Capítulo 8. Tienes un amigo en mí

155 7 0
                                    

Alice

- Con el tiempo se aprende a ignorar a las personas que no te aportan nada bueno. En mi caso yo soy la persona que todos evitan, más bien de la que huyen gritando y corriendo como niños asustados. Cuando era niña solía ser normal, porque la gente parecía ver tierno a una pequeña niña hablar sola con sus amigos imaginarios que no eran tan imaginarios como ellos creían. Mamá me había comprado una muñeca para que yo no estuviera sola, la llevaba a todas partes. Nadie me creía cuando les decía que ella me hablaba en las noches para salir a jugar, "que gran imaginación tiene" decían, ahora me tachan de loca.
Recuerdo que una vez lance mi muñeca al estanque, no callo lejos pero aún así yo no sabia nadar y era muy profundo.
Lloré por ser una niña tonta, por haber hecho algo tan ridículamente tonto, y no poder arreglarlo. Del agua surgieron muchas burbujas y después mi muñeca, no me moví para nada, imaginense a mi edad ver eso.
Un hombre apareció en medio del lago, con mi muñeca en su mano izquierda. De lejos parecía normal pero al acercarse note cosas distintas a los seres humanos. Sus ojos eran de color violeta, su cabello era plateado con mechas rojas y muy largo, su ropa no era tan diferente, pero sus uñas parecían garras.
"Nunca llores por algo tan insignificante se fuerte" me dijo, después me dio la muñeca y con su mano quito mis lágrimas, las gotas que le quedaron las puso en su boca, para mi no fue extraño, no porque yo no lo hiciera significaba que no se pudiera. "Gracias" contesté. Alejándose de nuevo se sumergió en el lago, y aunque no pude verlo si escuche su voz "algún día podrás devolverme el favor"

- Entonces no recordabas nada de eso hasta hoy. - me dijo James.

- No, ya te lo dije, cuando no tienes nada que hacer te pones a pensar en tu pasado.

El bosque era un buen lugar para recordar, muy silencioso, nadie me interrumpiría a pesar se que no me vieran, además la mayoría de mis recuerdos sucedieron justo en este lugar.

- Hablando de eso, descubrí unas cosas, todo esta escrito en esta carta, necesito que me acompañes a mi oficina, pero que nadie te vea, no estamos seguros de si las personas de ahí te pueden ver.

- Y porque no me lo dices te ahorrarías tiempo.

- Digamos que no debo de contar nada si no. - hizo una seña para referirse a que moriría.

- De acuerdo, te acompañare.

- Bien, sirve que ganas un lugar donde pasar el rato.

- No necesito eso, ya cuento con mi amigo el bosque.

- Si, no creo que quieras seguir pasando tu tiempo por aquí después de que sepas algunas cosas.

- Me intrigas, podrías darme una pista, no confió en que me dices la verdad. Tal vez trabajas para esa cosa.

James se paso sus manos por su cara. Señal universal de una persona frustrada.

- Alice, yo soy tu amigo, jamas te mentiría y si lo hiciera seria por una buena y muy poderosa razón.

- No digas que eres mi amigo, a penas nos conocemos, seria tonto creer eso.

- Para ti suena ilógico pero no es así. Las personas hacen amigos a penas se conocen.

- Si no te has dado cuenta, hacer amigos no es lo mío.

- ¿Y qué es lo tuyo, Alice?

- No tengo ni la más remota idea.

- Por lo menos eres sincera, conozco muchas personas que mienten a cada rato, pasas un buen momento con ellos, pero a base de mentiras.

- Y que no todos en el mundo vivimos así, rodeados de mentiras.

- Si pero aprendemos a diferenciar cuales necesitamos y cuales no.

- Las mentiras no son necesarias, solo fingimos que si, porque somos una bola de hipócritas.

- Pero quien te crió a ti, alguna vez has mentido.

- Por supuesto, que humano no lo ha hecho.

Sonreí mecánicamente.

- Alice, ¿me harías el honor de ser mi amiga?

- Porque no.

Camine junto a él hasta que vimos su coche, pensé que no podría subirme pero fue fácil, como si estuviera viva.
Al llegar me mostró su oficina y las fotografías que encontró.

- No es todo, solo una pequeña parte de esas cajas, te pido tu ayuda, por favor.

- Haré lo que pueda, dame la carta que dijiste.

- O si. - la saco de su bolsillo.

A pesar de todo, tenía bonita letra. Entre las líneas me quede sin aliento, como alguien tiene el derecho a decidir por ti, eso esta mal, no es correcto.
Y no es un simple contrato con un viejo adinerado o simplemente un viejo, era con un demonio, toda mi vida arruinada por que mis antepasados se equivocaron al no luchar. Pero yo no lo haría.

- Que hago para salvarme.

- Ayudarme, porque no necesitas hacerlo todo sola.

El Libro Negro ( #CarrotAwards2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora