Capítulo 15: "Yo soy tu familia ahora..."

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Finnick

Momentos atrás, había aterrizado en la superficie, rasgando la piel de sus rodillas y dejando a la vista su carne ensangrada. Debajo de él había caído Rick.

Finnick sentía un recogijo en el estomago, recordaba a Paige y cuán impotente lo hacía sentir aquello. Estaba imposibilitado a sabiendas de la proximidad de su muerte, ¿a caso se quedaría ahí recostado esperando morir a manos de esos indigentes deformes? ¿O lucharía para morir en el intento o lograr escapar? ¿De qué manera utilizaría la dignidad que le quedaba? Y finalmente, recordando a su mujer, encontró la respuesta que necesitaba.

Levantó la vista a duras penas, por lo herido que se encontraba y alcanzó a divisar al cuarteto de hombres que ahora se encontraba frente a él, a escasos metros de distancia. Su mente trazó un plan y sin pensarlo dos veces, giró la cabeza en dirección a la viva imagen de su amada. Rick se encontraba a su par, cabizbajo y pensativo, no se le miraba preocupado ni nada por el estilo.

—Va... mos, Rick. Huyamos —le palmeó la espalda y agregó mientras se ponía de pie: —¡Piensa en tu hermana!

El muchacho se encontró con sus ojos y logró hacerle saber a Finn lo dolido que estaba, gracias a sus ojos celestes empañados y las tonalidades rojizas que le adornaban a causa de los brotes de lágrimas.

Paige era la esperanza que Finnick albergaba tanto para que Rick luchara así cómo él mismo.

Y en menos de un minuto, Rick ya se encontraba corriendo detrás de Finnick. A lo lejos, detrás de ellos escucharon los gritos de los radioactivos.

—¡En Zig-zag! —gritó Rick en orden.

—¡¡Estás bien loco!!

Rick lo hacía. Corría de un lado al otro como si fuese lo más fácil en el mundo, Finnick en cambio pensaba que era lento y difícil, por lo tanto corría en dirección lineal.

Las flechas a sus costados eran rápidas.

Las plegarias de Finnick salían sin siquiera pensarlo, era a causa del miedo que sentía, y su sangre, su corazón bombear cada vez más fuerte dentro de su pecho le estaba provocando detenerse.

«¡¡NO IMPOSIBLE!! » pensó el mellizo, las palabras se habían atascado en su garganta.

—Joder... Rick... —el cuerpo de Finnick, involuntariamente cayó de frente y sintió un escozor en la espalda.

Rick comenzó a maldecir, pero se regresó por el rubio.

—¡¿NO PUDISTE CORRER EN ZIG-ZAG?!

—¡No... No soy-tú! ¡Ayúdame!

No dudó ni un segundo y levantó a Finnick por las axilas con un movimiento rápido. En ese momento el tiempo era oro, no podían perderlo, porque incluso un segundo podía significar la muerte instantánea.

Siendo aún víctimas del miedo, corrieron.

Con el dolor recorriendo su espina dorsal a Finnick le costaba trabajo continuar moviéndose con rapidez, sin embargo su instinto de sobrevivencia lo incitaba a seguir adelante junto las vivas imágenes de Paige en su mente.

No tenía idea de que había ocurrido en su espalda, Rick no lo mencionó y el muchacho temía preguntar.


Después de no menos de cinco minutos, el rubio se desplomó en el suelo, el escozor y el dolor eran insoportables para su cuerpo.

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