Capítulo 9

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Al voltearme, bruscamente, quedé frente a la encapuchada cara de un hombre alto, el miedo hacía que mis piernas temblaran y el pánico se apodero de mí. Intenté gritar, pero lo único que vi fue un pañuelo venir a mi nariz y boca, noté como todo se volvía oscuro.


Narra Jack

Vi como se desvanecía producto del pañuelo con cloroformo, y la tomé en brazos antes de que se golpeara la cabeza con el cemento. La metí en mi Jeep y nos fuimos. Esta fue tu última salida Jones. Conduje hasta una cabaña que estaba a las afueras de la ciudad, así nunca la encontrarían.

La até de manos y pies y coloqué cinta adhesiva en sus labios, me senté a su lado para admirarla. Se veía aún más hermosa de lo que ya era, con ella al lado me sentía tranquilo, completo, era como si todos mis problemas desaparecieran al verla.

Afilé el cuchillo, y lo probé en mi brazo. Un hilo de sangre recorrió mi brazo hasta llegar a mi mano, estaba listo, la mataría. Me acerqué a ella con el chuchillo en la mano, iba decidido a acabar con ella, cuando ésta comenzó a despertar. Un escalofrío recorrió mi espalda, ¿qué demonios estaba haciendo? ¿por qué querría asesinarla, si tan sólo verla me hacía sentir bien?. Imaginé como sería estar con ella y sentí como la calma recorría mi cuerpo.

Solté el cuchillo y este cayó al suelo. Maldición, tenía ganas de llorar, me tornaba débil con su presencia. Tal vez sólo tenía que admitir la posibilidad de haberme enamorado.
Levantó su cabeza, pero antes de que pudiera verme, puse de nuevo el pañuelo con cloroformo en su nariz. Y ahí estaba otra vez, torturándome con su belleza.

La tomé antes de que volviera a mi mente la idea de asesinarla. No sé que haría con ella, la llevaba viva en mi auto cuando ya debería estar muerta. No podía dejarla en su casa, ni menos en la calle. Vi la hora, tres y media de la madrugada, tenía que pensar rápido, había llegado a la ciudad y se me acababan los lugares donde dejarla y el tiempo que demoraba el cloroformo en desaparecer. Todo iba empeorando hasta que vi un gran bote de basura. Perfecto. Me puse la capucha por si había cámaras o alguien observando, me bajé, la saqué y sin pensarlo más la tiré al bote de basura.


Narra Drake

Me desperté antes de que sonara mi alarma, pero me quedé en la cama. No dormí mucho, ya que pasé toda la noche pensando en Alice. Literalmente me tenía loco, y es que me encantaba todo de ella, aunque debía admitir que tenía un carácter de los mil demonios cuando quería, pero eso me encantaba. Me reí, me sentía como un niño estúpido de quince años.

La alarma interrumpió mis pensamientos y me levanté rápidamente para ir a ducharme e irme al trabajo. Era Lunes, de seguro tendría mucho que hacer. Salí del ascensor en cuanto este se abrió y me encontré con Edwin, mi jefe.

-Llegas temprano Bomer. ¿Un café? Yo invito -me preguntó mientras señalaba la cafetería.

-Claro jefe -le sonreí sin mostrar los dientes. Ambos pedimos un café cargado.

-Clarice me ha dicho que estás saliendo con una chica -dijo mientras colocaba su saco en el respaldo del asiento y se sentaba frente a mí, mientras reía- ¿es cierto? porque podría jurar que Clarice está celosa -dijo tomando un paquete de azúcar y lo echaba en su café, aún riendo.

-Eh... si, bueno, algo así -dije mientras le daba un sorbo a mi exquisito café.

-¿Cómo es eso de "algo así" Bomer? Yo tengo una hija también y no me gustaría que su novio me dijera eso -me miró y yo suspiré.

-Estamos saliendo -lo miré- Es sólo que es mejor ir de a poco, apresurar las cosas no es bueno -puse los ojos en blanco.

-¿Cómo? ¿que acaso no te gusta la muchacha? -me dijo extrañado.

Edwin tenía cincuenta y dos años, en sus tiempos estas cosas eran muy diferentes.

-Sí, si me gusta. -respondí sin dudar- Es sólo que hay que tomarse su tiempo, o si no puedes arruinar todo. -le dije, pero antes de que pudiera decir otra cosa, agregué- Y, ¿porqué tantas preguntas Edwin?, es cierto que eres mi jefe, pero esas cosas son personales -se rió.

-Me gustan los chicos como tú, los que hablan sin rodeos. No te molestes -me dijo apretando sus dedos mientras yo tomaba de mi café- solo quería recordarte que no puedes distraerte, además, ya sabes, es peligroso trabajar acá cuando tienes familia -lo miré- muchos idiotas toman represalias, y no precisamente contigo, sino que con quien más te duela -tragué saliva, tenía razón.

-Lo sé -le dije serio- Y por lo del trabajo, no te preocupes. -le sonreí.

-Eso espero muchacho -me dijo mientras me golpeaba la espalda, para después tomar el ascensor.

Me quedé pensando, en realidad era cierto, y Edwin más que nadie sabía sobre eso. Hace dos años mandó a la cárcel a un buscado narcotraficante, quien después de un tiempo mando a sus secuaces a hacer explotar la casa de veraneo de Edwin, donde estaba él con su esposa, hijos y nietos. Gracias a Dios a nadie le pasó nada.

Pensé en Alice. Si es que la suerte me acompañaba, yo me convertiría en detective, pero ¿que pasaría con ella?. No me perdonaría si algo le pasaba. El celular interrumpió mis pensamientos:

-¿Drake? -dijo Tom.

-Hola Tom -le contesté.

-Oye, ¿Alice está contigo?, ¿pasaron la noche juntos? -me gustaba Alice, pero no era de esos chicos.

-No ¿por qué? -empecé a preocuparme.

-No llegó a casa -se me heló la espalda. No quería pensar lo peor- La llamé varias veces pero no contestó.

-¿Cómo? Tom voy para... -Clarice me interrumpió.

-¡Drake! -me gritó, volteé para verla- Encontraron una chica en un callejón, creo que el desgraciado atacó de nuevo. ¡Muévete, nos vamos!

Alice, pensé. Corrí a la camioneta junto con Clarice, el resto del equipo nos estaba esperando.
Desesperadamente marqué el numero de Alice en mi celular. Maldición Alice, contesta... ¡Mierda! Estaba rogando por no encontrarme con que ella fuera la víctima.

Apenas estacionamos, bajé del auto y me dirigí hacia donde se hallaban los forenses, me hice espacio entre la gente, cuando la vi. Vi que subían a Alice a una camilla, gracias al cielo, estaba viva. Corrí donde ella.

-¡Alice! -grité mientras me acercaba.

-Cálmese joven -me dijo la enfermera que colocaba una mascarilla de oxígeno en la palida cara de mi amiga- Ella está bien, pero la llevaremos al hospital para asegurarnos -asentí con la cabeza- ¿Eres familiar de ella? -me preguntó, sabía que si le decía que era su amigo no me dejaría subir.

-Su novio -me sentí bien al decirlo.

-Sube -señaló la ambulancia y sin pensarlo entré.

Le envié un mensaje a Edwin explicándole y él entendió. También llamé a Tom para informarle de la situación, se notaba muy preocupado así que quedamos de juntarnos en el hospital.

Miré todo el camino a Alice, pero en ningún momento ella abrió los ojos. Su cara estaba pálida y al tacto estaba helada como una roca. Si bien en el día hacía calor, en la noche hacía tanto frío que podrías jurar que el viento te traspasaba hasta llegar a los huesos. Maldito, ahora si se las vería conmigo.

Amor ilegal | Terminada. [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora