Capítulo 13

582 60 17
                                    

Mi estadía en el palacio había sido un calvario. 

Nada más hice llegar y unas ganas de vomitar me invadieron; para colmo, y como si fuera invocado, el mismísimo Alexander se dignó a recibirnos, eso quería decir que lo que tenían que hablar era importante.

Pero por más interesado que podía estar yo en el tema a conversar, la incómoda sensación que me generaba su sola presencia me hizo  imposible estar más de cinco minutos cerca, sin que se presentaran las náuseas, el dolor en el pecho y las increíbles ganas de golpearlo y hacerlo sufrir hasta que se arrepintiera de lo que me hizo.

Así que la mayor parte del tiempo me la pasé en el jardín no muy lejos del palacio, acción que mi tío no se atrevió a juzgar sabiendo que aún me era imposible congeniar con aquel ser.

Otra razón que me incitó a salir fue el tener menor posibilidad de encontrarme con Astrid. Pero como al destino le encanta joderme, no era ni la tercera vez que estaba afuera cuando la vi entrar. 

Lo primero que hizo mi cuerpo fue reaccionar a la defensiva y esconderse entre los arbustos; una acción que realicé de manera tan inconsciente como torpe, haciendo que en vez de pasar desapercibido, llamara aún más su atención.

-¿Hay alguien ahí?-Expresó mientras escuchaba sus pasos acercarse hacia donde me encontraba-.

De inmediato salí de donde me encontraba con la mayor naturalidad posible, no necesitaba quedar más como pendejo delante de ella. Su boca formó una O cuando me vió, y su acto seguido me sorprendió tanto que no tuve tiempo de reaccionar y apartarla.

Sus brazos me rodeaban ya, cuando caí en cuenta que me había abrazado. 

-¡Que alegría volver a verte después de tanto tiempo!-Espetó de una manera tan alegre que, junto con su abrazo, me pareció el acto más sinvergüenza e indeseable que pudo hacer jamás.

Sus brazos fueron soltando agarre de mi cintura cuando se dio cuenta de que no era correspondida. Aún así al separarse un deje de sonrisa seguía en su rostro que anteriormente brillaba de aparente alegría, antes de observar mi cara de casi asco. 

Carraspeé por la incomodidad, y de la manera más fría que jamás había visto salir de mi le dije:


-No entiendo tu supuesta alegría; pues al parecer estos años no te había hecho falta.

Así fue como todo rastro de felicidad se borró de su rostro, y salí de su presencia.

El resto del tiempo que duramos allá no me vi con ninguno de los Rosscovish, por lo que fue más fácil sobrellevar la estancia. Respecto a las reuniones en las que debía estar presente, y por las que supuestamente había ido, mi tío me informaba acerca de las cosas de mayor relevancia; como por ejemplo, que la hija de Alexander se iría un tiempo con nosotros, por razones que la verdad nunca entendí. Pero aparte de eso, lo demás era en lo absoluto correlativo al elegid@, ni nada respecto a su paradero; al menos según lo que me contaba Darren.

En resumen, para mi la ida al palacio fue una total pérdida de tiempo, paciencia y energía.

De vuelta al refugio, Astrid, alias: "La nueva carga" venía con nosotros, más conversadora de lo que la recordaba; claro que no conmigo sino con Landon. Pero algo de lo que se merecía le estaba llegando, pues mi primo parecía más interesado en mirar la tierra que pisaban sus zapatos que en prestar atención a los coqueteos de ella.

A solo pasos de entrar ésta le abrazó, y mi primo respondió con gran pesadez según eso vi, pero respondió al fin. Fue el momento perfecto para que Merry saliera a nuestro encuentro. No hace falta describir su expresión.

Malvadamente inocente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora