Capítulo 9. Durmiendo a la bestia

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James

- Encontré una forma de retener al demonio que tiene tu cuerpo.

Cruce mi pequeña sala de estar, al parecer Alice no quería quedarse en una fea oficina.

- No me digas, cuentame.

- Tu sarcasmo no sirve en este momento, alegrate, si la contenemos tendremos tiempo para averiguar como sacarla y tu recuperarás tu cuerpo.

- Aquí es donde brinco de emoción, la verdad no siento la euforia.

- Solo escuchame, en el siglo XV un famoso hechicero creo una forma de dormir a los seres sobrenaturales a base de una mezcla de polvos. Yo tengo ese hechizo si consigo una bruja o brujo que tenga los ingredientes necesarios tomaríamos ventaja de la situación.

- ¿Crees en la magia?

- Eres un fantasma porque un demonio poseyó tu cuerpo, no tienes derecho de burlarte de mis creencias.

- Tuche.

- Lo mejor sería contactar a unos amigos, ellos me ayudaran a conseguir al brujo. Mientras tanto yo iré a trabajar y despues buscare tu cuerpo poseído, debemos tener cuidado con ella.
- Así entonces si es mujer, una mujer demonio.

- Si, solo esta celosa de que siempre tu familia se quede con su chico.

- Pues se lo regalo.

- No es tan fácil, ella no aceptara tus palabras.

- Eso piensas tú.

- Si yo estuviera en su lugar preferiría que el me escogiera sin ser la segunda opción.

- ¿Estas de su lado?

- No, siempre estaré del tuyo.

Camine hasta la cocina y me serví un termo de café. Hoy seria un día largo y complicado.

- Al principio pensé que te burlabas de mi, como todos los demás y cuando me salvaste en mi habitación esa noche, me sentí feliz de que viera que no estaba tan loca cono ellos piensan. - me dijo Alice.

- Si dejas que la gente te defina sufrirás toda la vida. Sabes, te diré un secreto.

- ¿Otro? Eres un diario andante o que. - sonrió.

- Ignorare tu comentario. A caso alguna vez te preguntas te porque los fantasmas no pueden ser vistos por la mayoría de las personas.

- Porque el alma es algo que no forma parte de la materia y que no posee las características necesarias para ser vista.

- Tal vez, pero realmente es, porque estando vivos mostraban todo al mundo y las personas los juzgaban sin importarles como se sintieran al respecto. El alma, lo mas importante, jamas es visto, solo lo físico, Dios fue muy sabio al darles un regalo a los espíritus. Dime ¿tu juzgarías algo que no puedes ver?

- No.

- Esa es la razón, si la gente no puede ver algo o no sabe que existe no lo juzgaría.

- Me estas dando a entender que disfrute siendo un fantasma.

- Solo digo que veas el lado positivo de las cosas. Dentro de cada fondo oscuro, una chispa de luz se haya.

- Siempre eres así.

- A que te refieres con así.

- Intentas ayudar a los demás, ignoras las críticas, aceptas lo que puedes hacer.

- Si tienes algo en lo que eres bueno utilizalo, si tienes algo en lo que eres bueno y te gusta disfruta de la vida.

- Son tus lemas más famosos no es así.

- Solo algunos, después te diré los demás.

Dale tiempo a las pequeñas cosas, no te apresures y disfruta, Alice platico conmigo sin ser grosera por primera vez. Cuando abres tu corazón a la gente que necesita ser escuchada, les estas ayudando. Antes de irme le deje una carta, ella no lo sabía pero arriesgaría todo por darle una segunda oportunidad. Mi madre tenia razón, este trabajo terminaría matándome.

Fui a la oficina, trabaje acomodando toda la información que necesitaba, algunas personas la conocía de otros casos y no me sorprendió ver en más de una foto a Dulce, la bruja mas escurridiza que había conocido. Si alguien podía ayudarme era ella.

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Seguí a la impostora por todos lados, aunque no salía de los limites de la casa de Alice me daba mucho trabajo. Sabía que ella noto mi presencia en el momento en que llegué, así que no tuve más remedio que salir de mi escondite no tan secreto.

- Hey Alice, ¿cómo te va?

Ella giro lentamente para poder verme y casi puedo asegurar que no toco el piso para hacerlo, sus pies se encontraban separados del suelo por unos centímetros.

- Bien, sabes que no es necesario que me observes a escondidas, me gustas, puedes acercarte todo lo que desees.

- Gracias, pero soy un joven hecho a la antigua, me enseñaron a cortejar a las bellas señoritas.

- Me gusta eso de ti, me haces sentir el centro de atención.

- Es que mereces eso, tu belleza es incomparable. Tus ojos ni siquiera se de que color son, tienen azul y verde un poco de gris y dorado - me acerque mas a ella, nuestras respiraciones se encontraron - alcanzo a distinguir ¿motas de violeta? Que color tan peculiar.

- Si, es que soy especial. - me dijo mientras se alejaba poniendo una distancia prudente.

- Tu cabello es un café caramelo pero en el sol parecen hilos de oro, toda tu eres un maravilloso monumento. - le dije alabando la belleza física de Alice.

- James, no tienes porque fingir conmigo, ambos sabemos que soy más lista que tú.

Me descubrió antes de lo que pensé. - Ha sí, y que finjo según tu pequeña cabeza.

- Que yo no soy la verdadera Alice.

- Y que harás al respecto, criatura.

Tenso su cuerpo, conteniendo el enojo, era fácil provocarlos pero difícil salir vivo.

- Mientras me seguías, pensé muchas cosas, te lo prometo nos divertiremos a lo grande.

Apreté mis manos en puños a mis costados.

- A tu lado no puede existir la diversión.

Todo su rostro comenzó a desfigurarse. Sus ojos se volvieron negros, su piel se desgarraba mostrando huesos y espinas. Un monstruo sin duda. La cosa más desagradable que había visto y lo más probable es que fuera lo último.

- Tienes una gran boca al igual que tu amiga. - la voz sonó grotesca.

- Gracias, eres muy atenta.

- Lo bueno es que a ti si te puedo matar.

A mi si, eso significa que no puede matar a Alice.

Desapareció en un instante, cuando pensé que todo había terminado, reapareció detrás de mi abrazandome y apretando fuertemente, escuche el crujido de mis huesos al romperse.

El Libro Negro ( #CarrotAwards2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora