8-Porque siempre es así.

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Siempre es así. Con el paso del tiempo y tratando con distintas personas he aprendido que tras una experiencia dura todo sucede de la misma manera. En pocas palabras, tu patrón de conducta,generalmente afectado por un asunto traumático, no es lo mismo que era con anterioridad a ese determinado momento. Por lo que no es de extrañar que a esa persona se le semeje una cuesta pensar en como mantener una amistad a lo largo del tiempo. 

Nuestro caso era distinto, pero tampoco nos resultaba demasiado fácil hablar con Cecilia. No porque ella fuera como decían todos ni porque nosotros sufriéramos algún síndrome que afectara a las relaciones comunicativas, sino porque temíamos que cualquier comentario, por absurdo y bienintencionado que fuera, pudiera hacerla sufrir. 

-¿Creéis qué haya podido enfadarse con nosotros?

<<¿Con nosotros?>> Se preguntó Olga a sí misma mirando a Bruno de hito en hito. -Pero...si no le hemos hecho ni dicho nada...¿Tú crees? Comentó preocupada tragando saliva. Raquel se adelantó unos pasos y negó diciendo -no,no lo creo. En tal caso estará nerviosa y es lógico, supongo que yo me sentiría igual que ella...

-Sí-intervine dandole la razón a Raquel-no debe de ser nada fácil que todos te hagan de lado durante tantos años.  La verdad-suspiré-es que ahora lo "extraño" para Cecilia será verse acompañada, sin contar que tal vez tenga miedo de que solamente seamos una pandilla dispuesta a continuar con la mofa. 

Olga apoyada a una pared se mantenía callada y asentía a todo lo que decíamos el resto. En sus ojos adiviné que ella tampoco se sentía bien. A su modo parecía estar viviendo lo mismo que le había tocado en desgracia, que no en suerte, a Cecilia. 

-¡Ey!-Se acercó Bruno-¿Te pasa algo? Estás ajena a todo, como Fernando aquel día. ¿Te acuerdas? Me preguntó. -Sí. Le respondí riendo sin demasiadas ganas. Olga se encogió de hombros sin saber bien qué decir. 

-Si necesitas hablar puedes contarme lo que quieras.-La animé-Además no tienes por qué preocuparte ya sabes lo que dice Bruno. Sonrió y negó de nuevo diciendo: -temo. 

-¿Temes? ¿A qué? ¿A tal vez poder vivir de nuevo algo semejante a ella...? Negó con la cabeza, aunque siempre me he imaginado que en el fondo cada día que pasaba, por bien que se encontrara, sentía un escalofrío pasar rozando su espalda con una palabra escrita: bullying.

En una ocasión nos había referido una situación no tan triste como la vivida por la pobre Cecilia,pero una experiencia relacionada con compañeros de clase, que nadie que estuviera en sus cabales querría de nuevo probar.

Olga, sentada en la céntrica cafetería donde nos encontrábamos, me miró con ojos apenados, levantando la cabeza y sujetándose con las manos a las piernas. Bruno y Raquel también se dieron cuenta de que su amiga necesitaba algo más que un apoyo físico. En aquel instante Olga precisaba un fuerte apoyo moral. Nos acercamos más y se dispuso a dejar volar sus fantasmas.

-Yo nunca me atreví a enfrentar a todos aquellos hipócritas, que decían pegarse golpes en el pecho y gozaban de buenas referencias ante los profesores. ¡Esos eran los peores de todos! Y yo como otros tantos teníamos miedo, miedo a vernos igual que ella, igual que Cecilia.-Extendió un brazo hacia algún punto inconcreto del horizonte.-¿Qué pensará ahora de mí? ¡Pues que soy una más! 

Raquel negó para consolarla. -No, no lo creo. Se ve que es inteligente y por desgracia sabe en su propia carne lo que es el maldito bullying. Creo que solo tiene ganas de hacer amigos e intenta olvidar todo lo que le ha pasado. Nada más.

La chica del banco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora