she.

779 89 13
                                    


012| ella simplemente es perfecta.





Todo parece tranquilo, nadie ha dicho una palabra de lo que ocurrió hace dos días. Negan camina con superioridad por las calles del Santuario mientras que las personas inocentes, agachan la mirada al verlo pasar.


— Iremos a una expedición, por las circunstancias que han sucedido tendremos que ir de noche, ahora perteneces a nuestro equipo. La líder es Eurus —informa Jesse provocando que de poco a poco vaya entrando en razón, sus ojos azules me observan con detalle— Se que te encanta ser curioso, pero solo obedeces sus órdenes y se acaba el asunto ¿vale? —asiento forzadamente— vas aprendiendo, me agradas. Pasó dos, el equipo esté formado por dos hombres más y una mujer.


— ¿Quiénes?


— A eso voy —rodea los ojos fastidiado— Es él Señor White, es ese calvo de ahí. —señala al hombre mencionado, este se encuentra un poco decaído y juega con un anillo de compromiso mientras que está sentado en el pórtico de su casa— Te caerá bien pero al igual que Eurus, no lo hagas enojar.



— Creo que todo mundo es peligroso excepto tú ¿cierto? —reprochó cruzándome de brazos, Jesse divertido ríe mientras que niega con la cabeza— ¿Eso es gracioso?


— Tú no conoces nada de mi, así que no juzgues un libro por su portada— alza su dedo hasta llevarlo a su sien, da un par de toques a esta— usa lo que tienes aquí dentro. El segundo hombre que pertenece a nuestra pequeña pandilla de inadaptados se llama: Adam y lo puedes ver porque es el hombre más tatuado de todo santuario y puedo asegurar que del todo mundo... o el que queda de el. —señala con cautela a un hombre que se encuentra en el puesto de vigilancia efectivamente todos sus brazos, cuello, y se puede imaginar que todo su abdomen es adornado por múltiples tatuajes—Bien, la última y no menos importante: Laila.




Enarcando una ceja confundido, señala con nada de vergüenza a una mujer de cabello corto teñido de blanco. Esta tiene las manos en su pecho y juega un poco con sus pulgares, tiembla un poco y parece que está viendo algo a la lejanía, sin embargo no dice nada.


— ¿Está bien de salud mental? —me atrevo a preguntar para después pasar saliva, porque sinceramente los ojos azules penetrantes de la mujer; son algo a que temerle.

— Ella asegura a ver visto un tigre, yo la llamaría loca pero cada quien con su opinión—dice Pinkman encogiéndose de hombros— a pesar de que tiembla un poco, es buena con la puntería y con la caza.


— ¿Qué iremos a buscar? —digo un tanto nervioso— Y lo peor de todo es que debo llevar a mi esposa, yo creo que debemos salir al amanecer.

— Yo no mando, lo hace Eurus. Opiniones y quejas lo comunica con ella —imita con gracia una contestadora— hable después del tono... ¡Perra!



Suelto un suspiro, alejándome de Jesse buscó con prisa a la castaña que efectivamente está cerca de las rejas mientras que apunta algo; tomando el valor necesario me acerco a ella.



— ¿Jesse no te dijo que después del tono puedes decir lo que quieras? —pregunta sin girar a verme, como si ella supiera que me acercaría después de hablar con el rubio— Yo no veo a mi contestadora aquí.


— Ya dijo el tono... —respondo dudoso— No es tiempo de bromas, quiero preguntar el por qué has mandado a mi esposa a la expedición.



Suelta un suspiro cansada, y deja de escribir lo que sea que estaba haciendo a la par que me voltea a ver.


— Existen reglas Dwight, reglas que mantienen un orden y traen la armonía o lo que queda de ella al santuario. Diana la mujer que perdió el dedo enfrente de todos nosotros rompió una regla fundamental, No debes robar nunca a los tuyos. —cita con naturalidad— Me pasaría contándote cada una de estas reglas pero necesito contar los mordedores que se han estado acercando a la reja, todo lleva un orden Dwight. Tu esposa no aporta nada al Santuario, es hora de que vaya al frente de batalla como algunas mujeres lo hacen aquí, puedes hablar con Laila respecto a esto después de todo la comenzaras a tratar. Vas al frente de batalla o eres esposa. Segunda regla fundamental.




Su tono provoca que me sienta mal, sus palabras suenan con molesta y repulsión hacia mi; soltando un suspiro enorme, me atrevo a seguirle la platica. —Pero, esposa ¿de qué? —pregunto con rapidez ganándome una mirada fulminante por parte de ella— si quieres que entienda, debes explicarme.




— De Negan, él es líder y merece una clase de satisfacciones que hacen que lo calmen —cuenta con una mueca de asco—
las mujeres deciden si ser una que va al frente de batalla o esposa de Negan. Así son las cosas.




Mi mente queda en blanco ante ello, trago costosamente saliva y puedo sentir como el sudor frío baja por mi frente ¿Se acostara con mi mujer?



— Ahora —su voz hace que vuelva a la realidad— Te estoy haciendo un favor, estoy evitando que tu mujer tenga relaciones con un hombre que probablemente le dobla la edad. Mueve tu trasero y prepárate saldremos a las seis.



Puedo sentir una inmensa tristeza a todo lo que está pasando, el día de mi boda pasa por mis ojos como si fuera una especie de película, todos los momentos que viví a su lado. Y puede que ahora un hombre loco, la lleve a la cama sin más.



— Busque lo mejor para ella, me esforcé en darle todo... —pienso en voz alta, pues sé muy bien que si me lo guardo todo pronto explotare y con las personas que me están rodeando se que será el peor error de mi vida.


— Algunas personas, después de haber encontrado lo bueno, buscan todavía más y dan con lo malo.


Sorprendido ante su comentario, me atrevo verle el rostro; esta me da una sonrisa sincera y puedo ver sus hoyuelos –que realmente me gustan– Y es en ese momento en que me comienzo a dar cuenta que estoy nuevamente fantaseando con ella, la primera vez fue en su casa, la imagine siendo mi esposa, la segunda cuando toco mi ventana, me imagine en esas típicas películas donde es un amor prohibido y ahora me encuentro aquí fantaseando nuevamente que es mi novia y esta apoyándome.


— ¿Eso me hace mala persona? —preguntó en voz baja, Eurus elevando su mano derecha acaricia mi mejilla— solamente quería lo mejor para alguien.


— ¿Ese alguien es el correcto? —dice con una sonrisa de lado— Yo arriesgue todo por la persona equivocada, haz lo que tú creas correcto.


— ¿Y qué es correcto?
— Lo que tú sientes— baja con calma su mano hasta tocar mi pecho— aquí.



Así era ella, ácida y tierna, dura como el acero y delicada y fina como el ala de una mariposa adorable como una bella y profunda sonrisa y cruel como la amargura de la vida.




Y ella así me encantaba.

缓和Donde viven las historias. Descúbrelo ahora