19-A por todas

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Nunca alcanzaré a comprender por qué unas personas se inventan, literalmente, la vida de otras y,en consecuencia, tampoco conseguiré entender por qué todo el mundo odiaba al padre de Cecilia.

La verdad sea dicha, mientras me encaminaba aquella mañana a su lugar de trabajo no las tenía todas conmigo;pero supongo que cualquier chico sentiría lo mismo, tras pensar que va a hablar por primera vez con el padre de su novia o ex-novia. Sin embargo pronto me di cuenta de que no era el león como lo pintaban, sino que había hecho bien en no haberme creído semejante "bola", ya que el pobre Roberto no era más que otra víctima de una sociedad hipócrita, que no espera a conocer a los demás antes de abrir sus bocas y emanar fétidas palabras. Una sociedad que simplemente por verte en algún titular u oír hablar de ti, como si es en el supermercado de la esquina, comienza a lanzarte improperios de manera directa o indirecta. (Ésto último queda ya a gusto del consumidor).

Cogí el metro pensando en las palabras con las que el padre de Cecilia me había animado. Cecilia me quería y, yo ni tan siquiera podía imaginarme cuánto. Ahora nos tocaba a nosotros continuar hacia adelante; pero en esos momentos la pelota estaba sobre mi tejado, por lo que debía guardar mis inseguridades y telefonear a Cecilia, una chica sin igual, que nada ni nadie podría imitar por mucho que lo intentara.

Tras haberme bajado del metro fui caminando con las manos en los bolsillos, hasta que noté un tirón en el brazo. Era mi mejor amigo que pasaba por mi calle.

-¿Qué? ¿Todo bien? ¿Has podido solucionarlo?

-¡Menudo susto me has dado! No sabía que estabas ahí detrás. ¿Llevas siguiéndome mucho rato?

-¡No, claro que no! De hecho ni tan siquiera lo he hecho, Fernando. Simplemente me he quedado por aquí esperando. En algún momento tendrías que pasar ¿no? Y como no me cogías el teléfono... Para tanto que hablas de Cecilia tú haces lo mismo ,chico. ¿Es qué vives extasiado? ¿Tan buenas noticias has recibido hoy?

-¡Por favor no te aceleres más de la cuenta! Sino, jamás podré contártelo. Vamos a casa.

-¿Pero el señor Inspector te ha dado buenas nuevas o no?

-¡Y eso que a ti al principio todo esto no te interesaba ni lo más mínimo! ¡Aún recuerdo nuestra primera conversación sobre Cecilia! Te despediste diciendo únicamente: <<pues buena suerte si tu suegro es un vampiro.>> Y no lo comentaste demasiado atraído precisamente...

-Ya sabes que la primera vez que se habla de algo, Fernando... ¿Pero tienes buenas nuevas o no? ¡Me tienes en ascuas!

-Buenas no, las tengo mejores. Anda, vamos. Le dije echándolo a un lado para que siguiera caminando.

Antes de salir aquella mañana había llamado a mi amigo, para contarle que al final había mantenido la conversación con Olga y Raquel, que él mismo me había propuesto llevar a cabo; porque la tarde anterior él no se encontraba en casa, cuando me había acercado para contárselo.

-¡Fernando!

Mi mejor amigo me dio de nuevo un tirón diciendo -¿no es una de tus amigas de la Facultad? ¿No es Olga? La saludó con la mano.

Asentí. -Vaya como la recuerdas ¿no?

- Es que siempre he sido bueno para recordar caras.

-Buenos días, Olga. Pero...Si tú no vives aquí...

-Sí, pero el tren es un medio de transporte muy rápido y he preferido venir yo directamente a preguntarte que tal te ha ido con el padre de Cecilia y, también con Cecilia...

-Ya eres la segunda persona que me pregunta esto...-La expresión de curiosidad de Olga demandaba información.-Ha sido él. Señalé a mi mejor amigo, se miraron y ambos comenzaron a reír.

-Pues menuda casualidad ¿no? La verdad es que en la vida sucede cada cosa más curiosa... Rió ella y observé que mi mejor amigo no dejaba de mirarla, por lo que intuí que comenzaba a sentir algo por ella.

-Bueno, ¿qué os parece si subís a mi casa?

-¡Vale! De nuevo una mirada de complicidad antes de aceptar mi oferta.

Los invité a tomar algo en casa, ya que para escuchar nuestra historia necesitaban renovar fuerzas. Se sentaron en uno de los sofás, los invité a acomodarse, lo hicieron y mi mejor amigo no se resistió:

-¿Y? ¡Si te digo que me tienes en ascuas es que me tienes en ascuas!

-¿Siempre eres así? Le preguntó Olga divertida. A saber que se le estaría pasando por la cabeza a mi amiga. Como solamente había estado junto a él una vez.... ¡Resultaba obvio que no lo conocía bien!

 -¿Así cómo? Lo siento, ¡pero no te entiendo!

-No sé. Así de... Así de nervioso y divertido supongo...

Quizás no hubiese sido tan buena idea el invitarlos, porque seguramente "pasarían" de escucharme; o, si lo hacían, querrían saber todos los detalles tan rápido que apenas me darían tiempo a contarles todo lo que tenía que contarles.

-¿Ves? ¿Tenía o no tenía razón? El padre de Cecilia iba a recibirte.

Asentí. -Llevabas razón sí, Olga. Desde luego es un hombre la mar de agradable. No lo conozco demasiado bien, pero me parece que no se merece ninguna de esas mentiras que han dicho de él.

-Ya puedo decirle a todos que Cecilia está bien. ¡Al fin podemos quedarnos tranquilos! Porque no veas el disgusto que arrastra Raquel...

-Mirad, chicos-intervino mi mejor amigo repentinamente-yo no conozco a Cecilia, pero la comprendo.-Olga y yo nos miramos y mi rostró adoptó una expresión de desconocimiento. ¿En qué comprendía él a Cecilia? ¿A qué se refería? ¿A qué me hubiera dejado o...?-¡A ver. hombre, no os quedéis así! ¿A qué vienen esas caras? ¿Eh? Lo que quiero deciros es que entiendo que Cecilia no haya vuelto a clase en este tiempo. ¿Os imagináis cómo debe de estar sintiéndose?

Nos mantuvimos en silencio durante unos segundos. Y acto seguido agaché la cabeza y lentamente pronuncié uno de los peores y más tristes <<sí>> de toda mi vida. Olga hizo lo mismo. Ella sí podía saber por lo que pasaba Cecilia, pero yo, que solamente podía imaginármelo, sentía aún más miedo y tristeza que ella. ¿Cómo finalizaría todo?

-¿Y qué vas a hacer? Preguntaron al unísono. (Desde luego se les veía muy compenetrados.)

-Siempre se ha dicho que: "el que no arriesga no gana". Pues será lo que yo haga.

La chica del banco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora