Capítulo 18: "Me dispararon"

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—No hay nada... —anunció Rick a las dos chicas que se encontraban vigilando fuera del coche, esperanzadas de haber encontrado algo, esperando sus indicaciones—. ¡NO HAY NADA MÁS QUE UN SIMPLE MACHETE!

Sonaba tan cómico y a la vez tan absurdo, sin embargo, ese machete de algo podía servirles.

De eso a nada... —susurró Paige, conformista, para sí misma.

—¿Qué? —cuestionó Treena acercándose a él—. Con el machete nos basta.

—No, Treena. En el momento que me acerque a uno de ellos ya me habrán asesinado y sepultado. Traen arcos y lo que necesitamos es un arma... —se recargó en la puerta.

—¿Qué más hay en la hielera?

—Sólo hay agua, el hielo se ha derretido y entre eso... hay sólo botellas de agua —dijo derrotado.

Paige se acercó cuando escuchó que había agua.

—Dame una botella, me ha dado sed.

—Es peligroso —determinó su hermano.

—No creo que más que el tipo que nos sigue.

Y con eso le bastó para hacerse a un lado y permitirle el paso.

• • •

—Paige nunca hizo nada, ¿lo puedes creer? —rió con sorna—. ¿Qué esperabas? ¿Qué dijera lo zorra y estúpida que era? No creo que sea necesario, todos sabemos lo estúpida que es creyéndose la sabelotodo. Ella nunca estuvo de acuerdo con el hecho de investigar este lugar, y los muchachitos fueron más estúpidos que ella al ignorarla... Ay, si hubieran seguido sus instrucciones otra cosa seria. Por algo ella se los decía, ¿no crees? Pero al final y al cabo me ha hecho el mayor favor de mi vida, ahora tengo que devolverselo.

«¿Cuál favor?» se cuestionaba Carla mentalmente. Mientras forcejeaba con sus ataduras.

—¿Por qué serán tan desobedientes? Entre más les digan que hay peligro y no deben acercarse, más deseo lo incita a hacerlo —su pregunta había sido respondida.

• • •

—Hay un hombre por ahí —dijo Treena en un susurro apenas audible para Rick, quién se encontraba a su par.

Estaban por el lado piloto del coche de Finnick y vieron al hombre por la ventana a una gran distancia de ellos perdido en el bosque. Ese hombre era Burné.

—Y trae un arma —contestó el mellizo.

Entonces los dos se miraron con complicidad.

—Hazlo —le dijo la rubia—. Es su vida o la de nosotros...

—Tree —le habló Paige cuando divisó al hombre a unos diez metros—. Es el que nos dejó amordazadas. ¿Crees que nos pueda...?

—Calla —sentenció y después la obligó a ponerse en cuclillas, igual que Rick y ella.

Paige confundida guardó silencio. En cambio su hermano no lo hizo, con el mango golpeó la ventana del coche, lo cual provocó que el hombre se alertara y asimismo siguiera los ruidos.

—Salgan, muchachas, he venido a ofrecerles mi ayuda. Balbán me ha traicionado porque intenté ayudarlas.

—¿Dejandonos amordazadas con el cuerpo de Nick? —susurró Katrina con molestia.

—A la deriva... —secundó Paige, pero el hombre no las escuchó.

No pasaron más de sesenta segundos cuando el hombre cayó en la trampa. Y al cruzar la parte trasera del Jeep. Rick le lanzó un ataque en la pantorrilla. Burné soltó un rugido y cayó al suelo despavorido, retorciéndose de dolor. Los tres chicos se levantaron, mientras observaban como la sangre salía de su cuerpo.

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