda aquí! —volvió a gritar medio histérico. Lucas entró en pánico y le apreté fuertemente la mano mientras veíamos como algunos sanadores entraban con Clark y Gia. Habían pasado dos horas cuando Clark asomó la cabeza y nos indicó que nos acercáramos—Está estable —susurró sonriente. Lucas corrió al lado de Gia y yo sonreí ante tan tierna escena. Entonces noté unos brazos abrazarme y ese olor tan característico.

Me giré y besé a Sean.

GIA.

Desperté y noté que todo mi cuerpo dolía a horrores. Era como si me estuvieran clavando cuchillos por todas partes una y otra vez. Estaba tapada con una manta. Noté que alguien acariciaba mi cabello y cuando levanté la vista mi mirada chocó con la de Lucas. 

— ¿Lucas? —murmuré con voz débil.

—Gia —sonrió. Pude ver lágrimas retenidas en sus ojos.

—Eh, puedes llorar si quieres —dije, levantando lentamente mi brazo -aunque me doliera demasiado- y acariciándole la mejilla. Una lágrima deslizó por la mejilla de Lucas y cayó en mi dedo pulgar. Lucas tomó mi mano y la apretó suavemente, aún acariciando mi cabello con la otra.

—Duerme, Gia. Necesitas descansar —susurró. Asentí y me acomodé haciendo ciertas muecas de dolor. Cerré los ojos y caí en un profundo sueño.


Desperté alterada y miré a mi alrededor. Lucas me miraba con curiosidad y cansancio a un lado de la cama del sanador. 

— ¿Qué ocurre, Gia? —preguntó—No parabas de gritar, estabas como muy nerviosa...

—Una pesadilla. Nada más —sonreí para calmarle.

— ¿Por qué ocultaste tu olor todo este tiempo, Gia? ¿Por qué no querías que supiera que tú eras mi mate? —preguntó dolido.

—Lucas, yo... No estaba segura de querer atarme toda la vida a alguien. Una persona me dijo una vez que no me enamorara nunca, ni siquiera de mi mate. Y todos sabemos que eso es imposible, pero... intenté olvidarme de todo. Solo quería tener una vida sin ataduras. Lo siento —murmuré mirando la manta que me cubría.

—Comprendo. Si quieres que me vaya, yo... —comenzó, pero le corté.

—No quiero que te vayas. Me siento bien así, contigo —susurré entrelazando mi mano con la suya. Él miró nuestras manos y luego a mí.

—Gracias por haberme salvado dos veces la vida —rió ligeramente, aunque sin gracia.

—Volvería a hacerlo aunque me costara la mía —dije llevándome nuestras manos entrelazadas a mi fría mejilla. Cerré los ojos y suspiré—Lucas, duerme. Yo haré lo mismo, ¿sí? Hablamos... mañana... —dije entre bostezos. Apoyé mi cabeza en la almohada y nuestras manos cerca de mis labios. Lucas apoyó la cabeza en la cama y cerró los ojos dispuesto a dormirse, al igual que yo.


Al día siguiente sonó la puerta del sanador, despertándome. Lucas dormía a mi lado tranquilo y no pude evitar observar su rostro en calma. 

—Vida mía —escuché a Luz entrar.

—Yaya —sonreí, indicándole con el dedo que hablara bajo. Sonrió mirando nuestras manos—Es mi mate —reí ligeramente.

—Cielo, ¿cómo te encuentras? Escuché lo que te pasó —susurró haciendo una mueca.

—Algo dolorida, yaya. Pero bien, supongo. Lo peor ya pasó.

—Casi mueres, Gia. Menudo susto me pegué —murmuró—Te traje algo de ropa limpia —me sonrió.

—Gracias yaya —la abracé. Asintió abandonando el lugar y justo en ese momento Lucas despertó.

— ¿Quién era? —preguntó con voz ronca. Desenlazó nuestras manos para frotarse el rostro en un bostezo.

—Luz. Es una larga historia que ya te contaré. Me trajo ropa —respondí.

—Oh, en ese caso... —se removió incómodo, haciendo amago de levantarse.

—No seas tonto. No puedo yo sola, me duele demasiado todo el cuerpo —me quejé haciendo una mueca. Lucas asintió hacia mí y yo tomé la bolsa que me dejó la yaya. Saqué mi ropa interior negra y me la puse—Abróchame el sujetador, por favor. No llego —hice una mueca. Era algo vergonzoso para mí pero era lo que había. Noté los dedos de Lucas tocar suavemente mi piel y abrochar el sujetador—Gracias —reí ligeramente nerviosa. Me puse en pie con esfuerzo y tomé los leggings negros y la camiseta gris escotada de tirantes. Me lo puse todo y después me coloqué la chaqueta rojo vino— ¿Me atas las zapatillas por favor? —dije algo divertida. Lucas rió ligeramente tomando mis pies. Me puso los calcetines tobilleros negros y después las Vans rojas, atándolas—Necesito un espejo, probablemente luzco fatal y tengo que peinarme —reí haciendo una mueca.

Lucas asintió y yo tomé su brazo para sujetarme. Juntos salimos del sanador y nos dirigimos a la casa de Lucas y Addy. Entré al baño y tomé un cepillo. Me peiné y me miré fijamente con Lucas detrás. Tenía cortes en el rostro y una especie de raspón en una mejilla. Gruñí levemente.

— ¿Me recoges el pelo en un moño, por favor? —pregunté divertida a Lucas.

—Claro —rió. Tomó una goma e hizo un moño que si bien no quedó perfecto tampoco quedó horrible.

—Tú vas para peluquero, eh —sonreí de lado volteándome y quedando cara a cara con él.

—Para ti puedo ser un peluquero siempre —murmuró acercándose a mí.

Nuestros rostros estaban a unos pocos centímetros y mi corazón latía tan rápido que parecía que se me iba a salir del pecho.

¿Me iba a besar? ¿Íbamos a besarnos?


n/a: ¡muchas gracias por 1k leídos! les agradezco demasiado por todo enserio<3.

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