16-Necesito hablar con usted.

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Lo que en un principio me parecía inconcebible no me resultó tan difícil. ¿Yo buscando al padre de Cecilia en el ministerio? <<¡Como si fuera tan fácil!>> Recuerdo que le contesté incrédulo a Raquel. ¿Me dejarían hablar con un Inspector así como así? Además, probablemente se encontraría muy ocupado, como cualquier persona con un cargo semejante. <<Vete-insistió ella animada-seguro que puedes hablar con él. El "no" ya lo tienes, Fernando.>> A lo que Olga añadió <<tienes algo ganado también: conoces el nombre del ministerio en el que trabaja. ¡Por lo que no irás a ciegas en tu búsqueda!>>

Y allí estaba yo a la mañana siguiente, de forma respetuosa, ante la puerta central del ministerio correspondiente. Había anotado la calle en mi casa y a partir de ella me dirigí, dispuesto a hablar con el padre de mi ex-novia ¿o novia aún? Ahora solo necesitaba que todo saliera como Raquel me había comentado: <<-tú vas y preguntas por él. Sí, sé que creerás que no te dejarán pasar,pero si preguntas por él diciendo que eres la pareja de su hija, seguro que te lo permiten.>> Tomé aire, guardé el papel, a medias de arrugar debido a los nervios, en un bolsillo,  comprobé en la placa que me encontraba ante el sitio correcto y entré.

Varias personas, que formaban parte de una larga y única cola, me preguntaron si quería realizar la misma gestión que ellos, y otros por poco no me gritan alegando que pretendía pasar sin esperar "el turno". -Lo siento, no se alteren. Yo no necesito "ponerme a la cola". Estoy buscando a una persona en concreto. Me giré y comprobé en un gran almanaque la fecha. Ahora estaba claro: lo mismo de todos los años. Y aún faltarían días de esperas semejantes.

Al fin uno de los funcionarios se dio cuenta de que no estaba allí movido por el principal motivo de esos meses, sino que intentaba buscar a algo o a alguien. Se acercó a mí y me preguntó con tono amable: -Perdón, ¿necesita qué le ayude? Asentí aliviado y le respondí del mismo modo -sí, por favor. Busco a un Inspector, su nombre es Roberto Suárez.

-¡Ah claro! Venga-se desplazó hacia un pasillo lateral-espere aquí por favor, ahora mismo lo atenderá. ¿Tiene cita? Negué. No, no tenía cita.

-Motivos personales. El funcionario sonrió. -Está de suerte, muchacho. Hoy no está ocupado, aunque es bastante raro en esta época...Pero...¡Las cosas no suceden porque sí! Exactamente las últimas palabras que esperaba escuchar yo aquella mañana: "las cosas no suceden porque sí". Entonces si estaba allí era porque estaba escrito me convencí. Para bien o para mal debía hablar con él. Tal vez su padre me aportara la información que precisaba.

Al momento apareció el mismo hombre que Olga me había enseñado desde el otro lado de la calle, el día que nos encontrábamos esperando a mi mejor amigo. Sin duda era el padre de Cecilia. Se detuvo en seco y volteado de medio lado me preguntó -¿nos cono...cemos? Me encogí de hombros. -Yo a usted sí, solamente de vista claro, pero ya no sé si usted me conocerá a mí. Soy Fernando, el no...Bueno, el ex-novio de su hija podríamos decir. Sí, creo que puedo aplicarme ese calificativo, aunque la verdad sea dicha estoy sumamente consternado.

Sonrió. -Fernando, sí. Entiendo...Con total probabilidad yo fui la única persona que permaneció a su lado sin temerlo, exceptuando a Cecilia y a los compañeros cabales con los que parecía trabajar. Por el contrario a lo que muchos pensaban, con sus palabras me generó una sensación de tranquilidad que nunca había experimentado hasta el momento.

-Necesito hablar con usted, por favor. Es sobre su hija: sobre Cecilia. Me cogió por el hombro y yendo hacia la puerta me dijo -será mejor que nos vayamos. No es un buen sitio para hablar de estas cosas. ¿Te parece? Claro, a menos que temas que pueda acabar con tu vida.

Negué con rotundidad. -No me creo esa tontería.

-De acuerdo. Hay una cafetería aquí al lado, que a esta hora nunca suele estar demasiado concurrida. Tengo la sensación de que debemos hablar largo y tendido. ¿Me equivoco?

-No, está usted en lo cierto. 

Tras haber salido del edificio me dijo -desde luego, Cecilia nunca ha encontrado a nadie como tú. Tragué saliva. ¡A saber lo que quería decirme con esas palabras! Tal vez de todo menos agraciado. Sin embargo noté en su voz agradecimiento y amistad.

-Supongo que puedo alegrarme con su afirmación, aunque...

-No lo dudes. Eres un buen chico. Pero vamos, no quiero que se te haga tarde.

La chica del banco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora