Capítulo 22: El final de una excursión clandestina (2) | FINAL

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Habían salido a hurtadillas al exterior cuando escucharon ruidos provenientes de adentro. Al parecer Balbán había llegado buscando a su hermano.

Ya estaba oscuro y nada se vislumbraba. Afuera de la casa había coches viejos.

Paige se moría de ganas de abrazar a Finnick y decirle cuánto lo amaba y extrañaba pero no se dió el momento. Todo era caos. Y estaban tratando de escapar de sus captores.

—Tengo miedo –dijo Paige, con voz muy baja, a lo que Finn no pudo entender.

—Todo estará bien... –le contestó.

En ese momento escucharon un disparo. Seguidamente gritos. Era Balbán, buscando a Paige, había encontrado a su hermano inconsciente el cual le había dicho que un muchacho lo había desarmado y obligado a cometer aquello. Pero eso no había molestado a su hermano mayor sino que Paige llevaba a su futuro hijo en el vientre, pensó que ella no podía escapar así.

Finnick le dió un suave apretón de mano, transmitiendo la fuerza que le quedaba.

Él también tenía miedo, sin embargo había una fuerza muy fuerte dentro de él que lo hacía no derrumbarse, él pensó que sería el hecho de que iba a ser padre y tenía que protegerlos a como diera lugar, por lo que regresó a ella y dejó a Treena a la deriva.  En realidad la había dejado en un árbol después de enterarse de la enfermedad terminal que Rick padecía. Había salido en busca de Paige, le dijo que volvería. Pero Katrina ya estaba muy devastada probablemente moriría desangrada a causa de las heridas de arma blanca que tenía, no recordaba que le habían hecho en el vientre, el cual tenía vendado y le sangraba. A causa del dolor decidió no averiguar.

La pareja se escondió detrás de un coche. Cuando escucharon como se acercaba alguien.

—Ya te vi, Paige  —le gritó Tom de cualquier lugar en el que estaba. A ella se le puso la piel de gallina con sólo escuchar su voz, no quería imaginarlo—.  ¿Por qué te escapas? ¿Por qué huyes?

Era de noche, por lo cual todo estaba oscuro y no había más que sombras engañosas.

—¡Estás sola!

Ella reprimió las lágrimas, tenía muchísimo miedo. Todos estaban muertos, y ella pensó que Finnick también lo estaría sin embargo él la salvó, y seguía sin poder creerlo.

—Tengo miedo... —repitió. Finnick entendió y no pudo ignorarla. Tomó a Paige y la abrazó, pero no dijo nada.

Entonces se separaron.

—¡Paaaige! —volvió a gritar Tom—. Me estoy desesperando, ¡ya sal! Si no sales, tendré que hacerle daño a ese ser que llevas en el vientre, ¿quieres que lo haga?

De pronto todo se tornó silencioso en un lapso muy largo de tiempo.

—Vamos a correr —susurró Finnick en su oído—. Nos vamos a esconder detrás de la camioneta verde...

—¿Y después...?

—Yo... No lo...

—¡Paige! ¡Te he tenido mucha paciencia! —gritó Balbán al momento que Finnick contó hasta tres, le tomó la mano a Paige y la condujo al lugar acordado.

Una vez detrás de la camioneta, Finnick sacó un llavero de su bolsillo, había muchas llaves en él. Se lo había robado al jovenzuelo que antes había golpeado.
Paige lo miraba temblorosa mientras él intentaba abrir con llaves distintas, estaba haciendo mucho ruido.

—Ay, Paige, ¿ya ves por qué te decía que vieras más películas de terror con nosotros? ¡para que supieras esconderte cuando llegara este momento! Esa Chevrolet verde tiene años sin usarse—ya no fue un grito, fue sólo un susurro. Ella temió girarse y encontrar al hombre mirándola, pero todo paró ahí, Finnick había abierto la puerta, y estaba hablándole a una Paige aturdida para que le hiciera caso y entrara a la cabina.

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