Ignacio

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Por Mercedes Rojas

Ignacio:

Ayer te vi desde el carro. Cruzaste la avenida sin mirar para los lados. Tuve ganas de lanzarte el carro y aplastarte con su peso y con mi rabia, por verte tan tranquilo como si el mundo te perteneciera solo a ti.

Debo confesar que me pasó algo raro porque luego del ataque de rabia, me conmovió tu corbata ladeada y esa manera única de cargar tu maletín, tu bolso, no se sabe muy bien que es esa cosa que cuelga de tus hombros. Pero sí sé que llevarás revistas de cine, libros de política, “cachivaches” para tu computadora y por supuesto, algunas cosas para tu nueva mujer.

Me enfurecí al pensar que sacarías del bolso ése, un anillo egipcio o turco, una libreta de papel exquisito o un artículo de una tienda gourmet recién abierta, para seducir a alguien.

Pero no será para mí porque no te soporto. Si pudiera, te lo haría escuchar cien veces, como te lo dije hace tres meses.

Te haré llegar esta carta para que sepas como he cambiado, ya no me convencen tus excusas ni conmueven tus argumentos.

Descubrí como eres y estoy feliz de apartarme de tu perturbadora influencia.

A veces te añoro y hasta te deseo algunas noches, por eso te quiero bien lejos. Bien lejos y para siempre, quería continuar pero no estoy segura de aguantar sin ti mucho tiempo.

Quería humillarte y ahora te pido que regreses a mí. Parece que caí otra vez en esa cosa que no sé como llamarla, desgracia, pasión, amor, enfermedad, no lo sé. Estoy concluyendo como lo haría una bolerista cualquiera, porque la vida sin ti, no la puedo vivir. Enamorada y ansiosa, te espero pronto.

Ana Belisa

Cartas de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora