Capítulo 24. ¿Y si muero?

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Alice

Pensando en todo lo que ha sucedido en estas semanas me doy cuenta de que gran parte es por mi culpa.
Yo soy el centro se las desgracias que ocurren.
Si de alguna manera llegara a desaparecer nadie tendría que preocuparse por lo que pudiera suceder.

Una loca idea cruzó por mi cabeza, debo morir y todo acabara. Cruce la habitación hasta llegar al cuarto de mis padres, ya lo había limpiado todo con la ayuda de James, abrí el armario y saque una caja de herramientas de mi padre.
Tome la soga, hice unos dobleces por aquí y por allá, la colgué del peldaño haciendo otro nudo, comprobé que estuviera bien sujeta para que no se soltara.

Puse el extremo rodear mi cuello, subí a una silla, y respire profundo. Moví mis pies mas cerca de la orilla. No olvides que es por el bien de todos. Mi cabeza giraba sin control, lo único que deseaba era terminar con todo de una sola vez.

— Ya casi estaré con ustedes. — cerré los ojos y salté.

La soga no apretaba mi garganta como se supone que debería, de hecho dudaba que siguiera rodeando mi cuello, pero tampoco sentí el impacto de mi cuerpo caer al suelo.
Abrí los ojos para cerrarlos de nuevo, yo estaba literalmente flotando en medio de la habitación.

No es tiempo de que mueras. — me susurraron al oído.

Sentí que mi cuerpo descendía. Mis pies tocaron el suelo pero no pidieron sostener a mi cuerpo pesado. Me senté en la silla que hace unos instantes me separaba de la muerte.

— No me importa, yo quiero morir. — dije.

Una sombra cruzó la habitación y entro en el espejo de mamá.

Él quiere que mueras, no lo escuches. — me dijo.

Me puse de pie y me dirigí al espejo. Yo no era la que se reflejaba en el si no una chica parecida a mí. Su piel era de un pálido azulado con ojeras rojas y labios morados. Su cabello caía sobre sus hombros en suaves rizos castaños.

— ¿Dime que me sucede? — le pregunté.

Él no me amaba, solo quería tener descendencia que pudiera pisar la tierra para traer el mal. — una lágrima recorrió su mejilla.

Sus ojos no poseían el brillo de la vida que yo tenía, pero aun así reflejaban mucha tristeza y dolor.

— Tú eres esa chica, yo poseo tu alma, ¿cómo es posible que pueda verte? — a caso había algo que yo ignoraba.

Mi alma se esta separando de la tuya, cada vez que decides luchar, me estas liberando. — cubrí mi boca con la mano.

— ¿Qué pasa si decido morir? — preste atención a su cara, en ningún momento cambio de expresión.

Es el fin del mundo. — desapareció.

Escuche unos pasos subiendo por la escalera. Me apresure a esconder la cuerda y tomar un bat  de béisbol por si otro demonio venía a buscarme, esta vez lucharía.

James vino corriendo hasta mi, se quedo quieto al verme, como si hubiera visto un fantasma.

— ¿Que ocurre amigo? ¿Te sientes bien? — le pregunté.

Me señaló con su dedo, sus manos se veían extrañas.

— Tu piel esta azúl, pareces muerta Beatríz. — me dijo.

Corrí al espejo, y en efecto mi piel tenía un extraño color azúl. Mis ojos estaban amarillos, parecían de un gato en la noche oscura.

— Esto esta muy mal James, no siento mis dedos y tengo frío. — James me apretó fuerte contra su cuerpo, intentando darme calor.

— Dime que es lo que sucedió mientras no estuve. — como decirle sin sonar alarmante.

— La vi James.

— ¿A quién?

— A Paris, ella me dijo muchas cosas que pueden servirnos.

— Eso es imposible, ella esta dentro de ti, no puede salir, ¿o sí?

— Dijo que nuestra alma se esta separando, pero si yo muriera sería el fin de todo.

— No dejare que nada te pase, que a caso no e cumplido mi promesa. — lo abracé más fuerte.

— Tu me haces sentir mejor. — le dije.

— Eso es bueno porque no me apartaré de ti, ni un segundo. — me dijo, poniendo un mechón de cabello atrás de mi oreja. — Ya te ves como tú, me asustaste pequeña.

Me soltó y me llevo a tomar asiento.

— A mi Rex me dijo un par de cosas, buscaría una forma de liberal el alma de Paris  para que valla directo al cielo.

— Eso es bueno, tendríamos un problema menos. — junte mis manos en mis muslos.

James caminaba de un lado a otro, con  cabeza agachada.

— No, si lleva a cabo ese ritual tu morirías y por lo que me dices eso sería el problema más grave que hemos tenido.

— Por qué todo el mundo quiere matarme, hasta hace poco hubiera jurado que estaba loca. — cubrí mi cara con las manos.

James se sentó a un lado de mi,  pasando un brazo por mis hombros.

— Ve el lado bueno, cuando tengas hijos tendrás varias historias que contarles. — me reí junto con él.

— Si, eso es de mucha ayuda.

Nos reímos tanto, pasé la mejor noche de mi vida sintiéndome como una adolescente normal. No le diría a James que intente suicidarme porque solo empeoraría las cosas y no necesitábamos eso.

Los pequeños descansos eran bienvenidos porque nunca se sabe cuando las cosas puedan cambiar para peor.

El Libro Negro ( #CarrotAwards2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora