Reía sin parar, todo estaba ya cambiado, ya había pasado tres meses desde mi día de casamiento y dos meses de mi luna de miel. Tantos problemas, que hicieron que nuestra boda se atrasase tanto como dos años y medio ¿ Quién había causado todo esto? Pues nada menos que Blanca, había falsificado los papeles había echo no sé que más y tuvimos que ir a tribunales para acabar todo esto. Ahora mismo estaba con mi pequeña hija de dos años, Miriam, era muy buena, tenía una risa preciosa y aquel cabello tan combinado de sus padres, a una madre como yo la hacia tan felíz, me senté en la mecedora, Miriam no paraba de llorar y hace ya media hora que le había dado de comer había comprobado si había echo algo en sus pañales pero nada, mientras la mecedora suavemente iba para adelante y para atrás, Miriam dejó de llorar y una risita pequeña sonó de su boquita.
— Así que era esto, querías estar con mamá.— Dije mientras la comía a besos.
Trabajaba de psicóloga en un ambulatorio, había atendido a esa chica que me dijo aquel día Sonia, había trabajado con distintos pacientes, Luisa había despertado y ahora vivía con sus hijos y su hermano de dos años más mayor. Yo tenía a Walter a mi lado y a la pequeña hija que teníamos fruto de nuestro amor, sonaba tan cursi eso, me reí de ello. Era aquel momento que baje por las escaleras deje a Miriam en el suelo del salón un momento y abrí la puerta, era un frio día de Febrero, llovía un montón y delante de mi estaba mi madre, con una chaqueta de abrigo de piel, unos guantes de cuero, vestia elegante y bastante caro, entró sin mi permiso y cerró la puerta. Yo me había quedado tan tiesa, que no sabía que hacer en ese momento.
Tenía pensado en llamar a Walter y a mi padre pero no hice nada la guíe hasta el salón, donde cogí a Miriam en brazos y me senté delante de ella en un sillón y ella en el sofá de cuatro plazas.
— ¿Que se supone esta visita, Cecilia?— Pregunté tan fría que de los labios de Miriam salió un gemido asustadizo.
— Una madre no puede venir a ver a su nieta segunda y a su querida hija.— Afirmó más que pregunto.
Suspire.
— Cecilia ya no eres mi madre, tengo a alguien que si debió ser mi madre hace ya mucho tiempo, tú simplemente eres alguien que no quiero en la vida. — Dije sin perder la calma.
— Laila no me vas a presentar a mi nieta.
— Ella es Miriam.
— Uf, que nombre tan horroroso, yo la habría llamado Susan o Matilde pero Miriam es algo que me da, arg.— Dijo tan despreciable.
— ¡Vienes aquí a quejarte del nombre de mi hija o a verla y darle algo de cariño que no sea despreciarla!— Grite enfurecida e hice llorar a Miriam.— Oh, pequeña, ya, ya, mamá no quería hacerte llorar.
— Bien, damela y la daré amor mientras tú preparas un café.— me dijo tan autoritaria que temí por unos momentos.
Se la di y fui a la cocina, en poco tiempo oí el lloriqueo de Miriam y después la risita. En poco tiempo ya tenía el café echo puse unos pastelitos y fui al salón con la bandeja, Cecilia estaba ahí haciéndola cositas que la hacían reír. Su pelo se volvió canoso, sus ojos celestes transmitía odio y amor. Dejo a Miriam que esta alargaba sus brazos hacia a mi, la cogí y la deje en el suelo con algunos juguetes. Me volví a sentar en sillón.
— ¿Qué ha sido de tu vida, Cecilia?
— Bueno me casé con mi amante, después nos divorciamos, conseguí que me dirá algo de dinero, más tarde me casé con un rico millonario viejo loco por mi en el momento que me vio y ahora vuelta a empezar con cuatro hijos, dos son unos críos y uno de ellos es un traficante, pero el más mayor con place los deseos de su padre sobre que el será algo de la gran empresa, bueno yo algunos deseos complicados los hago yo. Ahí tienes mi resumida vida.
— Haz cambiado algo por lo menos a sacar cosas de los demás.
A los pocos minutos de esta conversación se marchó con la cabeza bien alta, Miriam salió con pasos torpes hacia mi y me abrazó la pierna.
— Anda vamos a preparar algo para papá que llegara en poco tiempo para comer.
La cogí en brazos y marchamos a la cocina.
—Sip.
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Soy Invisible ©
Ficțiune adolescențiLibro-Diario Soy Invisible Laila Beckett es una chica que nadie la ve ósea exactamente que ella es la invisible del instituto, lo que sucede que desde muy pequeña a sucedido esto y ahora quiere conseguir quitarse de encima esa invisibilidad. Se crea...