capítulo 2

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Para ganarte un puesto en una manada, y por consecuente el respeto del alfa, se seguía la vieja tradición de batirse en combate o bien con el alfa o bien con quien él escogiera para el puesto

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Para ganarte un puesto en una manada, y por consecuente el respeto del alfa, se seguía la vieja tradición de batirse en combate o bien con el alfa o bien con quien él escogiera para el puesto. Había sido informada de que mi contrincante sería nada menos que su hijo, por lo que no pude evitar sentir cómo mi corazón se encogía por momentos cuando llegó el día.

No quería deber nada a nadie y mucho menos a un alfa. Mi vida había sido bastante complicada desde que me perdí, siempre alerta y escondiéndome para no ser castigada al ser descubierta cazando en territorios de otras manadas, así que esta era una oportunidad única para mí. 

El alfa me había proporcionado un hogar temporal junto a una familia a la vez que algo de ropas. La noche anterior uno de sus hombres me explicó que, en la manada, las comidas eran grupales; el alfa había mandado construir un gran comedor hacía unos años y ahí se reunían todos para comer juntos. Me incomodaba un poco al no ser oficialmente parte de la manada, pero no iba a quedarme sin comer solo por eso así que me acerqué a paso firme y cogí un cacho de carne para después morderlo, hambrienta. 

Tras un rato que pasé echando un vistazo a la gente y a la distribución de las cosas el jaleó comenzó a la vez que algunas personas abrían paso al alfa y a su hijo que, ya convertido, seguía sus pasos con pesadez. No hizo falta mucho más para que mi loba comenzara a revolverse histérica dentro de mí y me gritara que él era mi mate. Antes de que pudiera siquiera pensarlo con claridad cerré los ojos y me concentré en mi aroma, ocultándolo así ante aquel gran lobo cobrizo que se acercaba.

Todo el tema de los mates era algo bastante complicado para mí, personalmente. ¿Pasar toda mi vida atada a alguien? ¿No tener ojos para nadie más que esa persona? Me parecía injusto que la luna no nos dejara escoger a quién amar y fue precisamente por eso que hace mucho decidí ocultarme del que fuera mi mate. Quería ser capaz de enamorarme de esa persona por cómo era conmigo, sin tratos ni lazos especiales.

Cogí aire y cerré los ojos, notando enseguida el ya tan conocido dolor de mis huesos re-colocándose y como mis sentidos se agudizaban al máximo que podían. Me abrí paso entre los habitantes y me acerqué al alfa lo suficiente como para agachar mi negra y peluda cabeza y quedar por debajo de él. Sin decir una sola palabra el alfa asintió y pasó por mi lado para dirigirse a la pista de duelos, que era pequeña pero suficiente. Se sentó en su silla y esperó pacientemente a que su hijo y yo nos colocáramos en posición de ataque cada uno a un lado de la pista.

Una vez colocados el alfa dio la señal con sus dedos y tanto aquel lobo que era mi mate como yo comenzamos a correr el uno hacia el otro, saltando para golpearnos y caer rodando al suelo. Él quedó encima de mí y yo debajo, evitando sus mordiscos como podía.

Su lobo sacaba dos palmos al mío y eso era un claro indicador de mi desventaja. Conseguí zafarme de sus garras y él rugió con fiereza haciendo que tanto mi loba como yo tembláramos, sin estar segura si era de temor o admiración. 

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