"We've got a bit of love/hate, you take me to the edge then you hit the breaks..."
No podía creer que Harry me amenazara para que lo dejara ir a una fiesta en Londres hoy por la noche. Des y mamá seguían en Manchester y como él ya no confiaba más en Styles, yo estaba a cargo. Quise darle una buena bofetada cuando me dijo que grabó uno de mis "ensayos privados." La amenaza consistía en que si no lo dejaba ir a la fiesta, le enseñaría la grabación a la secundaria entera, y de paso, la subiría a Youtube.
Era asquerosamente impresionante ver lo domesticada que me tenía ese pedazo de idiota, yo para él era como un indefenso y pobre perrito con el rabo entre las patas, tan débil y fácil de manipular que no suponía ningún reto para nadie. Él me tenía besándole los pies con tan sólo el chasquido de sus dedos.
Lo asesiné con la mirada y le arrebaté la lencería de sus garras, me di la media vuelta y caminé hacia la salida de la escuela, todavía con las piernas tiesas por la buena paliza que nos dieron los del equipo de Oxford el viernes pasado (perdimos 10-0).
Escuché que Harry me gritaba con una insolencia victoriosa por detrás:
- ¡Me tomaré eso como un sí, preciosa!
Bastardo.
(...)
- ¡Reagan deja de una buena vez ese teléfono y limpia tu cuarto! Harry, ¿quieres ponerte algo de ropa y sacar la basura, imbécil?-gritaba histérica por toda la casa mientras sostenía con una mano un sartén con huevos y tocino. Todo era un desastre y yo era la única persona que se preocupaba por arreglarlo. La casa prácticamente estaba patas arriba y al parecer a nadie le importaba.
Desde que llegamos de la escuela, Reagan no había parado de chismosear por el teléfono con tres de sus amigas y a Harry, hacía poco, y por una muy extraña, asquerosa y horrible razón que yo desconocía, lo había encontrado desnudo durmiendo encima de mi cama. Estaba tan enojada y disgustada con él que lo había despertado dándole por el trasero con uno de los palos de golf que Lina siempre olvidaba en casa. Lo que más me sacó de mis casillas fue que Harry no se arrepentía de lo sucedido y me decía que yo lo deseaba; fue divertido tener motivos para sacarlo a patadas y almohadazos limpios de mi habitación.
-Ya estoy aquí, mamá-bajó las escaleras con dos enormes sacos de basura y gracias al cielo, ropa decente puesta. El peso de las bolsas hacía que las venas de sus musculosos brazos se marcaran de forma satisfactoria para el ojo humano. Estaba claro que él sí estaba en muy...muy buena forma. Me maldije mentalmente cuando se percató de que lo estaba observando por el rabillo del ojo desde la cocina. Él sonrío con picardía antes de salir afuera-. Muchas gracias, Jo, me halagas.
- ¿Disculpa?-Di un respingo.
-No, nada-le restó importancia con una divertida mueca en el rostro y adoptó uno de sus ridículos y exagerados tonos de voz-, pero sólo piénsalo preciosa...tú, yo, estos fuertes brazos rodeándote la...
No pude evitar reírme y apuntar amenazante con la espátula a la puerta, antes de que bajara una vez más la guardia y olvidara que estaba jodidamente enojada con él.
- ¡Saca la basura, espectro!-le ordené tratando de no volver a reírme, él hizo una estúpida reverencia y salió de casa. Cuando coloqué la sartén en el horno, me puse una mano en la cadera y suspiré, tratando de canalizar mis emociones.
Después de que Harry se fuera escaleras arriba para organizar la sala de películas y luego limpiar el baño de visitas, me encaminé hacia el living para acomodar algunos cojines del sofá blanco de mamá...y casi me caigo de lado cuando veo que el hermoso y reluciente piso que había brillado hasta el cansancio después de hacer todas mis tareas estaba manchado de lodo por las patas del odioso y mugriento gato de Harry.
Dejé escapar un grito desgarrador, arrojé un plato en dirección a dónde se encontraba el asqueroso animal y el sonido de éste al reventarse contra la pared resonó por la casa entera. Harry y Reagan no tardaron en bajar preguntándose qué estaba pasando, y cuando me vieron saltar de un sillón a otro tratando de coger a ese maldito gato y arrancarle la cola para después quemarlo vivo, entre los dos me sostuvieron por la cintura y me sentaron en una silla. Reg comenzó a echarme aire en la cara con las manos.
- ¿Estás loca, Jodie?-me preguntó Harry mientras sostenía a esa bestia peluda entre sus brazos. El gato me lanzó una mirada venenosa con sus horribles ojos verdes y yo le gruñí con odio.
-Esa...cosa...-decía con la voz ronca, ahogada e irregular al tiempo en que apuntaba desesperadamente al Señor Orejas. Reagan dio tres largos suspiros conmigo para que me calmara, y cuando lo hice, seguí diciendo-: ¡ese odioso animal me tiene harta, Harry! ¡Mira!-le señalé con una mano todo el desastre que provocó en la sala-. ¡Mira lo que esa cosa le hizo al piso! ¡ESTOY CANSADA!-mi hermanastro iba a decir algo pero no me molesté en escucharlo-. ¡Y ahora tú vas a limpiar todo esto! ¡Y no! ¡Si no lo haces no irás a esa estúpida fiesta en Londres! ¿Entiendes? ¡NO IRÁS!
El gato saltó de los brazos de su amo y se escondió detrás de sus piernas, todavía mirándome fijamente con aquellos asquerosos y fosforescentes ojos verdes...
De tal palo, tal astilla.
-No seas tan dramática, Foster-dijo Harry sin perder la calma-, es sólo un gato...y puedes esperar a limpiarlo hasta mañana. Tranquila.
- ¿Tranquila? -exclamé dando un salto en la silla. Reg y Harry retrocedieron unos pasos-. ¿¡Tranquila!? ¿Cómo quieres que me tranquilice después de toda la mierda que pasé para limpiar esta maldita casa? ¡Quiero todo esto impecable, Styles! ¡Y te juro que si no lo haces no habrá fiesta para ti! ¿Me oyes, diva? ¡NO habrá fiesta!
-Ja, ¿necesito recordarte parte del trato, preciosa?-me preguntó entrecerrando los ojos. Yo me pegué un manotazo en la frente y me mordí el labio: claro...el video. Suspiré desganada y me llevé la mano al estómago.
Él ganaba...otra vez.
Harry y yo estábamos a punto de iniciar otra discusión salvaje cuando el timbre de la casa nos tomó por sorpresa. Yo miré a mi hermana, ella miró a Harry y él, extrañado, fue a atender la puerta. Al abrirla, escuché una voz que solo podía pertenecerle a una señora mayor. Reagan y yo inclinamos la cabeza para ver mejor de quién se trataba.
- ¡Cuánto has crecido, Hazza!-por fin logramos ver a una señora de cabello blanco y algo bajita estrechando a Harry entre sus brazos. Él, con la sorpresa todavía visible en su rostro, le correspondió dudoso y asustado.
- ¿Cómo estás, abuela?-le preguntó fingiendo emoción. Mi hermana y yo intercambiamos miradas de sorpresa.
Después de una larga sección de besos, abrazos y regaños maternales por haberse metido en una pelea brutal con Jessie, la señora Styles se volvió hacia nosotras y nos tomó en sus cálidos brazos como si fuésemos sus propias nietas.
- ¡Ustedes deben ser las hijas de Katelyn!-rió con emoción mientras al fin nos dejaba respirar. Yo le sonreí con simpatía y Reagan la miró confundida-. ¡No saben cuánto me han hablado de ustedes, niñas! ¡Son preciosas!
- ¿En serio?-Preguntó ahora mi hermana con los ojos bien abiertos.
-Usted debe ser la mamá de Des-agregué enderezándome un poco en la silla, consciente de lo desastrosa que me veía debido a la rabieta que había hecho hace un par de minutos.
-Llámenme Stella, por favor-nos pidió con una agradable sonrisa. Harry apareció por detrás de ella y se recargó en la pared pasándose la mano por la cara, todavía en shock. Sonreí para mí misma...no habrá fiesta para ti, pequeña diva-. ¿Jo, cierto? Des me dijo que podrías necesitar un poco de ayuda aquí...me contó todo-miró con desaprobación a su nieto-, y me dijo cómo debía llevar a cabo las cosas aquí...si sabes a lo que me refiero-me guiñó el ojo y se paró del asiento, observando con detenimiento la casa y silbando, como si lo que contemplara fuera un completo desastre. Luego tomó la escoba que se encontraba debajo del sillón y se la arrojó a Harry, que la atrapó sin problemas con una expresión aturdida en el rostro-. ¡Manos a la obra, Harold!
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I knew you were trouble
FanficSacaba buenas calificaciones, era una excelente hermana mayor y no me metía en problemas. Mi vida no era perfecta, pero nunca tuve motivos para quejarme de ella. Mamá siempre estuvo orgullosa de mí y Reagan no dudaba en contarme todos sus secretos...