Daniel me miró tras terminar con la vida del beta. Se acercó a mí y se transformó en humano, abrazándome con fuerza. En efecto, era él.
—Gia —susurró en mi oído. Al fin te encuentro.
—Daniel —lloriqueé— ¡Te extrañé!
— ¿Te acordabas de mí?
—Cuando comenzaste a observarme... soñaba cosas extrañas. Hasta que me di cuenta de quién eras.
—Estuve fuera buscándote por un año, pero nunca dejé de hacerlo antes de partir —explicó con rapidez.
—Lo sé. Yo... Ni siquiera sabía que me había perdido. Ni siquiera recuerdo mi aspecto cuando era pequeña.
—Yo te llevo clavada en mi mente. Además, tampoco has cambiado tanto —trató de sonreír.
— ¿Sabes? Soñé con esto. Soñé con este lugar y soñé algo demasiado parecido a lo que acaba de ocurrir con ese lobo —murmuré en sus brazos—Tengo tantas cosas que contarte, hermano... —susurré.
—Y tenemos tiempo de sobra. Ahora descansa, ¿sí? —me sonrió acariciando mi cabello. Cerré los ojos y me dormí enseguida, relajada y en los brazos de mi hermano.
★
Cuando desperté estaba en una cama y llevaba puesta una camiseta ancha y unos calzoncillos, que supuse que eran de mi hermano. Me levanté con pereza frotando mis ojos y salí del cuarto, quedando en un pasillo alargado que daba a un salón.
—Buenos días —saludé bostezando.
—Hola —sonrió mi hermano—Bienvenida a mi casa —rió.
— ¿Vives apartado de tu manada? —pregunté confusa.
—Algo así, sí. Aunque ya no es mi manada —contestó.
— ¿Cómo? Pero si mamá estaba allí...
— ¿La viste?
—Sí. Tenía un aspecto deplorable... y me daba malas vibraciones.
—Drogadicción —dijo simplemente haciendo que me sorprendiera.
—No me esperaba eso —reí sin gracia sentándome a su lado. Él tomó mi mano con fuerza.
—Estás tan mayor, Gia... La última vez que te vi tenías siete años y eras demasiado inocente —rió haciéndome sonreír.
— ¿Cómo era con siete años?
—Demasiado traviesa, siempre estabas gastándonos bromas a Logan y a mí. A veces incluso me ayudabas a planear maldades contra él.
— ¿Logan es el mayor? —pregunté, a lo que Daniel asintió.
—También eras muy desobediente. Si mamá te decía algo nunca hacías caso. ¡Solo me hacías caso a mí! —sonrió con satisfacción, y yo reí sintiendo las lágrimas al borde de mis ojos— Puedes llorar, Gia —sonrió de lado.
—Es que... Dios, lo siento tanto... Tuvisteis que pasarlo fatal —sollocé apartándome las lágrimas de las mejillas con el brazo.
—La que peor lo pasó fuiste tú probablemente.
—No lo recuerdo, pero sigo viva. Solo recuerdo que pasé la mayor parte de mi vida como una loba solitaria.
— ¿La mayor parte de tu vida? —preguntó confuso.
—Hace unos meses llegué a una manada herida con una bala de plata. Al cuarto día. Casi muero. Pero allí me salvaron y conocí a gente magnífica; mi actual mejor amiga, Adelaide, pero yo la llamo Addy. El alpha, Lucas, que es mi mate —tragué saliva al ver su rostro, pero decidí continuar—, a Cole, un vampiro con el que estuve saliendo y que ahora es mi mejor amigo... A toda la manada, en general. Me aceptaron como si nada. Cuando llegué estaba el Alpha Joseph, el padre de Addy y Lucas, que murió en una pelea contra otra manada. Y eso que traté de salvarle —me lamenté mirando mis manos.
— ¿Tu mate? —preguntó de nuevo, yendo directo al dato interesante.
—Recuerdo tus palabras de que nunca me enamorara de nadie, ni siquiera de mi mate —traté de comenzar mi explicación—Y lo estuve haciendo durante mucho tiempo a pesar de que su indiferencia me dolía demasiado. Me lo hizo pasar fatal —sonreí con nostalgia—, pero tras irme de la manada por primera vez por una discusión con Lucas, pasó algo que le hizo darse cuenta de que ya había conocido a su mate. Entonces, cuando yo escuché lo ocurrido, me fui a vivir al pueblo. Ahí mi amiga Addy encontró su mate. Lo que ocurrió fue que hubo otra pelea en la manada, esta vez de la manada de la que venía. Y mi instinto me obligó a defender a Lucas, haciendo que quedara totalmente inconsciente y, de forma instintiva, dejé de ocultar mi olor. Obviamente Lucas se dio cuenta de que yo era su mate y yo me di cuenta de lo bien que me sentía al tener a alguien a mi lado. Alguien que me cuidara y me protegiera —terminé mi relato con una sonrisa.
—Se ve que eres feliz ahora. No entiendo por qué te separaste para buscarme —dijo.
—Era algo que tenía pendiente y que no podía apartar. Necesitaba conocerte a ti —murmuré.
—Gia, eres una persona genial —me abrazó con fuerza— Y estoy deseando conocer a Lucas. ¿De qué manada eres, Luna? —preguntó con una sonrisa al dirigirse a mí con ese nombre.
—De la manada Luna de Cristal —contesté— ¿Vendrás?
—Sí. Me pasaré en lo que pueda, pero... deberías volver ya si no quieres que tu mate me haga trocitos o se enfade contigo —rió.
—Lo sé, soy consciente. Marcho pues —sonreí triste— Espero verte pronto, Daniel. Te quiero —le abracé con fuerza.
—Te quiero más.
★
Corría por el bosque eufórica de haber encontrado a mi hermano. Sabía perfectamente el camino a casa ya que había ido dejando mi olor debido a que le dije a Cole que por favor pidiera a Lucas que no me buscara, así que me quedé más tranquila así.
Llevaba tres días de viaje. Me quedaban cuatro para llegar a la manada y pedirle a Lucas perdón por haberme ido así. Me sentía liberada por haber encontrado a mi familia después de todo, así que iba tranquila y con calma por los caminos del bosque.
Escuché un escopetazo a lo lejos y todo mi cuerpo se alertó. El olor a sangre inundó mis fosas nasales; el olor a sangre de animal. Corrí lo más que pude dispuesta a escapar de ahí bastante asustada, temía por mi vida en aquellos momentos.
¿Era posible que muriera antes de poder disfrutar plenamente de mi vida al fin? ¿Era posible que muriera justo cuando por fin iba a ser feliz? ¿Era posible que muriera tras haber encontrado a mi hermano? ¿Era posible que muriera sin haber pasado más de unas semanas junto a mi mate?
¿Era posible que me encontrara cara a cara junto a aquel hombre que me disparó el día que me caí por el acantilado?
...
Solté un lamento a la vez que todo mi cuerpo se estampaba contra el suelo. Noté que mi cuerpo se transformaba nuevamente a humana nuevamente y como llevaba mi mano a mi pecho, donde el hombre había disparado con una bala de plata.
Cerré los ojos mientras unas lágrimas se deslizaban por mis mejillas mientras chillaba.
No por el dolor de la herida, sino porque había sido posible mi temor.
Iba a morir justo cuando mi felicidad comenzaba.
Iba a dejar a Lucas solo.
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WOLVES
Loup-garouGía es una mujer lobo sin manada que, perseguida por el peligro, termina en la manada de Lucas y descubre que él es su mate. Atemorizada, Gia decide ocultar su olor de él y pasar desapercibida como una simple loba más. ¿Logrará su cometido o será d...