Capítulo 19

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Nos sentamos en el suelo del baño recostados contra la pared, ahí nos quedamos unos minutos hasta que sonó el teléfono de Aaron y retiró el brazo que había estado sobre mi hombro hace tan solo unos minutos.

Aaron se quedo mirando unos segundos el celular y termino por volver a guardarlo en el bolsillo de sus pants grises.

-¿No vas a contestar? -pregunté después de unos segundos.

-No, no es importante. -se quién sea que haya llamado se veía que lo había afectado, la expresión de su cara había cambiado completamente, su rostro se había tornado serio y sus ojos se habían llenado de lágrimas.

-¿Estás bien? -me puse a pensar en lo rápido que habían cambiado los roles en una sola noche, antes era yo la que había estado llorando y ahora era yo quién tenía que consolarlo.

-Era mi madre -habló en un tono de voz aguda, sabía que a los chicos les era más difícil ocultar cuando tenían un nudo en la garganta.

-Ella... Me corrió de la casa hace dos años y no volvió a buscarme hasta hace unos meses. -continúo hablando sin que yo se lo pidiera. -Volvió a buscarme hasta que mi padre murió, claro ahora que está sola, solo lo hace por eso, se siente culpable.

-¿Pero por que te corrió? -seguían rodando las lágrimas por sus mejillas 

-Mi padre nunca fue una persona muy cariñosa, yo no recuerdo de él ningún abrazo y nunca se acordaba de mi cumpleaños, lo mismo era con mi madre a ella tampoco le demostraba mucho afecto. Un día tenía un enorme resfriado y tenía mucha fiebre mi madre fue a la cocina por agua fría pero accidentalmente tiró el agua en los pies de mi padre, él en ese momento estaba muy borracho y la golpeó, me tape los oídos para dejar de oír los gritos de mi madre, cuando ella regreso con más agua fría tenía un enorme moretón en el ojo, ella me dijo que se había tropezado en la cocina. Lo cuál en parte era cierto. En ese entonces yo solo tenía ocho años.

Yo no podía creer lo que Aaron me estaba contando, se veía el dolor reflejado en sus ojos.

-Mi padre cada que podía me decía que estaba seguro de que yo no era su hijo. Yo siempre trataba de portarme bien para que no me pegara, pero el solo me decía cosas hirientes pero nunca me había golpeado, hasta que crecía justo el día que mi madre me corrió de la casa.

Seguía limpiando las lágrimas que rodaban por su rostro, nunca lo había visto así, él tenía las mejillas encendidas y el rostro húmedo.

-Mi padre había vuelto muy borracho de dónde quiera que haya estado ese día y cada que se aparecía así por la casa mi madre le reclamaba que ya no debía de beber, lo que  provocaba la furia de mi padre y la golpeaba. Pero yo ya era lo bastante fuerte para poder defenderla así que me enfrente a mi padre y de un solo golpe y en su estado lo derribe y cayó sobre el suelo de piedra y se quedo dormido ahí donde había caído. Pensé que mi madre me iba a agradecer eso, pero no lo hizo, ella me empezó a reclamar y me dijo que no me quería volver a ver, y que saliera de su casa. Tomé mis cosas y me fui. No volvió a buscarme, el amor hacía mi padre era más grande de lo que yo creía.

La imagen de Aaron esa noche hizo que me diera cuenta que no era la única que tenía un secreto realmente significativo.


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