12-Conversación pendiente.

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A pesar de que todo continuaba viento en popa, Olga tenía una pequeña espina clavada dentro de ella y esto la hacía sufrir, hasta que decidió arrancarla. Una mañana se dijo que no podía continuar así, pues cada día que pasaba sentía que se consumía más y más. Llevaba tiempo dándole vueltas al mismo asunto y con ese lastre que parecía no dejarla avanzar, hasta que decidió dejarlo caer al agua. Solamente así podría seguir mirando hacia adelante. 

Este problema había nacido por culpa del maldito bullying, que nunca te conduce a nada bueno. Y esa mañana en la que reunió la fuerza necesaria para afrontar los fantasmas del pasado, me envió un conciso mensaje. "Me gustaría mantener una conversación pendiente con Cecilia, pero siento algo de miedo. ¿Me ayudarías?" Y yo le contesté diciendo que desde luego para mí no representaba problema alguno, pero no debía preocuparse ya que mi novia comprendería todo aquello que Olga le explicase.

En la facultad se había formado un corrillo en torno a Olga. ¿Qué sería aquel asunto tan importante qué iba a tratar con Cecilia? Un preocupado Bruno la interrogó con el fin de saber si ella había tenido algo que ver con el acoso que había sufrido su también nueva amiga, sin embargo Olga negó. Tal y como nos había dicho meses atrás, ella no había tenido nada que ver con el maltrato psicológico al que había sido sometida Cecilia. Porque si hay que tener clara una cosa, esa es: que el acoso escolar o bullying es también una forma de maltratar, aunque no se trate de maltrato físico, pues no hay nada peor para una persona que darse cuenta de que está aislada. 

-Es inhumano hacer eso. Exclamó Raquel cabreada. A pesar de que ella, por suerte, no había sido víctima de tan abyecta actitud por parte de sus compañeros de clase sentía como propios el dolor y el miedo ajenos. 

Al final llegó Cecilia y Olga se adelantó mientras todos los demás nos quedamos posicionados en la retaguardia. -¿Puedo hablarte de algo? Le preguntó sin tenerlas todas consigo en aquel instante. Cecilia asintió y la invitió a expresarse. 

-Sé que recordarte esto no va a hacerte nada más que daño de nuevo, pero debo hacerlo. No puedo continuar así, tengo algo clavado aquí dentro-djo señalando el corazón-que me impide disfrutar de todas las cosas buenas que se encuentran a mí alrededor...También sé que te pareceré egoísta con mi postura en dos aspectos: porque ahora vengo a revivirte ese Infierno con mis palabras y porque estos dos últimos años no hice nada por intentar remediar tu situación...Y yo...Se secó las lágrimas con la mano y comenzó a moverse para calmar los nervios.

-¿Eh, Olga? A mí no tienes nada que explicarme, sé que no eres como ellos.-Y Cecilia cerró los ojos ante nuestras atónitas y expectantes miradas.-Si lo fueras no seríamos amigas. ¿No crees? Sonrió.

-Pero te debo esta explicación, lo quieras o no, Cecilia. Si tal vez yo hubiera hecho algo, si tal vez me hubiera enfrentado a ellos...No...Escondió la cara entre las manos sentándose en un alféizar interno de una cercana ventana. Cecilia se acercó y se sentó junto a ella esperando poder consolarla.

-Acabo de decírtelo. No sabes cuanto te agradezco que hagas esto, sin duda hay que tener mucho valor para pedir perdón y para dar explicaciones, por eso creo que la mayoría de las personas no lo hacen: por carecer de la valentía suficiente. Sin embargo no quiero que te disgustes por ello: lo pasado pasado está, todos debemos mirar hacia el futuro. Y también tú, Olga.

Ésta última se descubrió la cara e intentando calmarse, mientras respiraba profundamente, continuó-también lo hago por eso, de ahí que te diga también que soy una egoísta. ¡Y triplemente egoísta! No solo no te ayudé en su momento, sino que ahora te lo estoy recordando y todo para poder sentirme mejor. ¿Podrás perdonarme?

Cecilia asintió tranquila. -Sí. Y bien sabes que no tienes por qué pedirme perdón. Sé que eres diferente, totalmente diferente a ellos. Cada uno tiene sus razones y al fin y al cabo-suspiró recordando la leyenda que envolvía su vida-en esta ciudad todo se sabe.

Tornaron junto a nosotros y Olga nos dijo que le gustaría que todos supiéramos el por qué de que no hubiera trabado amistad con Cecilia en el instituto. De este modo podríamos comprobar que no era como el resto de sinvergüenzas y luego la decisión ya sería nuestra. -Yo no estuve estudiando siempre en el mismo instituto que Cecilia-mi novia asintió-sino en un colegio cercano. Algo había oído de esa historia y nunca la había creído, al igual que no me la creo ahora.-Cecilia sonrió agradecida.-En el momento de pasar al bachillerato fui a su instituto, y aunque no lo haya dicho: yo también he sido, como tantos otros, víctima del maldito bullying. Os aseguro que es una experiencia tan horrible que una vez pasada no tienes ganas de volver a vivirla, y aunque en ocasiones también me sentía desplazada y aludida, al menos tenía a quien acercarme durante los ratos libres. No sabes cuanto me arrepiento, pero me faltó valor para plantar a cara a esas tonterías. 

Todos sonreímos junto con Cecilia que afirmó-no te preocupes. De haber estado en tu lugar, seguro que hubiera sido yo quien hubiera hecho eso. 

La chica del banco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora