4-Conociendo más sobre Cecilia.

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Durante unos días me fijé en Cecilia. Siempre llevaba a cabo la misma rutina: siempre sentada sola en el mismo banco, en el que nadie debía de querer descansar debido a la horrible y malintencionada leyenda negra que se había formado en torno a su familia. Desde entonces hasta hoy me he preguntado muy amenudo, cada vez que me entero de algún caso parecido al de ella, ¿por qué habrá personas con tanta rabia contenida hacia todo que hacen sufrir a los demás? En mi opinión no hay explicación que valga, aunque claro esto solo es una opinión. Mi opinión.

 -¿Estás interesado en esta chica....Cecilia, Fernando? Me preguntó Bruno, con mayor interés del que parecía tener yo por ella, tras recordar su nombre. 

-¿Yo? No...No...No lo sé...¿Por qué? Lo interrogué haciéndome el remolón, tampoco me interesaba en un principio, por buena gente que fueran, que mis nuevos compañeros me creyeran enamoriscado de una persona poseedora de una "leyenda negra" digna de cualquier best seller.

-Bueno...Tú dirás lo que quieras, pero parece que te interesa. ¿Por qué no te acercas a hablar con ella? Me quedé pasmado y por poco no se me cayeron los apuntes de las manos. ¿Qué me acercara a hablar? Si además, yo era muy tímido con las chicas. De hecho prefería que alguien viniera a hablar conmigo en lugar de invertir la situación. 

-Hombre, no te enfades...Te comprendo, de verdad, debes de sentir vergüenza es lo normal en estos casos...Pero...Por lo que Olga nos ha dicho de ella,no creo que hable demasiado. Además, ¿no crees qué solamente mira al suelo? 

Ladeé la cabeza a modo de contestación. -Pudiera ser...Pero...Mira no,mejor que no, Bruno. Te lo agradezco,y mucho,pero además hace muy poco que hemos comenzado el curso y...

-Sí, te entiendo...-Suspiró-Creo que el principal problema es que no sabes nada de su vida. Ni ella de la tuya, pero en este caso lo más importante es que tú la conozcas a ella. Y me señaló con un dedo.

-¡Por ahí viene, Olga! Ella nos dio a entender que sabía la historia. ¿Y si le preguntamos? Bruno asintió. Desde luego aquella era la mejor opción para resolver la gran incógnita sobre Cecilia. 

-¡Olga! Le indicamos nuestra presencia. Olga se volvió y nos saludó con la mano. -Lo siento-se disculpó-no os había visto. ¿Qué tal estáis? 

-Bien. Le contestamos agradecidos. Fue entonces cuando me adelanté e hice la pregunta. -¿Podrías ayudarnos en un asunto?-Se  sonrió anonadada a la par que nos decía <<sí. No tengo problema alguno.>>-¿Nos contarías,a Bruno y a mí-nos señalé recíprocamente-la historia de Cecilia?

-¡Pues claro! Pero...¿Estáis seguros de querer conocerla? Nos preguntó mirándonos a uno y a otro con la mano en la  cintura. Tal vez se le pasó por la cabeza en ese mismo instante <<¿estos chicos saben lo que quieren?>>

Bruno asintió diciendo mientras se encogía de hombros-bueno,sí. ¿Por qué no?  -¿Tan desagradable es? Añadí yo. Olga negó. -No es desagradable pero sí triste y probablemente muy inverosímil. ¿Creéis en los vampiros?

Mi nuevo amigo y yo cruzamos una mirada como pocas ha habido en este mundo, y como muy pocas habrá en el futuro. ¿Vampiros? ¿Qué? ¿Olga nos tomaba el pelo? Vale que eran las tres menos cuarto de la tarde pero...Además <<¿los vampiros no son seres nocturnos?>> Recuerdo que me pregunté a mí mismo.

-Sé que va a pareceros que me estoy burlando,pero no la leyenda es así. Se nota que no sois de aquí...-Musitó tragando saliva.-Dicen todos por ahí...-se detuvo en su relato-Que el padre de Cecilia es un vampiro. -Nuestras caras quisieron decir: <<entonces a esto te referías con los vampiros ¿no, Olga? A lo que ella negó.-Sin embargo no se queda aquí el asunto,también se comenta que acabó con la vida de su mujer,la madre de Cecilia. Sería por ser vampiro digo yo...Tragó saliva de nuevo con la carpeta en una mano y la chaqueta en la otra.

-¿Y tú lo crees? Me aventuré a preguntar, aunque me arriesgaba a quedar como un pazguato ante Olga. Ella negó firmemente y acto seguido me comentó. -No, no lo creo. ¿Vampiros? ¿Y trabajando en un ministerio? No,no lo creo...Pero ya lo dice todo el mundo y...

Tras despedirnos de Olga, Bruno volvió a darme otra palmadita en la espalda y me dijo algo sorprendido -buen suegro te ha regalado la suerte. ¿No crees? Yo no sentía ni tampoco padecía. Simplemente no podía digerir aquellas palabras. Pasado un rato y un poco cabreado, pero sin llegar a enfadarnos, le pregunté: -¿y por qué tiene que ser mi suegro?

La chica del banco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora