dreams.

484 66 9
                                    





|...







Sostuve la mano de Eurus con fuerza, y deposite un suave beso en sus nudillos.
— ¿Lista? —digo en un susurro cerca de su oído, ella asiente a la par que cuelga una mochila en sus hombros.

— ¿No puedo hacer nada para que se queden?— pregunta Rick una vez más, con una sonrisa observó como un par de salvadores cargan unas tablas en sus hombros— Nos han ayudado demasiado para que se vayan hacia como nada.

— Queremos nuestros propio camino, con nuevos rumbos, dejar todo esto en el pasado— respondo tomando el hombro del líder— Y gracias a tu ayuda, hemos logrado hacer esto.

— Creo que sus amigos, los extrañaran demasiado —comenta señalando con cautela a todo nuestro pequeño grupo— Al igual que el resto de los salvadores.

— Se que eres un buen líder Rick, ahora ellos quedan a tu cargo. Y ahora ellos... son tu familia —dice Eurus entrelazando su mano con la mía— Quizá un día nos volveremos a ver.

— Alexandria siempre será su casa, y tendrá las puertas abiertas a ustedes cuando decidan venir.




Me es inevitable no sonreír, y con la misma felicidad que inunda mi cuerpo. Lo acercó hacia mí y lo envuelvo en un abrazo, -Gracias, hermano-susurro cerca de su oído, y puedo sentir como el rizado sonríe, y da unas palmadas en mi espalda.

— De nada, hermano —susurra separándose de mi.


Eurus despidiéndose de la misma forma de Rick, tomo mi mano, y entre sonrisas de Laila, Adam, Jesse, Walter, nos despedimos dejando un pasado un poco triste hacia atrás.




— ¿Crees que se lo correcto? Ya sabes, dejamos todo atrás —dice insegura Eurus— Como si no nos hubiera importado.

— Ya sufrimos mucho para una vida ¿no lo crees? Deberíamos encontrar una linda casa, con un patio inmenso, construir con nuestras propias manos. —pasó un brazo mío por sus hombros y la atraigo hacia mi— Nos llevará tiempo, sudor, lágrimas, sangre, robos, y un par de podridos caminantes.


— Quiero una casa con chimenea, esa es la única condición para poder establecernos en un verdadero hogar —advierte señalándome con el dedo índice, como un rehén alzó mis manos a los costados.


— Sus deseos son ordenes— hago una reverencia provocando que ella ría.


De imprevisto, acuna mi rostro entre sus manos y da un par de caricias en mis mejillas; parece que sus ojos analizan con cuidado mi rostro para después sonreír, tomando liderazgo, colocó mis manos en sus caderas y la atraigo hacia mi. Nos quedamos un par de segundos viéndonos, compartiendo miradas.



— Dwight —me llama— ¿planeas cumplir todos mis deseos?


Su pregunta provoca que enarque una ceja confundido, pero un así respondo con un asentimiento de cabeza y una sonrisa.


— Quiero un hijo —pide su deseo antes de besar mis labios.























FIN

缓和Donde viven las historias. Descúbrelo ahora