Epílogo.

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Arrancando las malas hierbas para sembrar sus plantas, se dedicaba una granjera de konoha, sus cabellos albinos y sus ojos llenos de amabilidad y amor. Cada generación la conocía, era la última que recordaba la cuarta guerra ninja. Sus hijos resultaron ser los mejores ninjas de la historia. Aunque cada uno tenía a alguien a su lado, era el menor de ellos quien la visitaba a menudo.

Con 26 años de edad, era un ambu de la aldea. Aunque todos pasaban por un tratado especial de borrado de emociones, usuy era en sí el más desalmado en sus misiones. Pero su excepción era su familia, no había encontrado el amor de su vida aún como sus hermanos, pero tenía una amiga llamada Etsuko que era su compañera de los ambu. 

Hace poco habían elegido al nuevo hokage ante la muerte de naruto. Según le informaba shunsuke quien se había casado con hanabi y tenían gemelas –Ayaka y Ayame, nombres que en una ocasión habían dicho muchos nombres durante más de una semana, antes de su nacimiento–. Habían elegido a Itachi, siendo su mano derecha, Kyara. 

A pesar de todo, muchos decían que el cielo era el limite. Se preguntaba cada día, si cada quien tenía un cielo, un lugar perfecto para esa persona. Donde habría muchas cosas, menos seguridad. No hay algo bueno o algo malo, solo diversión. Quizás en el cielo estaba el lugar que cada quien soñó estando en la tierra. ¿Y sí este mundo fuera el infierno de otro? 

Había conocido a muchas personas a lo largo de su vida, cada una tenía algo único. Había tenido sentimientos encontrados cuando su primer nieto le dijo abuela. Recibiría a la muerte como una vieja amiga, la tumba de sasuke la visitaba cada mes. El murió un 6 de diciembre. Junto a la de itachi, el arbol que ella misma había plantado cuando era adolescente, era un enorme cerezo. Que lo veía florecer sin falta. 

–¡Pero mamá!–. Gritaba una ayame a su madre, observó con detenimiento a la castaña. – ¡Esas son mentiras! ¡No existe un príncipe azul! ¡Y no soy una princesa! ¡La tía tuvo un amor verdadero, pero tal como todos saben ¡Nada es para siempre! ¡Está sola!–. Se escuchó el portazo. 

Cepillando el largo cabelloso de Ayaka, aún pensaba en la conducta de Ayame. –Tía ___, hay un niño en la academia...–. Dijo vacilante, por si la mujer le reprendía al ser tan pequeña para un amigo hombre. –Es demasiado serio, nunca lo he visto sonreír, es muy extraño–. Sonríe.

 –¿Crees en los cuentos de hadas, ayaka?–. Se giró y asintió. –Pues, tu puedes hacer que ese niño solo sonría para ti. Puedes hacerlo feliz, no creas en lo que dicen los demás. En un mundo lleno de hipócritas. El cambio lo haces tú, tu quieres ser su amiga. – La niña asintió feliz. – Pues, haz lo posible por serlo, no te rindas–. Sonríe y la abraza. 

 –Tía ____, no escuches a ayame, suele ponerse así cuando no obtiene lo que quiere. Pero nunca has estado sola, tienes a mi papá, a mis primos...Eres especial tía, y lo mejor es que todos en la aldea saben que eres tan sabia y buena, te admiro –. 


____.

Muchos caminos, muchas personas y muchas maneras. He querido a mucha gente, incluso a la que no me ha querido, y a pesar de mis rencores les mantengo cariño...Aunque prefiera saludar de lejos. A ti, no te quisiera de lejos, pues representas todo lo diferente a la desgracia, a la traición. Te soy fiel porque me nace serlo, porque siento que no hace falta más. Cuando digo que quiero verte soy la más honesta del mundo. 

Alguien toca la puerta de mi habitación, una niña se hace presente. Sé que es ayame. –Tía, ¿Puedo pasar?–. Dejo mi libro a un lado, y asiento. Mira sus pies y deja escapar un suspiro. –Lamento si te hice sentir mal, solo que... a ayaka le gusta el mismo niño que me gusta a mi, es notoriamente molesto porque el siente interés solo por ella–. 

Dreaming Alone... ||Sasuke & Tú||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora