Capítulo 4. Diferente

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James

Al llegar a la casa de la chica note algo muy extraño. El aura no era igual que antes, de cierta forma tenía miedo de entrar. De no ser por mi maldita morar me iría y la dejaría sola con sus demonios.

—Bien, aquí voy. — camine hasta el árbol cerca de la ventana.

Subí con mucho cuidado, un error y mi cara quedaría destrozada. Trate de abrir la ventana pero estaba trabada, seguramente ella lo había hecho.

— Y ahora que hago. — arranque una rama, comencé a tocar el cristal, si hacia el ruido suficiente tal vez me abriría.

La luz se encendió, espero que este de buen humor, su temperamento es bastante agotador.

— Me podrías decir que haces fuera de mi ventana. — me sonrió, se vía muy bonita.

Me perdí en esos ojos encantadores, como si todo lo que pensaba fuera borrado y en su lugar un deseo desenfrenado lo remplazo.

Am... No te acuerdas que vendría esta noche para ayudarte con eso.

Parecía que no me entendía, o tal vez fueron imaginaciones mías.

— O claro, pasa, ten mucho cuidado, si te lastimas no sabría que hacer.

Me ayudó, esto fue muy diferente a la primera vez que estuve aquí. Algo cambió.

— Gracias eres muy amable, veo que estas de buenas.

— Por que lo dices, siempre soy así.

Mentirosa, que te falla la memoria.

— Ayer no, me echaste de tu habitación a pesar de que te ayude con ese demonio.

Cambio su peso de un lado a otro, me miraba con sierra diversión y después con resentimiento.

— Ha si, lo recuerdo, él joven valiente que me rescato de un cruel final. Gracias.

— De nada, me podrías pagar diciéndome tu nombre.

— Alice.

— De acuerdo vayamos a descubrir los secretos que guarda tu closet.

—Mejor olvidalo, no es tan importante, además podríamos divertirnos de otra forma.

Extraño, un cambio de comportamiento tan drástico no es normal y menos en una casa habitada por entes del mas allá.
Se acerco seductoramente, atrapándome contra la pared, su cuerpo frío se pego con el mío, me dio un escalofrío, que sucede.

— Antes de que pase algo, dime porque cambiaste de opinión, antes no me soportabas.

—Digamos que me conociste en un mal momento y esta es mi forma de compensarte, te gusta.

Recorrió con sus manos mi pecho hasta llegar a mi cuello, me jalo muy fuerte, tan pequeña y con tanta fuerza. Me beso, su tierna apariencia no reflejaba su interior.
No sentí nada, parecía que besaba algo sin vida.

Un ruido vino del closet, la aparte rápidamente poniéndola de tras de mí.

— Quedare ahí, no te muevas, si yo te digo que corras lo haces.

—Espera, es peligroso, mejor ignoralo.

—Asi no funcionan las cosas, pequeña.

Camine hasta la puerta del closet, estaba cerrada con llave, cuando me iba a girar para pedir la llave esta se abrió. Parece que el demonio quiere visitas.

—No me dejes.

— Es por tu bien, regreso enseguida.

El cuarto no tenia la luz encendida, Palpé la parad hasta encontrar el interruptor de luz. Todo esta igual a como recordaba, a excepción del escondite.

No lo toques.

Un viento sacudió mis cabellos, la voz era dulce y calmada, no me dejaría engañar por un demonio.

— Vete de esta casa, no hay nada aquí para ti.

No puedo

Por lo menos es sincero.

— ¿Quien eres?

Una forma de erradicar a los demonios de un lugar es sabiendo su nombre, y así se puede decir una oración. Es muy difícil que te digan su nombre, primero se debe torturarlos.

Idiota, enserio no sabes quien soy, no te diré mi nombre. Solo ayudame.

Reconozco ese comportamiento, pero es imposible, ella, esta ahí a fuera.

— Si no conociera a los de tu clase te creería, manifiesta te demonio.

Por donde entraste, estoy segura que cerré esa ventana.

Ignorarme no te salvara.

Alice tocó la puerta. — Oye, ¿estas bien? Necesitas que entre.

—No, todo esta bajo control, antes de que yo llegara, paso algo extraño.

— Que yo recuerde, no, porque lo dices.

— Es que, ya no siento el aura negativa de ayer.

Veamos que contestas.

— Te lo dije, pero no me haces caso, de casualidad no hay un libro por ahí escondido.

Observé la habitación y en efecto un libro están escondido, pero  un demonio no podrían verlo, tenía una clase de protección mágica. Si ella no podía verlo significaba que no era humana.

— Santo Dios. — dije muy fuerte.

— Callate, no digas esas cosas, encontraste mi libro.

—No, pero, si una araña.

Te dan miedo las arañas, bebé.

Una risa vino de la habitación — quieres que la mate por ti cariño.

— Ya se fue, seguiré buscando tu libro, como es.

—Como cualquier otro.

Ayudame, tengo miedo, eso tiene mi cuerpo, y quiere el libro.

— Buscare un forma de ayudarte, no te preocupes.

Tal vez estaba perdiendo la cabeza, la única pista que tenía, era un libro, no dejaría a ninguna de las dos tocarlo, hasta saber cual miente.

El Libro Negro ( #CarrotAwards2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora