Capítulo 4: El cambio de planes.

144 12 0
                                    

—Sí, Rick y adivina qué —habló Finnick con el teléfono en su oreja—. ¡Tu hermana aceptó ir!

¡¿Qué?! —gritó en respuesta—. ¡¿En serio!?

—¡Sí!

¿Cómo lo lograste? ¿Tan feliz la hiciste anoche? Con razón se escuchaban gritos en la madrugada.

Finnick soltó una carcajada. —La única habitación que tienes a tu lado es... Oh, mierda... ¡Cállate, bastardo! —se burló de sí mismo—.  Después te enterarás de la verdadera razón que la hizo cambiar de opinión —volteó a ver a Paige con humor; ella lucía molesta—.  Oye, tengo que colgarte.

Ohhh, sí. ¡Espera, espera!  Karen dice algo... —se detuvo, esperando lo que su novia estaba por decirle, después de enterarse gritó con euforia: —¡Tom aceptó ir! ¡Ya estamos completos!

—¡Wuju! Eso es genial, Ricky Rickon... ¡Nos vemos pronto!

¡Hasta luego!

Paige lo observó con escepticismo.

Estaba realmente molesta por lo que había sucedido minutos atrás con Isla.

—De verdad que eres imbécil —susurró dirigiendo su vista hacia la ventana—. Te van a linchar —bufó.

Isla los acompañaría a Chernobil y era algo que no podía creer. Claro estaba que había sido todo un plan de Finnick en el que había caído; su único consuelo era que cuando los demás se enteraran tratarían de lincharlo, en especial Karen; ella no podría defenderlo pero si apoyaría la causa con honestidad.

Su hijo tendría que crecer sin padre.

—¿Todo salió como esperabas? ¿A que sí? —fingió entusiasmo—. ¡Eres un imbécil!

—Vamos, Paige... De verdad, sólo así aceptarías ir. Aceptalo y ya, nada te cuesta.

—¿Sabes que me puedo negar, verdad?

—Claro, pero sería fatal, mi amor. Falta poco para entregar el proyecto, muy poco y no tendrás tiempo —rió con sorna sin dejar de ver la autopista—. No tienes remedio.

Paige se contuvo las terquedades que estaba por soltar, simplemente él tenía toda la razón, ella no tenía otra salida. Ella pensó en dejar de hacer una tormenta en un vaso de agua y que dejaría el dramatismo para otra ocasión, pero que no estaría demás hacer enojar a Finnick.

—Lo que me propuso Paul estaba bien —mintió a propósito y le miró de reojo, él había apartado la vista de la carretera—. Creo que aceptaré hacer el proyecto junto a él y sus amigos: Kennedy, Esteban...

—¡¿Qué?! —frenó el auto en seco.

—Ustedes ya tienen a Isla... ¿Para que me necesitarían?  —agregó conteniéndose una risa.

—¿Cómo... Cómo puedes decir eso? —cuestionó con enojo, aunque parecía dolido—. ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? ¿Por qué...?

—No quiero ir a Chernobil, no quiero estar cerca de Isla y tampoco quiero soportar los mandatos de Rick, ¡no quiero nada de eso!

—¿Y nadamas por eso te quieres ir con Paul? — le reprochó—. ¿Por qué con él?

—Él es agrable, ¿sabes? —Paige sonrió con una falsa felicidad—. Tú con Isla, yo con Paul.

—No... No me... ¿Qué estás tratando de decir?

Él estaba asustado, nervioso, incrédulo y receloso, no podía creer lo que estaba escuchando y todo por una simple tontería.

Proyecto Chernóbil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora